La sórdida carrera por los beneficios de Orpea (y otros) y por qué ha llegado la hora de poner en cuestión la mercantilización de los cuidados

Aun cuando los responsables políticos suelen considerarlo una carga, muchos inversores ven en el envejecimiento de la población un interesante mercado en expansión con una demanda infinita, un flujo constante de financiación pública y la posibilidad de obtener grandes beneficios. Sin embargo, ante la oleada de proveedores de servicios de cuidados que se declaran en quiebra y el rescate con dinero público de la multinacional francesa de prestación de cuidados Orpea a finales de enero de 2023, ha llegado la hora de poner en cuestión la mercantilización de los cuidados.

En una entrevista de 2015, Jean Claude Marian, fundador de la desprestigiada multinacional francesa de cuidados ORPEA, explicaba la mentalidad de mercado que subyace a la estrategia de expansión del grupo: “Tenemos suerte de estar en la cresta de la ola de las necesidades de las personas de edad muy avanzada, lo que nos permitirá seguir teniendo en los próximos 5, 10, 15 años la posibilidad de un crecimiento considerable”.

De hecho, la investigación del Centro para la Responsabilidad e Investigación Fiscal Internacional Corporativa muestra que desde 2015, Orpea añadió en promedio una cama por hora a sus actividades. En 2020, el grupo adquirió una nueva residencia u hospital cada 3,3 días y, entre 2015 y 2020, la facturación aumentó un 64% (de 2.400 a 3.900 millones de euros), con unos beneficios que pasaron de 183 a 210 millones de euros.

Evidentemente, lo que Marian no explicó fue el sórdido trasfondo de la búsqueda incesante de beneficios por parte del grupo: reducir costos por todos los medios posibles, ya fuera a través de salarios bajos y el uso ilegal de contratos temporales para los cuidadores, o racionando los alimentos y los productos de higiene para los ancianos residentes.

Esta realidad quedó al descubierto en 2022 con la publicación de un libro del periodista de investigación Victor Castanet, Les fossoyeurs (Los sepultureros). La denuncia de Castanet de las prácticas de la empresa provocó indignación en Francia y en otros países, e hizo que las acciones del grupo perdieran un 90% de su valor en un año.

Sin embargo, otro aspecto de la estrategia de expansión de Orpea que no se menciona en la entrevista con Marian es que la empresa se alimentaba sustancialmente de deuda y no de los propios beneficios del grupo. Cuando la cotización de las acciones se desplomó, la empresa se vio incapaz de hacer frente a esas cuantiosas deudas. A finales de enero de 2023, tras un año de incertidumbre para trabajadores y residentes, la división financiera del Estado francés, la Caisse des dépôts et consignations (CDC), tuvo que intervenir y llegar a un acuerdo con el grupo para rescatarlo de la quiebra.

Para los residentes y los trabajadores, este rescate viene acompañado de un plan de reestructuración de la empresa, propuesto por su nueva dirección. El primer ejemplo de este plan es Bélgica. En un comité de empresa extraordinario celebrado el 16 de febrero, la dirección presentó a los representantes sindicales su “plan de futuro”, que incluye el cierre de diez residencias belgas, siete en Bruselas y tres en Flandes. Aunque de momento parece que no se perderá ningún puesto de trabajo, el hecho de tener que trasladarse a otras residencias no será nada fácil para los ancianos residentes y los cerca de 400 trabajadores afectados. A los sindicatos de Orpea les preocupa que el plan implique la venta de los inmuebles del grupo para obtener un beneficio rápido y luego volver a alquilarlos con enormes riesgos y costos, una táctica habitual de los operadores con ánimo de lucro.

Una historia recurrente

Orpea no es el único proveedor privado de servicios de cuidados que aplica arriesgadas estrategias de expansión a costa de trabajadores y residentes. De hecho, toda esta historia se parece mucho al apogeo y caída de uno de los mayores proveedores británicos de residencias para personas mayores, Four Seasons.

La rápida expansión del grupo fue impulsada por inversores de capital privado que apostaban por las crecientes necesidades de una población que envejece. Nick Hood, analista de Opus Restructuring & Insolvency en Londres, explicó: “Muy a menudo se pregunta: ‘¿Por qué los inversores estadounidenses, así como los inversores profesionales de aquí y de otros países, han invertido tanto en este sector?’ En mi opinión, creo que los deslumbró el potencial demográfico”.

Al igual que Orpea, la expansión se llevó a cabo mediante complejos planes de endeudamiento, donde los ingresos se extraían a través de un laberinto de empresas filiales y estructuras extraterritoriales. A pesar de recortar costos en la calidad de los cuidados y en las condiciones laborales para maximizar los beneficios, el grupo acabó siendo incapaz de hacer frente a sus deudas. Desde 2019, está gestionada por expertos en cuestiones de insolvencia, y no cabe duda de que la incertidumbre es inquietante para residentes y trabajadores. Hood explica que esto es lo que ocurre cuando los cuidados se mercantilizan: “Sus propietarios juegan con la deuda y esperan rentabilidades del 12% o el 14%, lo que es sencillamente inadecuado de empresas con enormes responsabilidades sociales”.

Este problema resulta cada vez más preocupante. Los informes que llegan del Reino Unido muestran un reciente aumento del número de operadores de residencias de personas mayores que se encuentran en bancarrota.

El mes pasado, en Alemania, el operador comercial de residencias de mayores Curata se declaró en quiebra, seguido pocos días después por el grupo Convivo, que también se expandió agresivamente en los últimos años. Estos procedimientos de insolvencia ponen en peligro los puestos de trabajo de 4.800 cuidadores y sumen en la incertidumbre a 18.000 personas mayores residentes.

En reacción a la quiebra del grupo alemán Convivo, un representante de la tercera edad de Bremen declaró: “Este es el resultado cuando las residencias de personas mayores pasan a manos privadas”. Sylvia Bühler, del sindicato alemán Ver.di, comentó: “El cuidado de las personas mayores no debe ser un terreno de juego para inversores ricos. Es preciso proteger de la especulación el dinero de la seguridad social y el futuro de las personas”.

Toda esta situación lleva a preguntarse: ¿Qué lugar ocupa el afán de lucro en los cuidados? Los centros de cuidados de larga duración están subvencionados en gran medida con dinero público. Cuando los riesgos financieros destinados únicamente a incrementar la rentabilidad no dan resultados, es el Estado quien debe intervenir en última instancia para garantizar el bienestar de los beneficiarios de los cuidados, una vez más con cargo al erario público. Todos estos ejemplos suponen un elevado costo para el erario público y desvían fondos que podrían destinarse a mejorar las condiciones de trabajo y la calidad de los servicios.

Los sindicatos de la EPSU, la federación europea que organiza a los trabajadores de los servicios del cuidado, llevan años advirtiendo de estos riesgos y reclamando profundos cambios estructurales en todo el sector. En su libro The Care Crisis (La crisis de los cuidados), publicado en 2022, la profesora Emma Dowling afirma sin ambages que hay que poner fin a la financierización de los cuidados: “El ámbito de los cuidados no debería estar al alcance de formas de inversión financiera de alto riesgo, particularmente el capital riesgo y las formas de ingeniería financiera basadas en la deuda, donde las expectativas de altos rendimientos del capital se mantienen a expensas de la calidad del empleo y de la calidad de los cuidados”. Los fondos destinados a los cuidados deben permanecer en el sistema y no distribuirse entre inversores privados. La mentalidad de mercado debe sustituirse por un enfoque centrado en el ser humano y basado en las necesidades.