Las fuentes de energía empleadas en la cocina que pueden mejorar la vida de millones de mujeres y niños en todo el mundo

Las fuentes de energía empleadas en la cocina que pueden mejorar la vida de millones de mujeres y niños en todo el mundo

A mother cooks rice over a wood fire in Mahalava, Madagascar, in March 2022. The polluting fumes from traditional stoves kill two million people a year, mainly in Africa.

(Volomenarano/Wikicommons CC BY-SA 4.0)
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En el mundo, cerca de 2.600 millones de personas utilizan combustibles sólidos (leña, carbón vegetal, estiércol, etc.) o keroseno para cocinar sus alimentos, valiéndose de cocinas tradicionales que en ocasiones carecen de ventilación. Se trata de una práctica peligrosa y perjudicial para el medio ambiente.

Las alternativas limpias siguen siendo poco accesibles en el continente africano: solo el 17% de la población del África subsahariana tiene acceso a las mismas, frente al 63% en Asia Central y Sudoriental, y al 97% en Europa y Norteamérica, según un informe de seguimiento de la ONU sobre el Objetivo de Desarrollo Sostenible 7 (ODS 7, sobre los avances en materia de energía). La situación es especialmente preocupante en Malí, Níger, Benín, Guinea, República Democrática del Congo, Madagascar, Tanzania y Chad, donde los índices de acceso oscilan entre el 1% y el 7%. Las dificultades son aún más flagrantes en las zonas rurales, donde solo el 5% de la población del África subsahariana tiene acceso a métodos para cocinar de manera limpia (frente al 48% registrado a escala mundial).

En términos de salud, las consecuencias son desastrosas. Los gases contaminantes matan cada año a 2 millones de personas, principalmente en África. “Millones de personas mueren de enfermedades cardiovasculares, derrame cerebral, cáncer y neumonía porque siguen dependiendo de combustibles y tecnologías contaminantes para cocinar (…). Las mujeres y los niños corren especialmente peligro porque pasan la mayor parte del tiempo en casa o cerca de la misma”, subraya la Dra. María Neira, directora del departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A nivel mundial, las mujeres realizan más del 90% del trabajo para obtener combustible y cocinar. Junto con sus hijos, representan más del 60% de las muertes prematuras vinculadas a la contaminación del aire del hogar.

Pueden pasar hasta diez horas semanales recogiendo combustible y cuatro horas al día cocinando en cocinas tradicionales. “Antes cocinaba con carbón o gasolina. Eso desprendía humos en casa, era peligroso. Tosía y me dolía a menudo la cabeza”, explica Anjelicah Wanjiro Mugure, de 50 años, madre de dos niños de 6 y 15 años, que vive en el barrio marginal de Mathare, en Nairobi (Kenia). Para conseguir carbón o gasolina, Anjelicah tenía que salir de la barriada y caminar hasta la gasolinera más cercana, situada en la carretera principal.

Además de los efectos nefastos para la salud de las mujeres y los niños, el uso de leña para cocinar degrada los bosques y acelera el cambio climático debido a las emisiones de gases de efecto invernadero. Las emisiones de los combustibles de madera para cocinar generan 1 gigatonelada de CO2 al año, es decir, cerca del 2% de las emisiones mundiales. El coste para el medio ambiente y las economías locales asciende a 2,4 billones de dólares estadounidenses al año, según el Banco Mundial.

¿Por qué semejante retraso?

Aunque el mercado de las energías renovables está experimentando un fuerte crecimiento en África, los métodos para cocinar de manera limpia siguen siendo un apartado descuidado. El objetivo del acceso universal a fuentes de energía asequibles y sostenibles para cocinar en 2030 se encuentra en gran medida comprometido debido a una financiación insuficiente. En los últimos años, los recursos fiscales se han destinado a mantener los precios de los alimentos y los combustibles a un nivel asequible. El retraso de las inversiones se ha visto agravado por el crecimiento demográfico y las interrupciones de las cadenas de suministro a raíz de la pandemia de covid-19.

Según el informe de Clean Cooking Alliance (CCA) Clean Cooking Industry Snapshot de 2022, en 2019 se invirtieron 25 millones de dólares en empresas privadas dedicadas a ofrecer soluciones para cocinar de manera limpia; pero en 2020 apenas se invirtieron 10 millones. Además del impacto de la pandemia de coronavirus, el importe de las inversiones asignado sigue siendo muy inferior a los 4.500 millones de dólares necesarios para generalizar los métodos de cocina limpia.

“Diversos factores han impedido históricamente que las soluciones para cocinar de manera limpia se desarrollen a gran escala en África. Básicamente, el reto principal ha sido la falta de demanda de los consumidores. La dinámica de género también juega un papel importante en lo que respecta a la demanda, puesto que quienes toman las decisiones financieras y apenas han tenido en cuenta las necesidades de la familia en lo que concierne a las soluciones para cocinar son sobre todo hombres”, señala Peter George, codirector de Spark+, un fondo de inversión público-privado de impacto, con sede en Kenia, que aspira a ampliar las soluciones limpias para cocinar en el África subsahariana.

