Hay que acabar con la impunidad de los crímenes contra periodistas palestinos

Incluso para aquellos que no estén familiarizados con la naturaleza de la ocupación de territorios palestinos por parte de Israel, y para quienes consideran la situación “demasiado compleja” como para involucrarse, la imagen de varios efectivos israelíes propinando patadas en las piernas a los portadores del féretro de una mujer en Jerusalén, en mayo de 2022, transmite visualmente la brutalidad deshumanizadora del trato que reciben los palestinos a manos de Israel, algo que los principales grupos de derechos humanos y las Naciones Unidas han señalado coincide con la definición jurídica de apartheid.

Para los observadores habituales de la situación en Palestina –que podrían temer un empeoramiento de la misma debido al aumento de los tiroteos y las detenciones de hombres, mujeres y niños; al aumento de la violencia de los colonos; de la confiscación de tierras y las demoliciones de viviendas; de los castigos colectivos en pueblos, campos de refugiados y ciudades; del uso de la tortura, de policías infiltrados, de drones y de bombardeos aéreos y con fósforo blanco– el pateo en las piernas a los portadores del féretro, que luchaban por mantenerlo en alto, ha provocado un nuevo sentimiento de indignación.

Shireen Abu Akleh, la mujer cuyo cuerpo había sido depositado en el ataúd, fue una periodista de 51 años de Jerusalén. Educada, comedida y entregada a su trabajo, era conocida desde Marruecos hasta Kuwait, y más allá, por los esmerados y valerosos reportajes sobre Palestina que realizaba para Al Jazeera. La mañana de su muerte se encontraba en la ciudad cisjordana de Yenín para hacer un trabajo. Llevaba un chaleco claramente marcado con el distintivo “PRENSA”, y se encontraba en compañía de otros cinco periodistas, entre ellos sus compañeros Ali Samoudi y Shatha Hanaysha, cuando recibió un disparo en la nuca, justo debajo del casco protector. Murió en el acto.

Diversos medios de comunicación, como la CNN, The New York Times, Bellingcat, The Washington Post y Al-Haq, en colaboración con Forensic Architecture, llevaron a cabo investigaciones independientes. Utilizando imágenes de código abierto y comparando sus conclusiones con los relatos de los testigos, todos ellos coincidieron en que los disparos que acabaron con la vida de Abu Akleh e hirieron a Samoudi (que recibió un disparo en la espalda) provenían de la dirección de las tropas israelíes situadas al final de la calle, y que estas disponían de un campo de visión despejado y habrían podido ver claramente los chalecos identificativos de la prensa. La respuesta del Gobierno israelí ha sido inconsistente y totalmente falta de concreción y buenas intenciones en lo referente a la adopción de medidas para interrogar o detener a los autores de este crimen.

A pesar de ser la periodista palestina más destacada asesinada de esta manera, la muerte de Abu Akleh dista mucho de ser una anomalía. En los últimos años, los periodistas palestinos, que viven bajo una ocupación beligerante (y un bloqueo por tierra, mar y aire en el caso de Gaza), han visto limitada su libertad de movimiento y se ven expuestos a ataques y detenciones.

Los gigantes tecnológicos posibilitan que se vulneren todavía más sus derechos digitales mediante la retirada de contenidos, la supresión disimulada y el bloqueo de cuentas en las redes sociales, así como la vigilancia.

En los últimos años, los ataques a periodistas de todo el mundo se han vuelto más sangrientos, brutales y mortales que nunca. La tendencia es alarmante, y el patrón es manifiesto: los periodistas están viéndose señalados, atacados y asesinados debido a la profesión que ejercen. Aunque en 2021 el número de periodistas y trabajadores de los medios de comunicación asesinados en todo el mundo fue inferior al del año anterior, 45 muertes siguen siendo demasiadas. Mientras tanto, los ataques sistemáticos a periodistas palestinos se intensifican, lo cual resulta aterrador. Durante las protestas de 2018 en Gaza (durante La Gran Marcha del Retorno), 39 trabajadores de los medios de comunicación resultaron heridos por munición real israelí. Según el sindicato de periodistas palestinos Palestinian Journalists Syndicate (PJS) y la Federación Internacional de Periodistas (FIP), al menos 46 periodistas fueron asesinados por Israel entre 2000 y 2021.

La indignación llevó al PJS, a la FIP y al prestigioso bufete de abogados Doughty Street Chambers a solicitar en 2020 la intervención de Relatores Especiales de la ONU. Pero los ataques prosiguieron. En abril de 2022, la organización internacional de justicia para los palestinos International Centre of Justice for Palestinians (ICJP) aunó fuerzas con el PJS, la FIP, Doughty Street Chambers y Bindmans Solicitors para presentar un comunicado ante el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, solicitando a la Fiscalía una investigación sobre los disparos contra cuatro periodistas: dos de ellos (Muath Amarneh y Nedal Eshtayeh) recibieron disparos en un ojo en Cisjordania, y otros dos (Ahmad Abu Hussein y Yaser Murtaja) fueron asesinatos en Gaza. Estos disparos se inscriben en un contexto más amplio de ataques a periodistas palestinos, como el bombardeo deliberado de edificios altos donde se alojaban periodistas y trabajadores de los medios de comunicación palestinos e internacionales en Gaza en 2021, que provocó la muerte de al menos dos periodistas y dejó más de un centenar de heridos.

En una rueda de prensa sobre estos hechos, el tesorero de la FIP, Jim Boumelha, recordó el miedo que se percibía en la voz de los periodistas antes de salir a trabajar. El PJS ha registrado 479 ataques y crímenes contra periodistas desde principios de 2022.

La Comisión Internacional Independiente de Investigación de las Naciones Unidas sobre el Territorio Palestino Ocupado, en particular Israel y Jerusalén Oriental, ha calificado de “pésimo” el historial de Israel a la hora de investigar las muertes de palestinos en Gaza y Cisjordania. Hoy, en el día internacional para poner fin a la impunidad de los crímenes contra periodistas, pedimos desde el ICJP que se investiguen todos los crímenes contra periodistas. Hay que acabar con la impunidad y es preciso que se haga justicia.

Los periodistas tienen que recibir apoyo en el desempeño de su función vital de informar al público sobre lo que está sucediendo en el mundo. Nos sumamos a la FIP para pedir a los gobiernos de todo el mundo que adopten una Convención de la ONU sobre la seguridad e independencia de los periodistas y otros profesionales de los medios de comunicación. También les pedimos que insten al Tribunal Internacional de Justicia a investigar las comunicaciones que se les ha presentado en relación con la persecución sistemática de periodistas en Palestina y en todo el mundo.