Pakistán: “Hágase la luz”

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El calor aumenta en Pakistán y el ramadán está a la vuelta de la esquina.

Todo el país parece aguantar la respiración en espera del siguiente capítulo de la actual crisis social y económica.

El calor aumenta en Pakistán y el ramadán está a la vuelta de la esquina.

Todo el país parece aguantar la respiración en espera del siguiente capítulo de la actual crisis social y económica.

¿Habrá otro ataque con aviones no tripulados contra presuntos militantes talibanes en Waziristán del Sur? ¿Seguirá sin disminuir la violencia sectaria en el centro industrial de Karachi? ¿Asesinarán a otra profesora en la región fronteriza del norte?

Sin embargo, no cabe duda de que la principal pregunta que todo el mundo se hace es: “¿Cuándo volverá la luz?”.

¿Cuándo volverá el suministro eléctrico de la red nacional a funcionar sin interrupciones para aliviar la carga cotidiana que supone vivir la mitad del día sin electricidad y, sobre todo, dar un empujón a la economía estancada?

Los cortes crónicos en el suministro de energía (conocidos en la región como “deslastres de carga”) han arruinado la economía del país y, según numerosos analistas, tienen más efectos adversos para el desarrollo económico que “la lucha contra el terrorismo”, las cuestiones jurídicas y de orden público y el derramamiento de sangre entre las diferentes facciones.

Muchas zonas del país (incluidas la capital, Islamabad, y las grandes ciudades de Karachi y Lahore) tienen tan solo 12 horas de electricidad procedente de la red cada 24 horas. En total, Pakistán está sufriendo una enorme escasez de electricidad que asciende a 4.000-6.000 megavatios.

 

El mayor reto de Pakistán

“Los deslastres de carga están arruinándolo todo. Junto al aumento del precio de los servicios públicos, los deslastres están haciendo que todo el país quede en una situación muy vulnerable.

La actividad económica total se ha visto afectada muy negativamente. Creo que este es el problema más grave al que se enfrenta el país”, explicó el Dr, Sabur Ghayur, uno de los principales economistas laborales de Pakistán, a Equal Times en una entrevista a principios de este mes.

El señor Ghayur fue entre 1998 y 2006 el Director de División de la Organización Regional Asia-Pacífico de la entonces Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) y presidente de la célula de planificación de políticas del Ministerio de Trabajo paquistaní.

Actualmente es el principal asesor económico de la Pakistan Workers’ Federation (Federación de Trabajadores de Pakistán) y colabora estrechamente con la All Pakistan Federation of Labour (APFOL), un afiliado de la CSI.

“El mayor reto al que se enfrenta el nuevo Gobierno es volver a conectar a Pakistán a la red o, más bien, devolver la red [eléctrica] a la economía y el pueblo”, recalcó el economista. “Calculo que la escasez de electricidad está recortando nuestro PIB en al menos un 4%”.

“Además, este problema energético ha provocado directamente el cierre de 42.000 unidades industriales en todo el país”.

Por el momento, este economista de 60 años sigue mostrándose “cauteloso” y “no muy optimista” con respecto a las perspectivas económicas de Pakistán.

“Durante los últimos cinco o seis años, la tasa de crecimiento del PIB se ha mantenido estancada en alrededor del 2 o el 3%, casi lo mismo que la tasa de crecimiento de la población. Para conseguir un verdadero crecimiento económico que genere oportunidades laborales, el PIB debería crecer en al menos un 7%”, explicó.

“La tasa de inversiones ha disminuido bruscamente. Las inversiones totales también han disminuido. El ahorro nacional es bajo. La proporción de impuestos en relación con el PIB también es baja. Actualmente, esta proporción es de solo el 9%, lo cual es muy grave”, concluyó.

Sin embargo, entre todos estos nubarrones persiste una luz brillante: por primera vez en su turbulenta historia, Pakistán ha experimentado una transición pacífica de poder, pasando de un Gobierno elegido democráticamente a otro.

Quizá las históricas elecciones del 11 de mayo, con la victoria de la Liga Musulmana de Pakistán (PML-N) de Nawaz Sharif, sean la señal de algo prometedor y de una oportunidad para lograr un crecimiento económico continuado.

 

“Acabar con el período de oscuridad”

Desde que se independizó de Gran Bretaña en 1947, Pakistán ha estado gobernada durante gran parte de su historia por caudillos militares que han destinado alrededor del 40% de la riqueza anual del país a construir una formidable maquinaria bélica dotada de armas nucleares. Otros regímenes esporádicos aparentemente civiles han estado marcados por la corrupción.

