La gestión de los residuos en Kigali, ¿una bomba de relojería para el gobierno de Ruanda?

La gestión de los residuos en Kigali, ¿una bomba de relojería para el gobierno de Ruanda?

20 de febrero de 2018. Un canal de drenaje de aguas residuales a cielo abierto cruza una zona residencial en el barrio de Muhima, ubicado en el municipio de Nyarugenge en Kigali.

(Rodrigue Rwirahira)

Los constantes retrasos en la creación de un sistema de gestión de residuos líquidos y sólidos en Kigali están convirtiendo a la capital ruandesa en una bomba de relojería por la falta de alcantarillado, según los expertos en la materia que están presionando al gobierno para que tome medidas urgentes.

En muchos sentidos, la capital ruandesa es aclamada como un modelo de ecologismo y desarrollo sostenible. Por ejemplo, la prohición en 2008 del uso de bolsas de polietileno ayudó a Kigali a ganarse el título de ‘ciudad más limpia de África’. Además, organiza días sin coches todos los meses y el plan urbanístico de la ciudad de Kigali para 2040 traza una hoja de ruta para convertir la urbe en un “centro sostenible de excelencia urbana en África”.

Sin embargo, Kigali no cuenta con un marco integral de gestión de residuos. No tiene una depuradora central de tratamiento de aguas residuales ni un sistema de alcantarillado. Según una evaluación llevada a cabo en 2016 por la Oficina del Auditor General, de las 300 toneladas de residuos que se arrojan a diario al principal vertedero de la ciudad ubicado en el barrio de Nduba, tan solo se recicla el 2%. El resultado, como algunos críticos han llegado a escribir, es que “Kigali es como una persona elegantemente vestida con la ropa interior sucia”. 

En la actualidad, la mayor parte de los residuos líquidos que generan los 1,2 millones de habitantes de Kigali acaban en fosas sépticas o en letrinas de pozo, excepto en el caso de las pocas urbanizaciones o polígonos industriales modernos que están equipados con pequeñas lagunas de estabilización descentralizadas. Para los desechos, los habitantes de Kigali que se lo pueden permitir pagan a empresas de residuos privadas contratadas por el ayuntamiento entre 3 y 10 USD (2,6-8,6 euros; 3.000-10.000 francos ruandeses) al mes para que recojan su basura, dependiendo de su ubicación y los ingresos familiares. El resto de los ciudadanos simplemente elimina sus residuos donde puede, por lo que surgen drenajes de aguas negras a la intemperie y montículos de basura.

Desde 2013, la Autoridad Ruandesa de Gestión Medioambiental (REMA) ha publicado dos informes sobre la situación medioambiental de la ciudad, con advertencias específicas sobre el impacto que está teniendo la creciente población de Kigali en sus ya escasos recursos de gestión de residuos.

“El tratamiento y la eliminación adecuada de los residuos líquidos y sólidos en Kigali constituye un problema, pues la cantidad de basura supera la capacidad de los emplazamientos disponibles para su gestión”, advierte el Informe de 2013 sobre Kigali: situación medioambiental y previsiones.

En la versión de 2015 del mismo informe, que es la más reciente, se explica que Ruanda no ha invertido en sistemas de gestión colectiva de las aguas residuales ni de saneamiento urbano, exceptuando el caso de los tres pequeños sistemas de alcantarillado que dan servicio a unas 700 viviendas.

Asimismo, el informe asegura que en la mayor parte de las zonas urbanas, los sistemas de drenaje pluvial –que limitan las inundaciones cuando se dan lluvias intensas– son inadecuados y no se han puesto al día con una población en rápida expansión que depende en gran medida de las viviendas informales y no planificadas. Actualmente, Ruanda cuenta con la mayor tasa de densidad de población de África y Kigali está luchando para ofrecer vivienda y servicios a sus habitantes que son, en su mayoría, personas de bajos ingresos.

