Un año después del fin de la revolución, los trabajadores/as migrantes africanos siguen estando perseguidos en Libia

News

 

El 23 de octubre hizo justo un año que finalizaron los nueve meses de guerra civil y que el Consejo Nacional de Transición (CNT) anunció la “liberación” de Libia, pero para muchos continúan las hostilidades.

[caption id="attachment_3611" align="alignnone" width="530"] Los migrantes, en su mayoría procedentes del África subsahariana, están detenidos en improvisados centros de detención durante períodos ilimitados de tiempo (Photos/Sara Prestianni/FIDH) 

[/caption]

Sobre todo para los trabajadores/as migrantes subsaharianos, que siguen siendo víctimas de las milicias, las cuales les someten a tratos degradantes y xenófobos que suelen poner en peligro sus vidas.

Un reciente informe publicado por la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), Migreurop y Justicia sin Fronteras para los y las Migrantes (JWBM) revela la verdadera magnitud de la situación.

El informe, titulado “Libia: acabar con el acoso a los migrantes”, se basa en el testimonio de cientos de migrantes en ocho centros de detención en Trípoli, Bengasi y las montañas de Nafusa.

Dicho informe denuncia que la policía detiene a miles de migrantes en controles e incluso en sus hogares.

Su único delito es ser negros, por lo que siguen levantando sospechas de ser leales a Gadafi.

Tras detenerles, les encierran indefinidamente en campos improvisados sin asesoramiento jurídico y con pocas esperanzas de ser liberados.

“Las condiciones en estos campos son inhumanas y degradantes”, denuncia Sara Prestianni de Migreurop y JWMB, que visitó varios campos en junio.

“Las celdas están masificadas y carecen de la higiene básica. A los detenidos rara vez les dejan salir al aire libre.

Asimismo, sufren maltratos físicos y psicológicos por parte de los guardias”.

 

Las políticas de Gadafi

Durante la Revolución Libia, que duró de febrero a octubre del 2011, los africanos negros eran un objetivo visible para los soldados leales a Gadafi y para los rebeldes de la oposición, que les acusaban de ser mercenarios.

Aunque era cierto en el caso de un pequeño número de combatientes de Chad, Sudán y el norte de Níger, la mayoría de los africanos subsaharianos en Libia son migrantes económicos que llegaron animados por la política de Gadafi de “puertas abiertas a los trabajadores/as migrantes”.

También hay varios solicitantes de asilo del Cuerno de África, especialmente de Somalia y Eritrea.

Sin embargo, como Libia no ha ratificado la Convención de Ginebra de 1951 y no tiene una política oficial de asilo, estos refugiados pasan por el país mientras intentan llegar a Europa, donde pueden acceder a “la protección internacional a la que legalmente tienen derecho como refugiados y que Libia no puede garantizarles”, según explica Messaoud Romdhani, el vicepresidente de una organización tunecina de derechos humanos que también participó en la investigación.

Se calcula que antes de la guerra la cifra de trabajadores/as extranjeros en Libia ascendía a entre 1,5 y 2,5 millones de personas de una población total de 6,4 millones.

 Un mes después de la guerra, la Organización Internacional para las Migraciones registró la salida de 778.981 migrantes a partir de febrero del 2011.

 

Agresiones antimigrantes

Sin embargo, los que siguen en el país se enfrentan a una discriminación abierta.

Un líder rebelde de la facción Libia Libre aseguró a la delegación de la FIDH, Migreurop y JWBM que “la prioridad actual consiste en limpiar el país de extranjeros y acabar con las prácticas de Gadafi, que dejó entrar a cantidad de africanos a nuestra patria”.

“Ya no queremos a esta gente aquí, pues solo traen enfermedades y delincuencia”.

La hostilidad hacia los migrantes subsaharianos no empezó con el derrocamiento de Muamar el Gadafi.

En otoño del 2000, unos disturbios xenófobos dejaron unas 130 víctimas africanas.

Sin embargo, en un principio Gadafi abrió los brazos a la migración laboral procedente del África subsahariana con el pretexto de fomentar la expansión económica y la hermandad panafricana.

Pero cuando Libia empezó a reforzar los vínculos con la UE y en especial con Italia, que sigue siendo una popular puerta de entrada a Europa para los migrantes y solicitantes de asilo, el país inició una campaña de represión.


Tras la revolución

La revolución libia fue uno de los episodios más violentos de la Primavera Árabe. Sin embargo, un año después del derrocamiento de una dictadura de 42 años, los libios siguen enfrentándose al enorme reto de reconstruir el país.

En Libia existen muy pocas instituciones de la sociedad civil y el CNT sigue luchando para crear un Gobierno central viable.

Por tanto, los diversos grupos y facciones rebeldes que ayudaron a derrocar a Gadafi están asumiendo actualmente la responsabilidad de mantener la ley y el orden en el país.

El ataque del mes pasado al consulado estadounidense en Bengasi, que tuvo como consecuencia la muerte del embajador estadounidense Chris Stevens y de otros tres funcionarios de la embajada, fue un triste recordatorio de las dificultades a las que se enfrenta Libia en el camino hacia la estabilidad y la democracia.