Ariel Goldstein, sociólogo: las Iglesias evangélicas navegan entre una “labor social rescatable” y “la demonización del otro” que mina los pilares democráticos

Ariel Goldstein, sociólogo: las Iglesias evangélicas navegan entre una “labor social rescatable” y “la demonización del otro” que mina los pilares democráticos

Why are evangelical churches in Latin America increasingly influencing the region’s political, social and economic agenda? Argentine sociologist Ariel Goldstein provides some insight into the phenomenon.

(Archivo personal)

En las últimas décadas, las Iglesias evangélicas han irrumpido con fuerza en los escenarios político, social y económico de la región. Al permear las fronteras tenidas antes con el Estado, influyen en el desarrollo de agendas que no cuentan con el beneplácito de una parte de la opinión pública, concretamente cuando se abordan temas como la familia, el género o la sexualidad. Si en el pasado estas Iglesias se limitaban a influir desde sus templos, hoy su presencia en la esfera política, ya sea en términos de representación partidaria o electoral, ha disparado las alarmas sobre una posible evangelización de la política y los peligros que esto implicaría para la democracia e incluso para determinados derechos asentados.

En América Latina, según la encuestadora chilena Latinobarómetro, casi el 22% de la población se declara seguidora de la religión evangélica, bastante para una región que siempre se ha considerado católica. De hecho, aunque la mayoría sigue siendo católica –en un 56%–, la identificación con esta Iglesia disminuye a medida que el número de seguidores de las Iglesias evangélicas aumenta.

Equal Times conversó con el sociólogo argentino Ariel Goldstein, doctor en Ciencias Sociales y autor de Poder Evangélico. Cómo los grupos religiosos están copando la política en América, para entender por qué estas Iglesias, a pesar de ser minoritarias, adquieren cada vez más protagonismo en la región.

¿Quiénes son los evangélicos, en qué creen y qué valores defienden?

Son grupos que tienen distintas ramificaciones internas, me parece que los que han crecido más en los últimos años, sobre todo en lo relacionado con su actuación política, son los pentecostales y los neopentecostales. Estos grupos tienen esta cuestión de llevar al culto el tema de los milagros, la creencia en los demonios y esta idea de una lucha, de alguna manera, entre el bien y el mal.

También está el tema de la teología de la prosperidad, que significa el establecimiento de un pacto con Dios para la prosperidad económica. En la medida en que los fieles hagan donaciones a la iglesia, esto va a repercutir en sus vidas. Y esto se conecta con el tema del emprendimiento en América Latina, que es una fuerza importante de la economía, de la gente que se percibe como emprendedora, especialmente en la clase media baja, en los sectores más populares.

¿Cómo se explica su creciente protagonismo en la región? ¿Qué están haciendo para que sus Iglesias ganen cada vez más seguidores?

Lo que se destaca en este fenómeno del pentecostalismo es la plasticidad con que estas Iglesias se adaptan a los cultos, a las costumbres locales; desarrollan las misas, los encuentros en un lenguaje que es más próximo. En general, estos pastores viven en las propias comunidades donde hacen los cultos religiosos, pertenecen a esa comunidad; son pastores que además pueden mantener relaciones matrimoniales, no es como los sacerdotes de la Iglesia [católica], por eso también son percibidos como más cercanos. Hacen [al mismo tiempo] mucho uso de las redes sociales, algo que me parece que la Iglesia católica no ha desarrollado tanto. En el caso de los pastores evangélicos se puede ver que muchos son influenciadores. Especialmente en Brasil ha habido un fenómeno tremendo en ese sentido, pero en otros países también.

[Hay que añadir] la plasticidad [que tienen] para captar algunas fuentes de innovación que hay en la sociedad para incorporarlas como parte del culto: las bandas de rock evangélico son un ejemplo; la temática de los conciertos, la música, le da una fuerza emotiva y convocante a estos cultos que es muy fuerte.

Muchas veces estas Iglesias se desarrollan como empresas, en competencia por los fieles y no solamente tienen iglesias, sino que tienen patios de comidas, canchas para hacer deportes, guarderías para cuidar a los niños. Se convierte en un espacio de esparcimiento y cuidado para las familias donde también se recibe adoctrinamiento religioso. [Un punto importante, por lo tanto] es la construcción de comunidad que hacen estas Iglesias.

En la esfera política, ¿qué impacto tiene la expansión de estos grupos en América Latina?

Estas Iglesias en general aparecen vinculadas a liderazgos políticos autoritarios, [Jair] Bolsonaro [en Brasil], [Donald] Trump [en Estados Unidos]; se ha hablado también de Daniel Ortega en Nicaragua y su alianza con las Iglesias; [Alberto] Fujimori [en Perú] en su momento; Rafael López Aliaga [actual alcalde electo de Lima]. No son líderes estándar sino que son líderes con una tendencia al autoritarismo y en general una agenda más conservadora en cuanto a temas de género, sexuales o reproductivos.

Lo más notable es la participación política de los evangélicos pentecostales y su presencia en términos de una agenda en defensa de la familia, etc., porque la cuestión de la familia tiene un papel importante no solo hacia afuera como defensa de una agenda moral sino hacia adentro porque las familias de los pastores son vistas como un modelo de referencia para los fieles en la iglesia, por eso son un poco líderes de opinión para los propios fieles, muestran la familia perfecta, un modelo a seguir.

