Donde más duele: Irán siente los efectos perniciosos de las sanciones de EEUU sobre la conservación de la biodiversidad

Situado en la confluencia del Mediterráneo, la zona árida de Asia occidental y las zonas climáticas templadas y semihúmedas del Caspio, Irán alberga una rica y compleja biodiversidad, incluyendo el reducido número de guepardos asiáticos que quedan en el mundo. Sin embargo, los esfuerzos para proteger su biodiversidad se han visto obstaculizados por décadas de sanciones económicas y de aislamiento político que padece desde el asedio de la embajada de EEUU en 1979; sanciones que el actual presidente estadounidense, Donald Trump, intensificó en noviembre de 2018.

Cuando el presidente Barack Obama levantó más de 36 años de sanciones de parte de Estados Unidos contra Irán en enero de 2016 –tras la firma del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés) un año atrás–, los conservacionistas iraníes esperaban poder contar, finalmente, con el apoyo y la colaboración internacional de los cuales habían estado privados desde hacía tanto tiempo.

Sin embargo, al cabo de menos de tres años, los científicos advierten de que las sanciones relacionadas con la energía nuclear que el Gobierno de Trump impuso nuevamente al país en noviembre pasado, luego de la retirada estadounidense del plan JCPOA, probablemente tendrán graves repercusiones sobre la conservación de la biodiversidad en Irán.

Aislados de nuevo, los científicos iraníes e internacionales piden exenciones al régimen de sanciones para facilitar las intervenciones de conservación necesarias para proteger a las especies en grave peligro de extinción.

Un elemento que suele estar ausente cuando se discuten las sanciones que van a aplicarse a un país es el impacto que ejercen sobre su medioambiente. Los académicos que trabajan en esta área reconocen que las sanciones no son la causa principal de los problemas ambientales de Irán, ni conducen directamente a la degradación ambiental. En cambio, las sanciones pueden inducir dificultades que actúan inadvertidamente como “catalizadores” para problemas ambientales dentro del país al que se aplican dichas sanciones, explica Shirin Hakim, investigadora predoctoral en el Imperial College de Londres, donde estudia el impacto de las sanciones sobre el medioambiente iraní.

La capacidad mermada de Irán para utilizar sus recursos financieros debido a la congelación de activos en el extranjero y las sanciones bancarias, la devaluación de la moneda, el aumento de la inflación y la disminución de la inversión extranjera directa crea un estrés económico, afirma Hakim.

Aun cuando se ha mantenido en una posición relativamente alta gracias a sus exportaciones de petróleo, las cifras del Banco Mundial indican que la economía iraní cayó del puesto 17 al número 27 en la clasificación mundial a lo largo de casi cuatro décadas de sanciones. Solo en 2018, el rial iraní perdió el 70% de su valor. “Con menos oportunidades para participar en el mercado global y un sector privado debilitado, el sector público se ha visto obligado a aumentar y asumir más responsabilidades con menos recursos para tratar de sostener al país”, explica Hakim.

El “modo de supervivencia” que ha adoptado por necesidad en el marco de las sanciones hace imposible una planificación a largo plazo, y en tales condiciones, las preocupaciones medioambientales suelen caer en el abandono. En un campo que Hakim señala como poco estudiado en general, el impacto que más se pasa por alto es el que ejercen las sanciones en el ámbito de la conservación y la biodiversidad. “Debido a que Irán se encuentra ante una serie de problemas ambientales de crucial importancia que problematizan su desarrollo futuro, tales como la escasez de agua y la contaminación del aire, la prioridad que se concede a los esfuerzos de conservación es aún menor”, constata.

Sanciones a la biodiversidad hasta la extinción

Las sanciones reducen, y en algunos casos suspenden, el apoyo financiero a la investigación sobre biodiversidad y a las intervenciones en materia de conservación, al tiempo que limitan las oportunidades de colaboración internacional y la transferencia de conocimientos y competencias en los que se sustenta el ámbito de la conservación.

En 2014, EEUU bloqueó más de 7,6 millones de dólares USD (6,65 millones de euros) de fondos internacionales destinados a varios proyectos plurianuales desarrollados por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), organismo que depende del Banco Mundial. Uno de los proyectos afectados implicaba el apoyo a Irán para integrar sus obligaciones en virtud del Convenio sobre la Diversidad Biológica en su planificación nacional sobre biodiversidad 2011-2020. Antes de suspender la financiación, el FMAM había facilitado casi 4 millones de dólares (3,5 millones de euros) en fondos para proyectos relativos a la biodiversidad en Irán, incluyendo el apoyo al proyecto fundamental de conservación del guepardo asiático.

En el ámbito local, las sanciones afectan el presupuesto destinado a la conservación, dejando a las autoridades que se ocupan de este renglón y a los guardas de la fauna con menos recursos para controlar las zonas protegidas y cubrir los gastos relacionados con el personal, el equipo, los dispositivos de vigilancia, los vehículos de patrulla y el combustible, asegura Leili Khalatbari, que prepara un doctorado en la Universidad de Oporto, Portugal, en el que estudia la ecología y conservación del guepardo. A medida que la devaluación de la moneda y la disminución del poder adquisitivo merman los ingresos de la población, Khalatbari afirma que se observa una mayor propensión a la caza furtiva o a explotar y a transformar los hábitats naturales.

Aun cuando la Unión Europea y las Naciones Unidas siguen firmemente decididos a mantener el acuerdo nuclear, Khalatbari opina que es el temor y la posibilidad de “graves consecuencias” procedentes de EEUU lo que lleva a los científicos a anticipar que la cooperación y la financiación internacional se verán afectadas.