Por tanto, la educación, las infraestructuras y el bienestar social han estado privados de fondos, lo cual ha aumentado la carga sobre los pobres y la clase trabajadora.

En zonas de conflicto, por ejemplo, se calcula que el 70% de la población sobrevive con menos de un dólar al día.

El trabajo infantil, que siempre constituye un claro indicador de graves deficiencias en la economía, ha aumentado en la última década hasta alcanzar los 12 millones de niños trabajadores.

Este es el tercer mandato de Nawaz Sharif como primer ministro de Pakistán. Sus dos anteriores gobiernos fueron derrocados por golpes militares.

El señor Sharif es un próspero magnate del acero originario de Punjab. Fue reelegido gracias a que prometió construir “un Pakistán brillante” y a que se comprometió a “acabar con el período de oscuridad”.

Como empresario, siempre ha estado a favor de la empresa, lo cual se reflejó, tras su victoria en las elecciones, en la subida del mercado de valores que, por primera vez en la historia del país, superó el índice de los 21.000 puntos, a pesar de la especulación.

Asimismo, Shabaz, su hermano menor, se consolidó como jefe de gobierno de Punjab y se le considera incluso más favorable a las empresas.
 
Revisión de la legislación laboral

“El reto para este nuevo gobierno no solo consiste en resucitar la economía, sino también en hacerlo a través de un desarrollo con un uso intensivo de la mano de obra”, apuntó el señor Ghayur. “¿Qué necesitamos para convertir a una persona en un verdadero trabajador? No estamos buscando empleos absurdos”.

“Los trabajadores y trabajadoras deben tener derecho a organizarse y negociar colectivamente. Necesitan poder ejercer los derechos universales de los trabajadores. Por tanto, el papel de los sindicatos es absolutamente vital para el futuro de Pakistán”.

Para lograrlo, el batiburrillo de leyes laborales de Pakistán necesita una revisión fundamental, recalcó el señor Ghayur.

“Cada una de nuestras provincias tiene una legislación laboral diferente”, aseguró. “En algunas provincias, solo los trabajadores industriales y del sector de servicios tienen derecho a organizarse, pero no a negociar colectivamente”.

“En Punjab, por ejemplo, solo se pueden organizar las unidades con más de 50 trabajadores. Pero, ¿qué ocurre con las unidades industriales con 49 trabajadores o menos? ¿Y qué hay de los trabajadores del sector informal? Están totalmente desprotegidos por la legislación laboral”.

La migración al extranjero de los trabajadores paquistaníes por motivos laborales ha supuesto un importante balón de oxígeno para el país. Tan solo en Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos hay unos 10 millones de trabajadores migrantes paquistaníes. Se calcula que el año pasado enviaron 20 mil millones de US$ en remesas a sus familiares en Pakistán, tanto por canales formales como informales.

Asimismo, al sector agrícola de Pakistán también le ha ido bien, con buenas cosechas de trigo y una buena producción de arroz de gran calidad para la exportación.

Las exportaciones de valor añadido como el algodón, los textiles y la ropa, aportan otros 10 mil millones de US$ a la economía, mientras que el sector de la minería y la energía también prometen un crecimiento real.

“Ya tenemos una clase media y media-baja considerable”, señaló el señor Ghayur. “Hay suficiente potencial mental como para aprovechar cualquier oportunidad. Tenemos a dos millones de estudiantes matriculados en las universidades. Y ya estamos operando en la zona de exportaciones con gran capacidad”.

Karachi, la mayor metrópolis y el centro industrial de Pakistán, sigue siendo el gran problema. Alrededor del 40% de los ingresos fiscales del país provienen de esta ciudad portuaria situada a orillas del mar Arábigo.

“Ahora mismo, Karachi está sangrando. Pero si se reestablecen la ley y el orden, si se reestablece la red eléctrica, estoy seguro de que volverá a ponerse en pie”, pronosticó.

Tras bajar a pie las cinco plantas desde su oficina a la calle para despedirnos, el Dr. Ghayur señaló el ascensor clausurado del edificio.

“Demasiada gente se quedaba atrapada en el ascensor debido a los repentinos deslastres de carga”, bromeó. “Esperemos que la próxima vez que venga a visitarnos funcione de nuevo”.