También intervienen otros factores. Los hogares rurales pobres que recogen leña gratis no están dispuestos a pagar por unos kits de cocina que requieren gas licuado del petróleo (GLP), etanol o biogás.

A ello se suma la falta de concienciación respecto a la importancia que reviste utilizar soluciones limpias para cocinar. “Esta falta de demanda ha dado lugar a un sector de cocina limpia impulsado principalmente por donantes y ONG que han tratado de subsanar la brecha (…). Existen programas bienintencionados que han sacado al mercado productos a menudo inadecuados, sumamente dependientes de las subvenciones”, afirma Peter George.

Aunque la financiación procedente de los bancos de desarrollo y organismos multilaterales (Banco Mundial, FMO, AFD, etc.) sigue representando la gran mayoría de los flujos destinados a formas de cocinar limpias, en los últimos tres años se ha observado un creciente interés por parte del sector privado y una reorientación de los flujos públicos internacionales hacia fondos de inversión intermediaros como Spark+ Africa Fund, BIX Fund Management, Lion’s Head’s AfricaGoGreen Fund o KawiSafi Ventures.

“Estos gestores de fondos están más cerca del terreno, están más especializados, ya conocen el mercado y están mejor equipados para invertir y gestionar pequeñas transacciones (…). La participación indirecta de instituciones internacionales a través de inversores privados tiene sentido desde el punto de vista de la eficacia”, considera Ronan Ferguson, coautor del informe (Clean Cooking Industry Snapshot) y responsable sénior de Sector Privado e Inversión en CCA.

“Y lo que es tal vez más importante, los gobiernos africanos están dando prioridad a esta cuestión. Coinciden en que abordar este asunto puede ayudarles a cumplir sus propios compromisos en el marco del Acuerdo de París sobre el clima; y en que, con la urbanización y los cambios generacionales, existe una presión real para avanzar en este sentido”, señala el responsable de Spark+.

En Kenia, la empresa estatal Kenya Power and Lighting Company (KPLC) ha puesto en marcha el programa Pika na Power para promover la cocina electrónica en aquellos mercados donde la mayoría de la población dispone de electricidad.

Soluciones simples y abordables

Pariente pobre del mercado de las energías renovables, los métodos de cocina limpia podrían desarrollarse en gran medida gracias a unas soluciones técnicas sencillas y asequibles que han demostrado su eficacia en Asia y en algunos países africanos. De momento, cocinar de manera limpia beneficia sobre todo a los hogares urbanos, más accesibles y con mayor poder adquisitivo que los rurales.

Las soluciones propuestas abarcan desde aparatos de cocina eléctricos, como ollas a presión y cocinas de inducción, hasta cocinas de gas licuado del petróleo (GLP), que utilizan biogás doméstico. Las familias también pueden recurrir a combustibles de etanol para cocinar o a combustibles de biomasa procesados, como briquetas y pellets.

Anjelicah Wanjiro Mugure lleva tres años cocinando con etanol. Su vida ha cambiado. Utiliza una cocina de etanol líquido, vendida por Koko Networks, una de las principales empresas privadas del mercado de cocina limpia y biocarburantes, con sede en Kenia, que opera en África Oriental y en la India.

“Es una solución mucho más segura, no contaminante y asequible. También permite ganar tiempo, porque en Mathare se puede encontrar etanol”, señala Anjelicah, que regenta una pequeña tienda de cosméticos en el barrio.

Gracias a la cocina limpia, la vida cotidiana de la familia Auma Omondi de Mathare también ha cambiado: “Tengo tres hijos de seis años, tres años y cuatro meses. Antes cocinaba con gas y era peligroso para ellos. También era mucho más caro”, afirma Judith Auma Omondi, ama de casa de 34 años.

La solución para cocinar con etanol es más económica: una estufa Koko cuesta 1.715 chelines kenianos (cerca de 14 dólares), y una recarga de un litro de etanol cuesta solo 85,65 chelines (70 céntimos), frente a los 260 chelines que cuesta aproximadamente la recarga de un kilo de gas. El marido de Judith también ha encontrado trabajo como dependiente en la red Koko. A día de hoy, medio millón de kenianos cocinan con soluciones de etanol de Koko Networks.

En las zonas rurales, estas nuevas soluciones para cocinar de manera limpia también están liberando a las mujeres del tiempo que dedicaban a ir a recoger leña o biomasa tradicional (lo cual plantea problemas adicionales de seguridad en algunas zonas, sobre todo en la RDC) y las están movilizando en la lucha contra la mitigación del cambio climático.

Estas soluciones exigen modelos económicos innovadores. Por ejemplo, la empresa británica Bboxx, que lanzó Bboxx Cook en la RDC y en Kenia en 2021, se ha asociado con operadores de telecomunicaciones del continente para llegar a los hogares del “último kilómetro” con sus soluciones de GLP y energía solar fuera de la red, permitiéndoles pagar por su consumo de energía limpia con un teléfono móvil según el modelo “pay as you go” (prepago).

This article has been translated from French by Guiomar Pérez-Rendón