Todo esto ha provocado la erosión periódica de tierras inestables, el aumento de las inundaciones, la creciente exposición a enfermedades y las amenazas a la infraestructura pública y privada, lo cual, si se añade a la deficiente recogida de residuos líquidos y sólidos en los asentamientos urbanos, constituye un importante motivo de preocupación.

¿Qué soluciones se plantean?

Tras varios años intentando encontrar una solución al problema de la gestión de residuos en Kigali, el WASAC (organismo responsable del agua y el saneamiento en Ruanda) lanzó una convocatoria de propuestas en enero para construir el primer sistema central de alcantarillado de Kigali. Según Gisele Muhumuza, directora general adjunta del WASAC, el proyecto se encuentra actualmente en la fase de contratación, pero las empresas y servicios como las fábricas, los hoteles, los restaurantes, las escuelas y los lugares de culto serán los primeros en conectarse al nuevo sistema antes de abarcar las viviendas particulares.

El Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el Banco Africano de Desarrollo se han comprometido a contribuir al financiamiento del proyecto que abarcará 86 kilómetros de red de alcantarillado, según la página web de KT Press. Se calcula que costará unos 95,5 millones de euros; según contaron varios funcionarios del ayuntamiento a Equal Times, ya se había firmado un acuerdo de préstamo con el BEI, pagadero a 25 años, que ascendía a 45 millones de euros. Asimismo, se calcula que el proyecto tardará tres años en completarse, pero según Remy Norbert Duhuze, director de la REMA, “puede que tarde alrededor de 20 años en abarcar toda la ciudad de Kigali”.

Bruno Rangira, portavoz del ayuntamiento de Kigali, explicó a este medio que “muchos de los proyectos asociados a dicho acuerdo de préstamo ya están en marcha y la ciudad colaborará estrechamente con el WASAC. Ya se conoce la ubicación de la depuradora de aguas residuales [Giti K’inyoni, a las afueras de Kigali, en el municipio de Nyarugenge] y ya se han comenzado las obras”.

Una vez esté funcionando el sistema de alcantarillado, se espera que todas las viviendas se conecten al mismo con el tiempo, por lo que tendrán que pagar una tasa anual de servicios de alrededor de 1.740 USD (aproximadamente 1.500.000 francos ruandeses). Aunque dicha cifra todavía es una propuesta, la mayoría de las familias de bajos ingresos de la ciudad han puesto el grito en el cielo.

“Si cobraran esa cantidad de dinero solo por recoger residuos líquidos de nuestros hogares, no nos quedaría otra opción que abandonar la ciudad y vivir en otra parte”, denunció Joseph Gasibe, un habitante de Kicukiro, uno de los tres municipios de Kigali.

Además, existe cierta inquietud por la viabilidad del proyecto, así como por el calendario propuesto. El informe de ejecución del auditor general para 2016 destacó algunas de las dificultades a las que se tuvo que enfrentar la capital cuando intentó abordar su problema de residuos en anteriores ocasiones.

Por ejemplo, hizo hincapié en que de cuatro proyectos previstos anteriormente para gestionar los residuos líquidos y sólidos (como los planes para transformar los residuos sólidos en briquetas de biomasa que podían usarse como combustible para cocinar y para la calefacción), en los últimos cinco años tan solo uno (una incineradora) se había establecido con éxito.

Si la financiación se convierte en un problema para la viabilidad del proyecto, Kenezio Muyima, un analista medioambiental que trabaja para la ONG local Air Water Earth (AWE) de Ruanda, insta al gobierno a considerar la aplicación de pequeños sistemas descentralizados como una solución temporal, pues la construcción de un sistema centralizado totalmente nuevo exigirá fuertes inversiones y un mantenimiento frecuente.

“Si los tres municipios cuentan con pequeños sistemas descentralizados de alcantarillado y gestión de residuos, se podría solucionar el problema a corto plazo, mientras el gobierno busca financiación para un sistema mucho mayor”, aconsejó.

Este artículo ha sido traducido del inglés.