Pakistán logra progresos irregulares en la lucha por la igualdad de género

Pakistán logra progresos irregulares en la lucha por la igualdad de género

Female medical students pictured at a seminar on drug addiction at the Dost Foundation in Hyatabad, Peshawar, in June 2019. Today, in a major breakthrough for gender equality, half of all students in higher education in some parts of Pakistan are women.

(Parachute Pictures/David Browne)

En Pakistán, las mujeres no solo se enfrentan a techos de cristal. Están rodeadas por muros y barreras de todo tipo. Si echamos un vistazo a los indicadores internacionales de aspectos sociales, educativos y económicos, Pakistán se encuentra, estadísticamente, en las últimas posiciones.

A pesar de esto, recientemente se han realizado avances significativos en la lucha por la igualdad de género en este país de Asia meridional.

Por ejemplo, en la provincia ultraconservadora de Khyber Pakhtunkhwa, situada en el noroeste de Pakistán, el gobierno local contrató en enero de este año a su primera defensora del pueblo con el objetivo de reducir el acoso de la mujer en el trabajo. Este nombramiento se produjo seis meses antes de que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptara una nueva norma internacional del trabajo sobre la violencia y el acoso en el mundo del trabajo.

“Hemos enviado una notificación a todos los departamentos gubernamentales para pedirles que compartan y apliquen las directrices contra el acoso y notifiquen rápidamente los casos y advertirles de que el incumplimiento de dichas directrices puede acarrear multas de hasta 100.000 rupias (unos 670 dólares estadounidenses)”, dijo la defensora del pueblo de Khyber Pakhtunkhwa, Rakhshanda Naz.

A las elecciones generales celebradas en julio de 2018 en Pakistán se presentaron más candidatas que en ninguna otra ocasión. Por primera vez, además, cinco candidatas transgénero contendieron las elecciones. Krishna Kumari Kohli se convirtió en la primera senadora de la comunidad dalit hindú, mientras que Tanzeela Qambrani se convirtió en la primera persona pakistaní de ascendencia africana (de la comunidad sidi) elegida como diputada de la Asamblea de Sind.

De hecho, el Gobierno de Sind formuló un número récord de leyes progresistas en materia de trabajo, que superó al de cualquier otro poder legislativo provincial del país; un ejemplo es la primera ley de Pakistán para proteger los derechos de los trabajadores a domicilio: la Ley relativa a los trabajadores a domicilio de Sind, de 2018.

Para Fauzia Viqar, activista pionera en la defensa de los derechos de la mujer, todo esto es un gran progreso. “En comparación con mi generación y la de mi madre, tengo que decir que las condiciones diarias de las mujeres de la generación de mi hija han mejorado”, dice.

“Es un panorama complicado, pero dos factores acelerarán el cambio. Uno es la economía, ya que el coste de la vida exige que la mayoría de las familias perciban dos salarios. Ahora es una necesidad, una necesidad económica, que las mujeres trabajen. Una vez que la mujer empieza a trabajar, inevitablemente aumenta su autonomía y capacidad de acción”, dice Viqar, que hasta hace poco dirigía la Comisión sobre la condición de la mujer de Punjab.

“El otro factor es Internet y las redes sociales. Esto ha llevado definitivamente a un mayor empoderamiento, conocimientos y oportunidades. Ahora, incluso las mujeres en áreas remotas pueden acceder a la información”, dice Viqar.

Progreso legislativo

Aunque los progresos en el ámbito de la igualdad de género en Pakistán han sido “muy lentos desde muchas perspectivas, hemos obtenido resultados extraordinarios en el plano legislativo. Existe un compromiso político”, considera Hadia Nusrat, una famosa académica y experta en género pakistaní que trabaja en Pakistán y Afganistán.

“Sin embargo, el apoyo económico ha sido sumamente deficiente. La voluntad política tiene que estar respaldada por presupuestos acompañados de una rendición de cuentas”, dice Nusrat, que habló con Equal Times desde Mazar-i-Sharif, en el norte de Afganistán, donde trabaja en la elaboración del informe con motivo del 25o aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing de las Naciones Unidas, cuya publicación está prevista en marzo de 2020.

Esta importante iniciativa a favor de la igualdad de género se puso en marcha en Pekín en 1995 con el objetivo de reducir la pobreza de las mujeres y mejorar su acceso a la educación, la atención sanitaria, la participación política, la protección de las niñas y la promoción de un amplio abanico de normas, leyes y derechos humanos fundamentales en todo el mundo.

