Un movimiento de mujeres que no incluya a las vendedoras informales no es un movimiento

El Día Internacional de la Mujer es celebrado por diferentes movimientos sociales y laborales de todo el mundo como una jornada en la que se rinde homenaje a la lucha del movimiento de las mujeres por la igualdad de derechos y oportunidades y por la eliminación de la discriminación y de todas las formas de violencia. La pandemia de covid-19 ha amplificado en muchos sentidos los retos a los que se enfrentan las mujeres, pero uno de los grupos más afectados es el de los trabajadores del sector de la economía informal, que siempre ha sido muy vulnerable a las crisis económicas y ha estado expuesto a la pobreza, el acoso y la violencia.

Ahora más que nunca, no podemos defender los derechos de las mujeres sin incluir a las trabajadoras de la economía informal en nuestra lucha colectiva por la igualdad y la liberación.

En 1999, cuando mis compañeros activistas y yo fundamos la Ligue pour le Droit de la Femme Congolaise (LDFC), yo ya tenía cierta experiencia como sindicalista en la República Democrática del Congo y a nivel internacional. Esta experiencia me enseñó la importancia de organizar y apoyar a las trabajadoras de la economía informal, y por eso se convirtieron en nuestro principal objetivo. En la RDC, la mayor parte de nuestra economía es informal y la mayoría de los trabajadores son mujeres, muchas de las cuales son vendedoras ambulantes y de mercado que intentan mantenerse a sí mismas y a sus familias.

Se las ve todos los días en los mercados y en las calles ganándose la vida sin unas condiciones de trabajo decentes. Estas mujeres son la columna vertebral de nuestra economía y de nuestras comunidades, pero siguen siendo invisibles, siguen estando marginadas y, a menudo, estigmatizadas.

El contexto de la República Democrática del Congo no es único. Cuando nos unimos por primera vez a StreetNet International, una alianza mundial de organizaciones de vendedores informales, supimos que las mujeres del sector de la economía informal afrontan en todas partes los mismos problemas y preocupaciones.

Sabemos que la violencia contra las mujeres y las niñas constituye una pandemia oculta que sigue extendiéndose por nuestros países, pero las trabajadoras de la economía informal se encuentran aún más expuestas a esta lacra. Las vendedoras ambulantes y de mercado, en particular, son vulnerables al acoso y a los abusos de las autoridades locales, de delincuentes e incluso de algunos clientes. Los vendedores transfronterizos informales, el 70% de los cuales son mujeres en África Occidental y África Central, se ven a menudo intimidados y explotados sexualmente para poder trabajar y cruzar las fronteras.

En mi ciudad natal de Kinshasa, un acontecimiento reciente dejó patente la negligencia con la que se trata a las vendedoras ambulantes y de mercado. El 2 de febrero de 2022 se cayó un cable eléctrico sobre el mercado de Matadi Kibala, matando a 26 personas. La mayoría de las víctimas fueron mujeres, muchas de las cuales eran la única fuente de ingresos de sus familias. Por muchas razones más allá de cables eléctricos mal instalados, el mercado de Matadi Kibala nunca ha sido un lugar seguro para trabajar, pero, ante la falta de alternativas reales, estas mujeres no tenían más remedio que trabajar aquí. No podemos permitir que se produzca este tipo de negligencias. Tampoco podemos permitir que nuestros compañeros sigan estando expuestos a peligros mortales y no podemos seguir viendo familias destruidas debido a la falta de condiciones de trabajo dignas.

La negligencia y los abusos reiterados que sufren las trabajadoras del sector informal no deben considerarse algo normal, sino una violación de los derechos humanos. En países que han sufrido conflictos, crisis económicas y desestabilización, como es el caso de la República Democrática del Congo y muchos otros vecinos africanos, la falta de trabajo formal en los mercados obliga a las mujeres a trabajar en la economía informal para sobrevivir, y no se las debería penalizar por ello. De hecho, nos estamos defendiendo y reivindicamos nuestros derechos.

Actualmente, el derecho de los trabajadores del sector de la economía informal a un trabajo decente, libre de acoso y de violencia, está recogido en el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo, un instrumento internacional revolucionario para los derechos de las mujeres y de los trabajadores.

Sin embargo, este Convenio solo ha sido ratificado por 10 países hasta la fecha. En los países en los que se ha ratificado, ha sido posible gracias a las coaliciones de sindicatos, movimientos sociales y organizaciones de mujeres que han trabajado juntos. Tenemos que fomentar esa solidaridad entre los distintos movimientos para poder presionar a los Estados con objeto de que ratifiquen y apliquen plenamente el Convenio 190 de la OIT, garantizando así que ninguna mujer tenga que enfrentarse nunca al acoso y la explotación para poder mantenerse a sí misma y a su familia.

Por otra parte, debemos promover el liderazgo de las mujeres y, en particular, animar a las trabajadoras de la economía informal, que a menudo son mayoría, a reforzar y liderar sindicatos, asociaciones y cooperativas a nivel local, nacional e internacional. En StreetNet promovemos activamente el liderazgo de las mujeres y una buena parte de nuestras organizaciones afiliadas están dirigidas por mujeres, entre ellas la LDFC, organización de la que fui cofundadora y que dirijo actualmente. Sabemos que las mujeres pueden realizar una contribución enorme cuando tienen acceso a recursos, apoyo y desarrollo de capacidades. Las mujeres líderes pueden desempeñar un papel clave en la negociación con las autoridades y otras partes interesadas, en la movilización de trabajadores y en la contribución al desarrollo sostenible de sus comunidades. Simplemente necesitamos un espacio en la mesa de negociación para exponer de forma directa nuestros problemas.

En este Día Internacional de la Mujer vamos a celebrar la resiliencia de las trabajadoras del sector de la economía informal, especialmente de las vendedoras informales, y seguiremos trabajando mano a mano para garantizar un trabajo decente a todas las mujeres, sin acoso ni violencia, y exigiendo que se nos escuche. Como decimos en StreetNet: “¡Nada para nosotras sin nosotras!”. Por eso debemos promover el empoderamiento de las mujeres y las niñas para que puedan disponer de los medios que les permitan participar a todos los niveles de los procesos decisorios y en la lucha contra el cambio climático, y para reducir los riesgos de las catástrofes.

This article has been translated from French by Guiomar Pérez-Rendón