Ya es hora de poner fin a los ataques contra la educación de las niñas

 

Pakistán contabiliza aún el costo humano de la semana de violencia desatada contra los docentes y sus alumnas por el simple hecho de querer ir a la escuela.

Cuando el sábado por la mañana las estudiantes de secundaria se reunieron en una escuela del barrio de Baldia en Karachi para la ceremonia de entrega de premios, varias granadas fueron lanzadas hacia el interior del edificio y se oyeron disparos.

El director de la escuela, Abdul Rasheed, murió en el acto y cinco estudiantes de la escuela fueron ingresadas en el hospital. Tres de ellas se encuentran entre la vida y la muerte.

Si bien nadie ha reivindicado aún la matanza, se piensa que los perpetradores pertenecen a una secta terrorista talibán conocida como el grupo TPP.

Su campaña de violencia contra la educación de las niñas se ha trasladado de las zonas tribales a la ciudad más grande del país.

Este último ataque se produce tras la muerte de Shahnaz Nazli la semana pasada.

Esta docente de 41 años fue asesinada delante de su hijo a solo 200 metros de la escuela para niñas donde enseñaba en el distrito tribal de Khyber, situado entre la ciudad de Peshawar en el noroeste del país y la frontera afgana.

Esta serie de ataques terroristas, orquestada por oponentes a la educación de las niñas, ha suscitado indignación a nivel nacional e internacional.

La noticia provocó una fuerte reacción pública, similar a la que siguió la tentativa de asesinato de Malala Yousafzai, la activista de 15 años a la que también dispararon por el mero hecho de defender la educación de las niñas.

Actualmente, además de la petición que circula en el sitio web de Education Envoy pidiendo el fin de la violencia contra los docentes que defienden el derecho de las niñas a la educación, la Internacional de la Educación , una organización que representa a más de 30 millones de docentes y educadores en todo el mundo, ha creado un fondo de becas en honor de Nazli.

La Internacional del a Educación ha indicado que el programa de becas ayudará a las docentes y alumnas de Pakistán que hayan sido agredidas por apoyar la educación de las niñas.

 

Protestas

La petición y el fondo de becas, que constituyen una herramienta de lucha contra los intentos de prohibir la educación de las niñas, surgieron a raíz de la intervención del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, que en un comunicado especial condenó la agresión contra Nazli y ha brindado su apoyo personal a los docentes y educadores perseguidos por defender la educación de las niñas.

Sin embargo, los recientes ataques son un claro recordatorio de que las persistentes amenazas, la intimidación, los disparos, los ataques incendiarios y, en ocasiones, los asesinatos son las armas de los talibanes en su guerra contra la oportunidad que supone la educación para las niñas.

El pasado octubre, consternado por la tentativa de asesinato contra Malala y bajo la presión de una petición firmada por tres millones de personas, el Gobierno pakistaní acordó, por primera vez, elaborar leyes para instaurar la educación obligatoria y gratuita, y que prevén becas para tres millones de niños.

Ahora, las autoridades de Pakistán están bajo la presión de la comunidad internacional para que las fuerzas de seguridad garanticen la seguridad y protección de las docentes y niñas que quieren ir a la escuela.

En octubre pasado, se organizaron manifestaciones como respuesta espontánea de las niñas, que se identificaron con la causa de Malala, que en ese momento luchaba contra la muerte en el Hospital Queen Elizabeth en la ciudad de Birmingham en el Reino Unido.

Ahora, a las niñas se han sumado las docentes, que han organizado con gran determinación y arriesgando la vida, una campaña para defender la educación de las niñas que ha tenido una gran resonancia mediática y que han llevado hasta los lugares más peligrosos del país.

 

Acción urgente

Estas protestas se producen en un momento muy oportuno.

Lograr la educación universal para las niñas será uno de los principales temas de las reuniones que se celebrarán en Washington DC los días 17 y 18 de abril, cuando Ban Ki-moon y el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim –preocupados por los escasos avances en el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo del Milenio relativo a la educación – se reunirán con los países más rezagados en la consecución de la educación primaria universal.