Con una población de 220 millones de personas, Pakistán es el quinto país más poblado del mundo. En el momento de su independencia, en 1947, la tasa de alfabetización femenina rondaba el 25%, donde se mantuvo durante varias décadas. Hoy en día casi asciende a 50%.

Según datos del Banco Mundial, la tasa de alfabetización de mujeres adultas (de 15 años y más) aumentó cada año entre 2005 y 2014, pasando de 35,368% en 2005 a 44,283% en 2015.

También se han realizado progresos en relación a otro indicador importante, la atención materna. Según estadísticas de UNICEF, la mortalidad materna (por cada 100.000 nacidos vivos) ha disminuido de 431 en 1990 a 178 en 2015.

En el ámbito de la educación también se han logrado avances espectaculares. Por ejemplo, en Punjab, la provincia más rica de Pakistán, las mujeres jóvenes representan actualmente el 50% de los estudiantes en universidades y centros de educación superior. Sin embargo, menos del 10% de las mujeres con títulos y diplomas se incorporan a la fuerza de trabajo.

“La noción de que la principal responsabilidad de la mujer es el matrimonio y la crianza de los niños dificulta la incorporación”, explica Viqar. Sin embargo, en el lado positivo, las mujeres ocupan ahora un espectro más amplio de puestos de trabajo. “Cada vez más mujeres trabajan en el sector de servicios y no solo en las denominadas profesiones ‘nobles’, como la medicina y la enseñanza. Creo que es un indicador real del progreso”, dice.

Violencia de género

Sin embargo, las mujeres pakistaníes todavía tienen un largo camino por delante antes de poder disfrutar de una igualdad social y económica plena.

Según el Foro Económico Mundial y su Índice mundial de disparidad entre los géneros 2018, Pakistán ocupó de nuevo el penúltimo puesto en lo que a igualdad de género se refiere.

El país sigue teniendo un problema muy grave de violencia de género, que se manifiesta en forma de violación, matrimonio forzoso, matrimonio infantil, ataques con ácido y los denominados “asesinatos por motivos de honor”. Aunque la creciente conciencia y la sensibilización han dado lugar a un aumento de las denuncias, solo se sigue denunciando una pequeña parte de los casos.

En su último informe anual, titulado State of Human Rights in 2018, la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán (HRCP), un observatorio independiente, señaló que sus propios datos registraban 845 incidentes de violencia sexual contra mujeres y 316 delitos por motivos de honor perpetrados tanto contra hombres como mujeres. Sin embargo, la HRCP hizo hincapié en que pensaba que se trataba de “cifras mínimas”.

En su Informe Mundial 2019, Human Rights Watch cita a activistas pakistaníes que dicen que en realidad hay 1.000 “asesinatos por motivos de honor” al año.

El impacto de la violencia por motivos de género es inconmensurable. “La violencia doméstica es la base de la falta de autonomía de las mujeres”, dice Viqar. “Las mujeres renuncian a sus sueños. Tiene un impacto psicológico enorme”.

Las oportunidades educativas también varían mucho en función de las circunstancias socioeconómicas y de clase. El trabajo poco cualificado –en lugar de la educación– es la realidad de la mayoría de mujeres en esta sociedad conservadora donde, según el Banco Mundial, el 31,3% de la población vive por debajo del umbral de pobreza (3,20 dólares estadounidenses al día).

En los distritos tribales que hasta ahora han sido semiautónomos en Pakistán, en la frontera con Afganistán e Irán, casi el 80% de las niñas abandona los estudios cuando se encuentran en la enseñanza primaria y alrededor del 50% lo hace en la enseñanza secundaria.

La investigación llevada a cabo por la HRCP reveló que alrededor del 75% de las mujeres y las niñas en Pakistán realizaba tareas agrícolas en 2018. Además, dicho órgano estima que el 60% de este trabajo, en su mayor parte realizado en el marco del extendido sistema de servidumbre por deudas, no se remuneraba.

Para Nusrat, el camino hacia la igualdad de género sigue lleno de baches: “En algunas zonas los progresos han superado las previsiones. Hay mujeres en el Parlamento, que participan en los debates. Se han alcanzado logros extraordinarios. Sin embargo, todavía seguimos retrasados en materia de salud y educación primaria y secundaria. Las mujeres siguen siendo marginadas. Todavía existen grilletes, barreras, techos y muros sociales que impiden a las mujeres avanzar”.