El trabajo doméstico no acaba nunca

 

Si fuesen una nación, sería mayor que Sudáfrica y poco menor que Francia.

Según el último informe de la OIT, en el mundo entero hay 52,6 millones de trabajadores y trabajadoras del hogar, pero se trata de una estimación moderada, dado que no incluye a los menores empleados en el servicio doméstico, que suman 7,4 millones.

 

De hecho, según sindicatos y ONG, la cifra real sería mucho más elevada.

Teniendo en cuenta que muchos de ellos ni siquiera están registrados como trabajadores, su número podría llegar incluso a alcanzar los 100 millones.

No obstante, el estudio revela una tendencia a la alza en relación con el trabajo doméstico, que ha aumentado en más de 19 millones de trabajadores/as en los últimos 18 años, cuando según estimaciones mundiales eran apenas unos 33 millones.

El motivo de este incremento en la demanda de empleados del servicio doméstico guarda relación esencialmente con el envejecimiento de la población, la creciente participación de las mujeres en la fuerza laboral (sin que haya una distribución adecuada de las tareas del hogar entre hombres y mujeres), la escasa calidad de los servicios públicos y horarios laborales irregulares para las parejas jóvenes.

Pese a la relevancia socio-económica global de su trabajo, particularmente en lo que respecta a la mano de obra migrante y sus remesas, los trabajadores y trabajadoras del hogar a menudo reciben un trato menos favorable que otras categorías de trabajadores.

Sufren algunas de las peores condiciones de trabajo, incluyendo bajos salarios, horas de trabajo excesivas, falta de protección social, acoso y abusos.

Si bien los bajos salarios en el sector se atribuyen al hecho de las pocas cualificaciones requeridas, el trabajo doméstico está claramente infravalorado en la sociedad, lo que sitúa a estos trabajadores y trabajadoras en una posición muy débil a la hora de negociar con sus empleadores.

Además la posibilidad de formar sindicatos y de ejercer su derecho a la negociación colectiva ha sido casi inexistente para este colectivo de trabajadores hasta la fecha.

“La explotación de los trabajadores domésticos puede atribuirse en parte a lagunas existentes en la legislación laboral y del empleo de los países, aunque a menudo es el reflejo de un trato discriminatorio por razón de sexo, raza o casta”, indica la OIT.

 

Convenio No. 189

Es por ello que la OIT adoptó un nuevo instrumento internacional sobre normas de trabajo el año pasado.

El Convenio No. 189 pretende garantizar que los trabajadores y trabajadoras del hogar reciban un trato justo, como cualquier otro trabajador, incluyendo libertad sindical, el derecho a la negociación colectiva y a recibir un salario mínimo.

El Convenio estipula además que deben disfrutar de un día libre a la semana, recibir pagos mensuales y tener acceso a la seguridad social, incluyendo prestaciones en caso de maternidad.

El resultado de la adopción de un convenio específico, vinculante para el Gobierno que lo ratifique, resulta tanto más significativo si consideramos que los empleados del servicio doméstico no representan una categoría profesional vinculada a un sector económico definido donde exista una tradición de representación sindical.

Sin embargo, tal como refleja el eslogan de una reciente campaña, los empleados y empleadas del hogar ‘trabajan como cualquiera, trabajan más que nadie’.

Hasta la fecha, tres países han ratificado ya el Convenio No. 189: Mauricio, Uruguay y Filipinas, y otros cuatro han completado el proceso de ratificación: Bolivia, Nicaragua, Paraguay e Italia.

Conviene mencionar que Italia ha sido el primer país europeo que se comprometió a respetar esta nueva norma del trabajo y el primer país ‘receptor’, teniendo en cuenta que la mayor parte de sus trabajadores/as del hogar son migrantes.

Se espera que en 2013 se produzcan más ratificaciones, de países como Bélgica, Dinamarca, Noruega, Costa Rica, Colombia, República Dominicana, Sudáfrica, Senegal y Australia.

Algunos otros países adoptaron leyes nacionales sobre el trabajo doméstico en 2012, como Chile, España, Brasil, Singapur, Tailandia, Vietnam y Malawi.

Se han registrado claras mejoras en el último año, gracias en parte a la campaña ‘12 para 12’, una iniciativa desarrollada en más de 85 países por la Confederación Sindical Internacional (CSI) en asociación con la Red Internacional de Trabajadoras del Hogar (IDWN) y otras Federaciones Sindicales Internacionales y grupos de derechos humanos.

La noción de ‘trabajador del hogar’ según la OIT incluye también a jardineros, chóferes o mayordomos, que generalmente son hombres, pero no cabe duda de que éste sigue siendo un sector donde predominan las mujeres, que constituyen más del 80 por ciento de todos los trabajadores del hogar.

Por ejemplo, en Oriente Medio una de cada cinco trabajadoras está empleada en el servicio doméstico, y a una de cada seis en América Latina y el Caribe.

Por este motivo, una de las principales preocupaciones de la OIT es el derecho a la protección de la maternidad, especialmente en regiones donde todavía no se aplica el principio de igualdad de trato, como es el caso de Oriente Medio y el Golfo Pérsico.

En algunos países hay incluso discriminación en cuanto a la remuneración en función del género y la nacionalidad.

En Malasia, por ejemplo, las empleadas del hogar de origen filipino reciben salarios más elevados que las indonesias, mientras que en Jordania están mejor pagadas que las procedentes de Sri Lanka o de Etiopía.

De ahí la urgente necesidad de que se ratifique cuanto antes el Convenio No. 189, que garantizaría al menos un trato justo y equitativo.