Entre Bielorrusia y Polonia, la ruta migratoria choca con un muro de acero y la naturaleza salvaje del bosque de Bialowieza

Entre Bielorrusia y Polonia, la ruta migratoria choca con un muro de acero y la naturaleza salvaje del bosque de Bialowieza

Una voluntaria lleva ropa y comida a los refugiados escondidos en el Bosque de Bialowieza. 1 de noviembre de 2022.

(Hanna Jarzabek)
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En 2021, las duras imágenes de refugiados en la frontera polaco-bielorrusa dieron la vuelta del mundo; pero tan rápido como aparecieron, desaparecieron de los medios de comunicación. Esto ocurrió antes de la invasión rusa de Ucrania. Desde 2022, Polonia se presenta como un país solidario al haber acogido a 1 millón y medio de refugiados ucranianos. Una solidaridad que contrasta con la realidad que enfrentan las personas migrantes y refugiadas con un color de piel más oscuro y un bagaje cultural y religioso que no encaja con el modelo de vida polaco y que intentan entrar en la UE a través de Polonia.

En 2022, Polonia encabezó los rechazos de entrada al territorio comunitario de nacionales de países terceros. En la frontera polaco-bielorrusa, el formato más generalizado fue el de la devolución en caliente, una práctica que consiste en devolver inmediatamente a la frontera a las personas migrantes y refugiadas que la cruzan, sin tener en cuenta las circunstancias individuales de cada una de ellas, eliminando la posibilidad de que soliciten asilo y de apelar la expulsión.

Migrantes y refugiados –en unos números que las autoridades no difunden públicamente–, principalmente de Oriente Medio y África, intentan cruzar esa frontera pasando por el Bosque de Bialowieza, el último bosque primitivo en Europa. Apodado “La Jungla” por algunos migrantes, esta reserva natural es muy difícil de atravesar y, de permanecer en ella, en la que sobrevivir; más aún para las personas ajenas al clima del noreste de Europa. Escondiéndose de la Guardia de Fronteras, muchos quedan atrapados en este bosque durante largas temporadas.

 

A la izquierda, A. (de 32 años, procedente de Yemen, oncólogo), a la derecha M. (de 50 años, de origen sirio). Ambos llevaban 5 meses en el bosque en el momento en el que se tomó la imagen. Ante la necesidad, relataron, habían hecho uso del agua de las ciénagas, filtrándola a través de una bufanda. Esta agua en plena naturaleza suele provocar graves problemas digestivos y diarreas si no se trata previamente. 23 de octubre de 2022.

Foto: Hanna Jarzabek

En esta frontera, la ausencia tanto de campamentos para refugiados como de organizaciones humanitarias hacen complicado el acceso a una ayuda médica profesional. El discurso oficial apunta a que no hay necesidades humanitarias derivadas de la migración sino intentos de entrada de migrantes peligrosos e incluso “ataques híbridos” de Bielorrusia –que emplearía a los migrantes para presionar a Polonia–, es decir, que se criminaliza cualquier tipo de ayuda humanitaria. Con este trasfondo, la única ayuda disponible es la que proporciona una red de voluntarios que tiene que operar a escondidas. Los refugiados sufren por las condiciones extremas y padecen problemas médicos relacionados con la falta de agua potable, infecciones fúngicas como pie de trinchera, diarreas; deshidratación en verano e hipotermia en invierno.

 

El pie de trinchera es una dolencia común entre aquellos que atraviesan pantanos y ríos sin poder cambiarse de ropa ni asearse y están expuestos a bajas temperaturas y alta humedad durante largos períodos de tiempo. 23 de octubre de 2022.

Foto: Hanna Jarzabek

A estos problemas se añaden nuevos, causados por el muro de 5,5 metros de altura y coronado con concertina, construido por Polonia para evitar la entrada de inmigrantes. A pesar de ello, muchos continúan utilizando esta ruta, considerada menos peligrosa que la del Mediterráneo. En el periplo, no obstante, no es inusual que se sufran graves fracturas que requieren operaciones complicadas y meses de recuperación. Llamar a una ambulancia para estos casos significa alertar a la Guardia de Fronteras, lo que conduce a la detención de los afectados. No es raro tampoco que, en lugar de una ambulancia, llegue un coche de la Guardia de Fronteras sin ningún médico a bordo y el refugiado o migrante sea llevado al puesto de la Guardia de Fronteras, sin llegar nunca al hospital.