¿Estos vínculos son exclusivamente con fuerzas de derecha o también con fuerzas de izquierda?

Puede haber alianzas tácticas, de hecho las hubo con [Luiz Inácio] Lula da Silva y Dilma [Rousseff, ambos del ala progresista] en Brasil en su momento.

Pero cuando se unen con gobiernos de derecha, hay una alianza más de una visión del mundo compartida que es de distinta naturaleza. [A lo que se une] el intercambio económico, por ejemplo: cómo Bolsonaro favoreció a las Iglesias económicamente. Y no solo económicamente sino con políticas concretas que llevaron al Estado a una agenda moral conservadora. [Como ejemplo], el caso de Rafael López Aliaga, alcalde electo de Lima que fundó un partido que es una especie de bolsonarismo peruano, Renovación Popular: este es una alianza entre los militares, los católicos conservadores del Opus Dei y los pastores [evangélicos].

También surgen alianzas en algunos contextos para la política entre católicos conservadores y evangélicos, por ejemplo, contra el aborto como sucedió en Argentina en Buenos Aires con las movilizaciones del 2018. Hay relaciones de competencia, pero también puede haber relaciones de cooperación, asociación, entre católicos conservadores y evangélicos en determinadas coyunturas.

¿Qué es lo que está en juego en esta red de alianzas y poderes?

El tema de los valores y de la ideología juega un papel en estas alianzas, por eso digo que hay una visión de mundo compartida cuando esta alianza se da con gobiernos de derecha. Más allá de eso, lo que también es importante es la relación con el Estado, porque en la medida en que estos grupos se acercan al Estado pueden obtener recursos e influir en las políticas públicas, por eso desarrollan una relación muy pragmática. Vemos ahora que después del triunfo de Lula, Edir Macedo [líder evangélico] dijo: “bueno, ya estamos rezando por el bien de Lula, es el elegido de Dios”, pues tienen esa plasticidad para readaptarse siempre al gobierno de turno.

Para mí, el caso de Brasil es el más claro en el sentido de cómo funciona todo esto. Por ejemplo, lo que más le interesa a la bancada evangélica en el congreso brasileño es el acceso a la comisión de Ciencia y Tecnología, ¿por qué? porque es la que da las licencias de radiodifusión. Ellos buscan desarrollar sus propios medios de comunicación [...], pero para acceder a los medios la relación con el Estado es importante. Inicialmente estas Iglesias recaudan el diezmo y luego crecen, y una segunda etapa es la compra de espacio en un medio de comunicación o, como ocurre en Brasil más claramente, la compra de un medio propio como la TV Record de Edir Macedo [Iglesia Universal del Reino de Dios].

¿Es posible gobernar en América Latina sin el apoyo de las Iglesias evangélicas?

Depende del país. En Uruguay es posible que sí, en Argentina quizá todavía sea posible, en Brasil no. En México dudo que sea posible. Un factor importante como indicador es la religiosidad de la sociedad –más allá de si son evangélicos–; es decir, cuántos católicos y evangélicos suman en la sociedad. Por ejemplo, México tiene una legislación que es bastante defensora de la laicidad del Estado, pero siendo el 95% de la población religiosa, sumando evangélicos y católicos, esto ya muestra que hay una fuerte permeabilidad, una fuerte presencia de los grupos religiosos en las estructuras del Estado y por eso se ve la alianza de AMLO [Andrés Manuel López Obrador] con las Iglesias evangélicas.

¿Suponen estos grupos un peligro para la región? Es decir, ¿hasta qué punto pueden considerarse una ‘amenaza’ para determinados derechos?

Lo de amenaza es un poco estigmatizante, preferiría no decirlo así, es decir, son grupos que construyen comunidad, que tienen una labor social rescatable, pero que cuando actúan en la política quizás ahí se dan una serie de formas de actuar que son cuestionables porque son poco tolerantes con las creencias del otro y a veces, como pasó en Brasil ahora, tienden a la demonización del otro. La agenda del gobierno de Bolsonaro fue muy estimulada por este tipo de visión donde no se permite la pluralidad, sino que se quiere imponer una agenda religiosa a grupos que no piensan igual, y eso puede minar las bases de la democracia.

¿Cómo hacer frente al avance de este poder evangélico?

Creo que la defensa del Estado laico es importante. Además, la falta de presencia del Estado o un Estado corrompido en los barrios populares, que es un gran problema en América Latina, favorece el crecimiento de estas Iglesias. El Estado tendrá que tener una acción más coordinada con las ONG por ejemplo, con grupos de la sociedad civil y grupos políticos, que defiendan un Estado laico pero que actúen socialmente en los barrios, es decir, en la construcción de comunidad, pero no comunidad religiosa, comunidad de asociaciones intermedias de la sociedad que permitan darle contención a la gente, sacarla de las redes de narcotráfico, porque, por ejemplo, en el caso de Brasil, pero también en otros países, las Iglesias y el narcotráfico es lo que más está presente en las favelas, en las villas [barrios populares]. Este tema es fundamental porque este crecimiento de las Iglesias y su actuación política es el resultado de esa falta de efectividad del Estado para resolver grandes problemas de la población.

This article has been translated from Spanish.