¿Quién saldrá peor parado con la nueva Constitución egipcia?

 

Cientos de miles de egipcios han salido a la calle para protestar por el polémico proyecto de Constitución de Egipto.

[caption id="attachment_5004" align="alignnone" width="530"] Una mujer egipcia protesta con un parche en el ojo en una manifestación contra la Hermandad Musulmana en el exterior del palacio presidencial en El Cairo. Escrita en árabe, la siguiente frase: "El gas lacrimógeno me dañó el ojo". (AP Foto/Hassan Ammar) 

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El martes, en una concentración anunciada como “Última advertencia”, decenas de miles de egipcios rodearon el palacio presidencial en El Cairo.

El miércoles, la capital fue el escenario de violentos enfrentamientos entre partidarios y detractores del presidente Mohamed Morsi. Hasta ahora, seis personas han muerto en los enfrentamientos y cuatro de los consejeros de Morsi han dimitido.

 La gente está enfadada porque es evidente que el presidente Morsi ha acaparado más poder del que le correspondía, ampliando sus atribuciones temporalmente por decreto.

Para el 15 de diciembre se ha convocado un precipitado referéndum sobre el proyecto de Constitución. Sin embargo, si éste se aprobara, las mujeres y los sindicatos serían algunos de los grupos que peor saldrían parados.

El proyecto de Constitución está compuesto por 234 artículos y fue redactado y aprobado por la Asamblea Constituyente de Egipto, que está controlada por los islamistas.

Según una coalición de grupos laicos de la oposición, el proyecto ha sido condenado ampliamente por “[intentar] imponer una identidad nacional religiosa extremista, muy parcial y contraria al carácter moderado y a la apertura al mundo de Egipto".

Los grupos de mujeres y las organizaciones de derechos humanos han sido especialmente críticos con el modo en que ignora los llamamientos a favor de la igualdad de género y limita las libertades democráticas.

 

Gran preocupación

Por ejemplo, el proyecto de Constitución contiene varias disposiciones que vulneran las normas laborales internacionales consagradas en los convenios fundamentales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

La Confederación Sindical Internacional ha manifestado su gran preocupación por varios de los puntos del proyecto de Constitución, incluido el derecho a la libertad sindical.

Aunque el artículo 52 reconoce el derecho de los sindicatos a organizarse y actuar libremente, el artículo 53 dispone que solo se permitirá un sindicato por sector, limitando así el ámbito en el que los sindicatos son libres de organizar sus estructuras.

En cuanto al trabajo forzoso, que constituye una clara violación de los derechos humanos, el artículo 63 establece que “no habrá trabajo forzoso, excepto con arreglo a la legislación”.

La OIT ha identificado circunstancias excepcionales y muy limitadas en las que el Estado puede recurrir al trabajo forzoso; ninguna de ellas se encuentra incluida en el proyecto de Constitución.

Por el contrario, el artículo 63 parece otorgar al Parlamento total discrecionalidad para definir cuándo se puede exigir el trabajo forzoso.

 Aunque en el preámbulo se puede encontrar el principio de no discriminación por género, en el cuerpo de la Constitución no existe ninguna expresión explícita que consagre claramente el derecho a la no discriminación entre hombres y mujeres.

El artículo 33, que se centra en la igualdad, ofrece una declaración general de la igualdad de derechos, pero omite una frase que aparecía en los tres proyectos anteriores y versaba sobre las bases específicas de la no discriminación, incluido el género.

El único artículo que menciona de manera explícita a la mujer es el 10, que relaciona el papel de la mujer en la sociedad con sus obligaciones hacia la familia y hace referencia a la moralidad y los valores de la familia egipcia.

A los activistas les inquieta que esta ambigüedad pueda ser el primer paso para introducir cambios jurídicos en el ámbito de los derechos de la mujer (en la legislación relativa a la educación, el trabajo y la condición jurídica de las personas).

Los críticos también temen que la Constitución vulnere los derechos de la mujer y prepare el terreno para que las fuerzas religiosas impongan sus conservadoras interpretaciones sobre el tema de la mujer.

 

Batallas

Las mujeres egipcias han destacado por estar siempre en primera línea de la lucha por el progreso, pero casi un año y medio después del triunfo de la revolución del 2011 todavía siguen esperando a que se cumplan sus sencillas demandas.

Asimismo, muchas mujeres egipcias se tienen que enfrentar a una difícil situación económica.

 Las mujeres son el principal sustento de entre el 30 y 40% de las familias egipcias, pero en los últimos seis años la tasa de desempleo entre las mujeres ha sido tres veces mayor que entre los hombres.

El empleo femenino suele limitarse a profesiones culturalmente aceptadas, en especial en los campos de la salud y la educación.

Aunque estos sectores son relativamente estables, en los últimos años sus trabajadores/as han luchado contra la mala gestión, la corrupción generalizada y el aumento del número de contratos laborales de corta duración.

Como resultado, en los últimos cuatro años se han llevado a cabo varias huelgas con gran participación de mujeres, en especial en el sector sanitario.

Además, cabe destacar que los trabajadores/as agrícolas y del hogar están totalmente excluidos de la legislación laboral.

Asimismo, en Egipto existe una enorme brecha salarial entre hombres y mujeres (de hasta un 20,3% en todos los sectores y superior en el sector privado).

La raíz del problema es la desigualdad en los códigos laborales y la aplicación de la legislación, así como la falta de medidas que apoyen a la mujer en el trabajo.

En una sociedad tan patriarcal, las mujeres egipcias también suelen enfrentarse al acoso verbal y sexual en el lugar de trabajo, en especial en las fábricas, donde los empleadores y administradores se aprovechan del temor de las víctimas a perder sus puestos de trabajo o a tener una mala reputación en una sociedad en que las mujeres siempre tienen la culpa.