El ataque del Gobierno sueco a la ayuda al desarrollo es un ataque al sindicalismo y a la democracia

Este artículo está firmado conjuntamente por los presidentes de la Confederación Sindical Sueca (LO), la Confederación Sueca de Empleados Profesionales (TCO) y la Confederación Sueca de Asociaciones Profesionales (Saco).

Los derechos sindicales son derechos democráticos. Esto es algo que queda cada vez más patente en un mundo donde un número creciente de regímenes limitan la libertad de expresión y el derecho de sindicación. Los sindicatos suelen estar entre los primeros actores a los que se prohíbe desarrollar su labor en países donde líderes autoritarios detentan el poder. A través de acuerdos de cooperación con la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Sida), el movimiento sindical sueco, así como otros sectores de la sociedad civil, ha sido durante mucho tiempo una parte importante de la ayuda al desarrollo sueca.

La actividad sindical internacional se basa en nuestra misión sindical central y se fundamenta en las convenciones y convenios de las Naciones Unidas y la Organización Internacional del Trabajo sobre derechos humanos, sindicales y democráticos, que Suecia también ha refrendado. Es probable que la decisión de Sida de rescindir todos los acuerdos con la sociedad civil sueca, anunciada en marzo, tenga consecuencias sumamente negativas para la capacidad del sector de ayuda al desarrollo de Suecia de alcanzar los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de reducción de la pobreza y desarrollo de la democracia, entre otros.

En cooperación con las organizaciones locales, los sindicatos y el resto de la sociedad civil sueca están bien asentados en las sociedades en las que trabajamos, lo que suele ser un requisito previo para una ayuda al desarrollo eficaz. A través de la organización de ayuda al desarrollo Union to Union, el movimiento sindical sueco apoya, por ejemplo, 100 proyectos de desarrollo sindical en otros tantos países.

A través de proyectos de desarrollo, trabajamos colectivamente por condiciones de empleo seguras, contra las amenazas, la violencia y el acoso, por un mayor espacio democrático, una mayor igualdad de género y el uso sostenible de los recursos del planeta. En un mundo globalizado, las actividades empresariales corporativas se extienden más allá de las fronteras; por lo tanto, las actividades sindicales deben hacer lo mismo.

Un primer paso en las actividades sindicales apoyadas por Union to Union podría, por ejemplo, suponer aumentar las posibilidades de que los trabajadores se organicen en una fábrica y comiencen a negociar con el empleador mejores salarios y condiciones de trabajo más razonables. Este no es un paso fácil. En muchos países, formar un sindicato puede significar una amenaza para la vida o la salud.

¡Reconsidere la decisión, Sida!

Hace más de un siglo, la organización en sindicatos fue el primer paso hacia el fructífero modelo de mercado laboral que tenemos hoy en Suecia: un modelo que ha contribuido a que se hayan convocado pocos días de huelga y, por tanto, al desarrollo económico de las empresas suecas y de Suecia como nación.

Desde hace algún tiempo, Sida se encarga en nombre del Gobierno de investigar cambios en el apoyo financiero a las organizaciones socias estratégicas. Una de las propuestas que el Gobierno quería investigar es que la propia Sida se haga cargo de la distribución del apoyo financiero a las organizaciones locales en los países socios. Esto significaría que el papel de la sociedad civil sueca en la ayuda al desarrollo sueca más o menos desaparecería. Según la tarea encomendada, Sida debía presentar sus propuestas al Gobierno a más tardar el 8 de abril. En cambio, Sida ha optado por rescindir todos los acuerdos con la sociedad civil. Para los afectados, las consecuencias serán severos recortes y el cierre total de operaciones en diferentes partes del mundo.

En su agenda de reforma de la ayuda al desarrollo, el Gobierno aclara que quiere contribuir a una sociedad civil fuerte y apoyar a organizaciones, movimientos democráticos, actores y redes que defienden los derechos humanos, así como supervisar y proteger la democracia y los principios del Estado de derecho. La decisión de Sida va en la dirección opuesta. Instamos a Sida a reconsiderar su apresurada decisión y al Gobierno a demostrar rápidamente que está comprometido con los incentivos de la agenda de reformas. No solo afianzaría la ayuda al desarrollo en los países receptores, sino que también proporcionaría un amplio afianzamiento en la sociedad civil sueca. La actividad sindical a escala mundial crea democracia. El mundo necesita más, no menos.

Este artículo ha sido traducido del inglés por Raquel Mora