“Es probable que las fundaciones con donantes estadounidenses rechacen proyectos de financiación dentro de Irán, y para aquellos que estén dispuestos a apoyar estos proyectos puede resultarles muy difícil, si no imposible, transferir fondos, problema que experimentamos incluso antes de que volvieran a imponerse las sanciones”, asegura.

Los científicos también anticipan que los expertos pueden dejar de viajar a Irán para evitar problemas futuros relacionados con la “prohibición de viajar” de la administración Trump, y que la compra del equipo tecnológico necesario también podrá verse limitada. Antes de 2016, Khalatbari comenta que los científicos no podían efectuar compras en línea desde Irán, lo que dificultó la obtención de equipos tales como cámaras-trampa y radio-collares de rastreo, que son las tecnologías estándar utilizadas para la vigilancia de la vida silvestre. Para sortear esta dificultad, a menudo era necesario encontrar pasajeros voluntarios que llevaran consigo el equipo al entrar al país.

La carrera contra la extinción

Irán es el país con mayor diversidad biológica en Asia occidental: sus ecosistemas sustentan 192 mamíferos, más de 8.000 tipos de plantas, más de 1.000 especies de peces y más de 500 especies de aves, muchas de las cuales solo se encuentran en Irán. De estas, 111 especies de fauna y 165 de flora iraníes figuran actualmente en la Lista Roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que es la autoridad mundial que se ocupa del estado de la diversidad biológica.

Ninguna otra especie tiene mayor riesgo de extinción en Irán que el guepardo asiático, felino que originalmente ocupaba una vasta zona que se extendía de la península arábiga y Asia occidental hasta la India, pero que actualmente solo subsiste en Irán, donde los expertos estiman que perviven solo 50 ejemplares en la región del desierto central.

Khalatbari señala que muchas de las medidas de conservación del plan de acción a favor de las especies destinadas al guepardo asiático no pudieron aplicarse debido a la falta de fondos en el interior del país y a la imposibilidad de obtener financiación externa debido a las sanciones. Los científicos temen que la renovación de las sanciones acelere la extinción del felino.

La clasificación del guepardo asiático entre las especies en “peligro crítico” en la Lista Roja de la UICN significa que corre el mayor riesgo de extinción inminente, aunque Khalatbari advierte que varias especies más están particularmente expuestas al riesgo de extinción, como el leopardo persa, el oso pardo sirio y el oso negro asiático, así como algunas especies de grandes herbívoros.

Con el fin de evitar la primera extinción a nivel continental de uno de los grandes felinos, el guepardo asiático, los científicos iraníes e internacionales piden exenciones al régimen de sanciones que les permita velar por su conservación. Proponen que se adopten medidas para proteger la biodiversidad durante los conflictos armados y los embargos siguiendo las mismas pautas existentes que hacen posible la ayuda humanitaria.

Los problemas medioambientales no tienen un equivalente al derecho internacional humanitario, y la necesidad de un quinto Convenio de Ginebra que proteja el medioambiente en tiempos de conflicto armado y embargo, ya planteado con anterioridad, debe revisarse de nuevo, afirma Sarah Durant, investigadora superior de la Sociedad Zoológica de Londres.

Durant, Khalatbari y otros conservacionistas sugieren que los equipos y tecnologías que ayudan a la conservación de las especies amenazadas deben estar exentos de sanciones. “Igualmente en lo relativo al intercambio de información y transferencia de competencias. Es preciso permitir la transferencia de competencias, por ejemplo, a través de personal calificado, y la información que se necesita para proteger a las especies amenazadas, del mismo modo que se permite el acceso humanitario a los médicos y al personal sanitario”, asegura Durant.

A juicio de Khalatbari, la financiación de los proyectos de conservación debería seguir siendo posible sin barreras, “INSTEX, el canal de transacciones que la Unión Europea creó recientemente con Irán para eludir las sanciones de EEUU, se utilizará para vender alimentos, medicamentos y dispositivos médicos, también podría extenderse para incluir transacciones relacionadas con la conservación de las especies”.

La conservación no es un delito

Más allá de los desafíos que las sanciones plantean para la conservación, la represión de los ecologistas iraníes a lo largo del último año representa un peligro aún mayor para los conservacionistas y la biodiversidad iraníes. Varias ONG, académicos y activistas iraníes se negaron a comentar este artículo por lo delicado que resulta actualmente hablar de los problemas medioambientales y de la conservación en el país.

En enero de 2018, nueve ecologistas iraníes fueron detenidos por cargos de espionaje acusados de usar cámaras fotográficas con el fin de socavar los intereses de la seguridad nacional. Uno de los detenidos murió en prisión dos semanas más tarde en circunstancias sospechosas, mientras que el resto permaneció incomunicado y durante más de un año se les denegó el derecho al ejercicio del debido proceso.

El Centro de Derechos Humanos en Irán señala que tres organismos gubernamentales, el Departamento de Medio Ambiente, el Consejo Supremo de Seguridad Nacional y el Ministerio de Inteligencia de Irán, han llegado a la conclusión de que las acusaciones que pesan sobre todos ellos son infundadas, pero que el poder judicial iraní espera obtener confesiones por la fuerza. Su juicio a puerta cerrada está en curso.

En respuesta a la detención de sus compañeros, los conservacionistas de todo el mundo instan a los países a proporcionar mejores salvaguardas a aquellos que dedican su vida a proteger la biodiversidad en beneficio de todos.

“Todos los países deben salvaguardar al personal que se dedica a la conservación; cuando los conservacionistas no tienen libertad para trabajar, no puede haber conservación ni protección del medioambiente”, concluye Durant.