Constatando que no se ha logrado disminuir el número de niñas que aún no pueden cursar estudios primarios (32 millones), los participantes en esas reuniones examinarán diferentes posibilidades como medidas legislativas, incentivos para la inversión y reformas que permitan para avanzar más y más rápidamente hacia el objetivo de escolarizar plenamente a las niñas para finales de 2015.

Sin embargo, para acabar con la discriminación cultural que impide la escolarización de las niñas es preciso impulsar, urgentemente, un movimiento popular que luche contra los prejuicios de los extremistas.

Ese movimiento se habrá de alimentar también del creciente sentimiento popular de repulsa contra la exclusión de las niñas.

Si bien en los últimos años los militantes talibanes pakistaníes han destruido cientos de escuelas en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, hay ahora un creciente movimiento de rebeldía dirigido por las propias niñas y sus docentes.

Cuando visité Pakistán después de la agresión de Malala pude constatar personalmente la determinación de las niñas, que llevaban una cinta en el pelo que decía ‘Yo soy Malala’. Ya no estaban dispuestas a pertenecer a la mayoría silenciosa, temerosa de defender la educación de las niñas.

Antes bien, se están convirtiendo en una fuerza que se afirma en la calle – y en línea – y se alza para defender sus derechos.

Estas últimas semanas en Pakistán, las chicas y los chicos no escolarizados han firmado una petición en la que exigían educación, que ha recabado más de un millón de firmas.

 

Afganistán

Los movimientos de protesta contra los ataques a las escuelas también están creciendo en Afganistán, donde durante muchos años los docentes y las niñas han estado bajo presión para mantenerse alejadas de la escuela, ya que, pese a que los talibanes ya no forman parte del gobierno nacional, siguen siendo muy influyentes en las zonas tribales.

Se calcula que también en Afganistán se han cerrado hasta 400 escuelas al imponer los talibanes su control en las zonas tribales.

Algunos padres han tenido que sacar a sus hijos de las escuelas para evitar que se encuentren atrapados en el fuego cruzado entre los talibanes y las fuerzas de seguridad.

Se ha incluso rumoreado que los extremistas Talibán envenenaban a las escolares infectando el agua de la red de suministro de las escuelas locales.

Con todo, por sorprendente que parezca, las escuelas siguen abiertas y algunas han sido abiertas nuevamente gracias a la determinación de las docentes y sus alumnas.

Algunos docentes han debido pasar a la clandestinidad, a veces ofreciendo clases que hacen pasar por lecciones de costura para seguir enseñando a la niñas. En total, cuatro millones de niñas afganas están escolarizadas actualmente.

La Internacional de la Educación ostenta un orgulloso historial de defensa de los docentes en contra de los abusos, intimidación y acoso.

Su decisión de intervenir abiertamente en Pakistán a favor de los derechos de los docentes abre un nuevo frente en la batalla por garantizar la educación de las niñas.

Nos recuerda que si nuestros debates del siglo XXI se centran en el empoderamiento de las niñas y su derecho a desarrollar todo su potencial, en algunas partes del mundo, las batallas de los siglos XIX y XX por los derechos básicos – la lucha contra la violencia, el trabajo infantil, el matrimonio de niñas, el tráfico de niños y niñas, y a favor de la educación libre de toda violencia– están aún por ganarse.

Pero como lo demuestran la futura iniciativa y las declaraciones de Ban Ki-moon en apoyo a los docentes, las voces en pro de los derechos básicos de las niñas ya no se pueden silenciar.

Como se trata de un movimiento que se está forjando desde la base por las propias niñas, que exigen sus derechos humanos, y por los docentes que se han organizado para apoyarlas, el año 2013 – que comenzó con una multitud de ataques violentos contra las escuela de las niñas – puede todavía convertirse en el año en que la causa de la educación universal de las niñas sea imparable.

 

La primera versión adaptada de este artículo fue publicado en el Huffington Post.