 

Y.K., un ingeniero sirio de 25 años, sufrió hipotermia después de pasar varios días en el Bosque de Bialowieza, donde las temperaturas en invierno pueden llegar a los 15 y 20 grados bajo cero. A pesar de que la médico que le brindó ayuda en el bosque recomendó llevarlo al hospital, Y.K. fue traslado al puesto de la Guardia de Fronteras y después al Centro en Internamiento para Extranjeros. 12 de diciembre de 2022.

Foto: Hanna Jarzabek

Los médicos que brindan ayuda en el bosque trabajan en condiciones difíciles y deben adaptar sus tratamientos a la realidad del entorno; desde inyecciones intravenosas en medio de la noche a la atención médica urgente en casos tan graves como un aborto natural. Su objetivo principal es aportar auxilio y evitar a toda cosa la llegada de la Guardia de Fronteras.

 

Una inyección que un rescatista, Ola G., tuvo que proporcionar a una mujer de Irán durante la intervención en el bosque. 18 de marzo de 2023.

Foto: Hanna Jarzabek

Las personas que brindan auxilio en el bosque han observado que la Guardia de Fronteras lleva a cabo una devolución en caliente en la mayoría de los casos, abandonando a los refugiados en el bosque del lado bielorruso, a menudo durante la noche, sin testigos y rompiendo sus teléfonos móviles, exponiéndolos de este modo a un alto riesgo de muerte. Algunos refugiados acumulan varias devoluciones en caliente, hasta 17 en algunos casos. Durante estos incidentes, no es inusual que la intervención de la Guardia de Fronteras se salde con la separación de las familias o de los miembros del grupo, según testimonios de los refugiados y voluntarios.

Fátima (nombre ficticio), una mujer iraní de 30 años, junto con su esposo y un amigo común, huyó de su país después de ser incluida en la lista negra de las autoridades por su participación en protestas. Sus dos intentos por cruzar la frontera entre Bielorrusia y Polonia se saldaron con una devolución en caliente la primera vez, y, en la segunda ocasión, la Guardia de Fronteras polaca les golpeó y arrojó gas pimienta. Fátima perdió el conocimiento y fue trasladada a un hospital, mientras que su esposo y el amigo fueron devueltos a Bielorrusia. En el hospital, Fátima logró firmar un poder legal para que los voluntarios representan su caso y así solicitar la protección internacional. Actualmente espera una resolución que puede tardar hasta seis meses, sin saber cuándo ni dónde podrá reunirse con su esposo.

 

G., una voluntaria local con botas para una de las personas que se ha aventurado en la ruta del bosque. Los migrantes y refugiados necesitan a menudo calzado adecuado y seco, ya que muchos vienen sin estar preparados para cruzar esta reserva natural. 17 de diciembre de 2022.

Foto: Hanna Jarzabek

El Gobierno polaco ha criminalizado la ayuda humanitaria a los refugiados en esta frontera, tachando a los voluntarios, entre otros, de “idiotas y traidores”. Actualmente, la Guardia de Fronteras intenta inculpar a dos voluntarias por participación en ‘tráfico de personas’, un delito punible con hasta ocho años de prisión. Según las voluntarias y su abogada no hay evidencias para apoyar esta acusación, y podría tratarse en el fondo de un intento de intimidación o un juicio espectáculo.

 

El muro ‘antimigratorio’ (por levantarse con el único objetivo de frenar el flujo migratorio) en la frontera entre Polonia y Bielorrusia. Klakowo, 11 de marzo de 2023.

Foto: Hanna Jarzabek

El Gobierno afirma que el muro, con una longitud de 183 kilómetros, resolvió el problema en la frontera. Por su parte, la labor de los voluntarios molesta cada vez más, principalmente a las autoridades, pero también a una parte de la población que secunda el mensaje de éstas –en el que se equipara la labor de los voluntarios a la de “activistas” antigubernamentales–.

Esta investigación se ha realizado gracias a una beca del fondo IJ4EU Investigative Journalism for Europe.