Una revolución aplazada: las mujeres egipcias exigen un cambio

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25 de enero del 2011. Aunque Shaimaa Abdel Rahman estaba pasando sus vacaciones de verano en la ciudad costera de Alejandría, decidió unirse a las protestas que se habían organizado aquel día en casi todas las ciudades egipcias.

Lo que no sabía entonces es que participaría en el acontecimiento más importante de Egipto en décadas: la Revolución del 25 de enero.

Esta maestra de 31 años es una de los millones de mujeres egipcias que desempeñaron un papel activo durante la revolución y los acontecimientos posteriores.

“Antes de la revolución nunca había sido activa a nivel político, pero siempre estuve al frente de todos los movimientos que exigían una mejora de las condiciones laborales en mi lugar de trabajo”, señaló.

Según Mona Ezzat, una activista y figura prominente del Partido de la Alianza Socialista, las mujeres egipcias habían participado en las protestas y acontecimientos que desembocaron en la revolución.

Ezzat explicó: “A partir del 2006, Egipto fue testigo de una enorme oleada de protestas sociales.

 Las mujeres participaron activamente junto a los hombres en diferentes protestas que exigían no solo la mejora de las condiciones laborales, sino también poner fin al proceso de privatizaciones y a la corrupción generalizada en las fábricas y empresas estatales”.

Este creciente movimiento laboral fue uno de los factores que radicalizaron a los egipcios antes de la Revolución del 25 de enero.

Durante la ocupación de la plaza de Tahrir, que duró 18 días, Abdel Rahman conoció a activistas de la Federación Egipcia de Sindicatos Independientes.

“Me reuní con Kamal Abu Eita, al que conocía de antes por su faceta de activista político y sindical.

Era la primera vez que le veía cara a cara. También conocí a varios maestros que eran sindicalistas activos en el Sindicato Independiente de Docentes”.

A partir de aquel día, Abdel Rahman inició su carrera como sindicalista, participando en todas las actividades destinadas a mejorar las condiciones laborales de los docentes.

 

Una gran influencia

Según Ezzat, el crecimiento del movimiento sindicalista independiente fue uno de los mayores logros de la revolución.

“Por desgracia, los temas relacionados con la mujer no se encuentran entre las prioridades del movimiento”, se lamentó.

“Los hombres y las mujeres unen sus fuerzas para alcanzar objetivos de interés general, pero nunca abarcan temas relacionados con la mujer. Aunque las mujeres constituyen una gran proporción de los miembros de los sindicatos independientes, su representación en los puestos directivos es limitada”, explicó.

La junta directiva de la Federación de Sindicatos Independientes está formada por 21 miembros elegidos, cinco de los cuales son mujeres (pues las normas establecen que el 30% de la junta debe estar formado por mujeres).

Por desgracia, las mujeres no lograron resultados tan positivos en las primeras elecciones parlamentarias tras la revolución, que se celebraron en junio.

“Las mujeres solo consiguieron 10 escaños parlamentarios de los 508 que hay”, señaló Abdel Rahman.

Las elecciones parlamentarias del 16 y 17 de junio fueron uno de los primeros indicadores de que la gran influencia que ejercieron las mujeres durante la revolución no se está reflejando en la escena política egipcia.

La activista feminista Zizi Kheir sugiere que tanto los partidos islamistas como los laicos minaron la participación de las mujeres en las elecciones.

“La ley electoral establecía que cada lista electoral debía incluir a una mujer, pero no especificaba en qué posición”, apostilló.

“Por tanto, las mujeres siempre aparecían en los últimos lugares de las listas, lo cual significaba que había muy pocas posibilidades de que entraran al parlamento, ya que el número de candidatos elegidos de cada lista se determina por el porcentaje de votos que obtenga cada lista y los candidatos se van eligiendo de arriba abajo”.

 

Obstáculos

Para Abdel Rahman no fue fácil participar en la revolución y las manifestaciones posteriores.

“Como vengo de una familia conservadora era muy difícil para mí participar en actividades políticas.

A veces tenía que ocultar lo que estaba haciendo, en especial a mi padre”.

Casi un mes después de que dimitiera el ex presidente egipcio Hosni Mubarak, las fuerzas armadas disolvieron brutalmente una ocupación pacífica de la plaza de Tahrir.

Varias manifestantes fueron detenidas y sometidas a pruebas de virginidad.

Para Abdel Rahman, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) estaba intentando reafirmar la concepción tradicional de que las mujeres son poco más que un cuerpo para los revolucionarios.

 “El CSFA utilizó humillantes pruebas de virginidad para intimidar a los revolucionarios/as. El acoso sexual durante las protestas también se usó con el mismo objetivo”, añadió.

Por suerte, las acciones del CSFA no dieron resultado. Las protestas siguieron adelante, al igual que la participación de las mujeres en las mismas.

Kheir considera que este es un claro indicador de que la presencia de las mujeres en la esfera pública es lo suficientemente fuerte como para resistir todos los intentos de acabar con ella, en especial tras el auge de los partidos políticos conservadores e islamistas.

“El 20 de diciembre del 2011, Egipto fue testigo de lo que más tarde se describió como ‘la mayor manifestación de mujeres’ desde la revolución de 1919 [contra la ocupación británica].

Miles de mujeres, a las que se unieron los hombres, se lanzaron a la calle para condenar a la policía militar por haber asaltado y desnudado a una manifestante.

Mujeres de diferentes edades y estratos sociales participaron en la manifestación bajo el lema: ‘los militares nos robaron nuestra revolución y ahora las mujeres la vamos a recuperar’”, explicó Kheir.

 

A la espera de un cambio

“El 25 de enero, los egipcios se lanzaron a la calle exigiendo ‘Pan, libertad y dignidad’. Hoy en día, un año y medio después, siguen esperando que se satisfagan sus demandas”, denunció Ezzat.

“En las últimas semanas se han organizado en Egipto varias manifestaciones contra las políticas sociales y económicas, así como una serie de huelgas y ocupaciones laborales.

Existe el potencial para integrar los temas relacionados con la mujer en estos movimientos sociales y políticos, siempre y cuando se desarrolle un movimiento de mujeres”.

Para Abdel Rahman, tener una fuerte presencia de mujeres en las diversas organizaciones y sindicatos constituye el primer paso hacia la integración de los temas relacionados con la mujer en los movimientos sociales y políticos más amplios.

 “Nuestra presencia en diferentes organizaciones es el mejor modo de convertirnos en una verdadera fuerza sobre el terreno y darnos un empujón para plantarnos frente al Gobierno y luchar por nuestras reivindicaciones”.

Ezzat propone que las ONGs que trabajan en el área de los derechos de la mujer tomen la iniciativa para desarrollar dicho movimiento en cooperación con los partidos y movimientos políticos.

“Las ONGs y los partidos [políticos] suelen coordinar esfuerzos para cuestiones específicas, pero tendrían que desarrollar un programa integral que abarcara los temas relacionados con la mujer para poder empezar a construir un movimiento de mujeres”, señaló.

Abdel Rahman cree que las mujeres dieron un enorme paso adelante durante la revolución.

“Ahora está muy claro que somos interlocutoras válidas en el proceso revolucionario. Los egipcios no habrían podido derrocar al antiguo régimen sin la contribución de millones de mujeres.

Y no podrán conseguir el resto de sus reivindicaciones sin ellas. Ahora es cuando tenemos que reconocer nuestro poder y empezar a perseguir nuestras reivindicaciones específicas”, afirmó.