Honduras: sindicatos rescatan empresa estatal

 

La Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) de Honduras atraviesa desde hace varios años una crisis financiera que hoy en día la obliga a abrirse a una intervención de inversionistas externos.

La Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) de Honduras atraviesa desde hace varios años una crisis financiera que hoy en día la obliga a abrirse a una intervención de inversionistas externos.

El proyecto de recuperación y de rescate, planteado por la Unión de Trabajadores de la Industria Energética Nacional (UTEN), ha llegado el 11 de Septiembre de 2013 al despacho del presidente hondureño Porfirio Lobo.

El financiamiento colombiano consiste en 306 millones USD y las condiciones estipulan un año de gracia y siete años para el repago a una tasa de interés que no puede superar el ocho por ciento.

Bajo el lema “sindicalismo alternativo hacia un nuevo esquema empresarial”, los trabajadores colombianos, junto a los hondureños del Sindicato de Trabajadores de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (STENEE) y de la Central General de Trabajadores (CGT), pretenden primeramente sanear la ENEE con una inyección de liquidez y, en segundo lugar, administrar de forma técnica y organizativa la transmisión, la distribución y el alumbrado eléctrico.

 

La virada del sindicalismo hondureño

El profesor Mario Posas, estudioso y observador atento del movimiento sindical hondureño, entrevistado por Equal Times, afirma que en Honduras está “comúnmente aceptado” que la ENEE y la Empresa Hondureña de Telecomunicaciones (HONDUTEL) “han sido objeto de corrupción y saqueo permanente hasta descapitalizarlas, con la intención de privatizarlas y venderlas ‘a precio de gallo muerto’, como se dice en lenguaje popular”, es decir a un precio por debajo de su valor.

“Durante muchos años – prosigue Posas – la punta de lanza del movimiento sindical fueron los sindicatos bananeros, pero las cosas empezaron a cambiar drásticamente desde el Huracán Mitch” de octubre de 1998. Posas sostiene que aquel evento “marcó el punto de descenso de la importancia de la actividad bananera en las cifras de comercio exterior del país” así que “el lugar dejado vacante por los sindicatos bananeros fue ocupado por los sindicatos relacionados con actividades de servicio del Estado”.

Entre esos sindicatos se encuentra el STENEE que según afirma Posas, en el pasado fue “uno de los sindicatos más beligerantes del país”.

El Gobierno del presidente Rafael Callejas Romero, en el poder desde 1990 hasta 1994, “descabezó la junta directiva del sindicato presidida por Gladys Lanza y lo convirtió en una organización dócil”. En los últimos años, aclara el profesor Posas, “bajo el liderazgo de Miguel Aguilar, el STENEE se ha vuelto a convertir en un sindicato beligerante”.

El profesor Posas subraya que el rescate de la ENEE “es una operación inédita en los anales del sindicalismo hondureño” y que esa intervención se debe entender “como parte del esfuerzo del liderazgo de la STENEE por proteger sus puestos de trabajo y para que esta empresa estatal siga siendo parte del patrimonio de los hondureños y hondureñas, los que allí trabajan y los que reciben los servicios de la empresa”.

 

Un inédito paradigma

Los sindicatos hondureños, a pesar de ser los últimos de América Latina en haber sido legalmente reconocidos (en el año 1954), han sido capaces en el pasado de fomentar las reformas y obtener representación en distintas instituciones del Estado conjuntamente con las organizaciones empresariales.

A ese rol político se suma hoy también una capacidad económica del sindicato originada por los fondos de pensión de los afiliados y que ahora resulta apropiada para rescatar financieramente la empresa de la cual dependen sus trabajadores.

En la gestión de la ENEE parece inaugurarse un modelo de participación sindical transnacional Honduras-Colombia a la cual estarían interesados en sumarse, según LaPrensa.hn y ElHeraldo.hn, también los sindicatos del sector eléctrico de Costa Rica y El Salvador.

Esa actitud sindical de salvar una empresa en dificultades, estratégica para el país entero porque es proveedora de los servicios eléctricos por parte del Estado y fundamental para el empleo de los trabajadores, modifica el rol del sindicato y la naturaleza de las relaciones industriales.

En Honduras, en estas semanas está tomando forma un modelo sin precedentes en el país, capaz de ir más allá de la mitbestimmung – la cogestión alemana – donde los trabajadores, dependiendo del tamaño de la empresa, pueden participar en las decisiones empresariales sin que hayan invertido capital.

Entonces, si los sindicatos estarán sentados en el consejo de administración como inversionistas, ¿qué pasará cuando haya un choque entre las necesidades del capital y los derechos de los trabajadores?

 

El núcleo de la cuestión

Según las estadísticas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), elaboradas alrededor del sector eléctrico de Centroamérica, Honduras tiene el porcentaje más alto de la región en relación a la pérdida de energía eléctrica que produce. Ese dato ha subido de un 20,6 por ciento en 2008 al 27 por ciento en 2011.

Los demás países centroamericanos registraron en 2011 pérdidas inferiores a las de Honduras: Nicaragua tiene un 24,1 por ciento mientras que Panamá, Guatemala, Costa Rica y El Salvador están entre 13 y 12 por ciento.

Miguel Aguilar, presidente del STENEE, comentando ya en julio pasado las cifras para 2012, afirmó que las pérdidas de energía alrededor del 29,8 por ciento equivalían a 408 millones USD, señalando así el punto débil de la ENEE.

Emil Hawit, gerente de la ENEE, declara que el pasivo de la empresa acumulado solamente en el primer semestre de 2013 es de 220 millones USD.

El Gobierno del presidente Lobo, por su parte, está convencido de que esa empresa estatal puede sobrevivir sólo si encuentra un socio internacional que la capitalice abriendo el camino a inversiones para modernizar la distribución y la transmisión de energía eléctrica conjuntamente con el alumbrado público.

Las negociaciones entre el gobierno hondureño, los bancos, la empresa y los sindicatos latinoamericanos interesados en rescatar la ENEE siguen adelante, tratando de encontrar un difícil equilibrio entre los diferentes intereses que hay en juego.