La vuelta al mundo en siete bibliotecas públicas, o cómo desentonar con la lógica capitalista de nuestro tiempo

La vuelta al mundo en siete bibliotecas públicas, o cómo desentonar con la lógica capitalista de nuestro tiempo

Public libraries are both a temple of knowledge and critical thinking, as well as a refuge from cold weather, violence and loneliness. Pictured here, a space in Oodi library, Finland.

(Alessandro Rampazzo/AFP)

El sociólogo Eric Klinenberg escribe en Palacios del Pueblo que la biblioteca es una de las infraestructuras sociales más importantes que tenemos, y también una de las más infravaloradas. Estas se fundamentan en el principio de que todo el mundo merece tener acceso libre y gratuito a nuestra cultura y patrimonio comunes, algo que “desentona con la lógica dominante de nuestra era”, opina Klinenberg sobre una institución refractaria al ideal de consumo capitalista.

Así, la biblioteca pública es a la vez templo de conocimiento, vía de pensamiento crítico y refugio contra la soledad, el frío o la violencia. Todo eso y más queda de manifiesto en las siguientes líneas, donde los responsables de siete importantes bibliotecas ubicadas en ciudades de Europa, América y Asia detallan sus proyectos y nos ayudan a celebrar lo que bien podría ser la octava maravilla del mundo: la verdadera casa común.

Biblioteca Oodi (Helsinki, Finlandia)

70 empleados. Autores más leídas: Satu Rämö, Miranda Cowley Heller y Meri Valkama. Habla Harri Annala, bibliotecario.

“Cuando empezamos a planificar la nueva biblioteca central, no nos acercamos a ella con una noción preestablecida. Intentamos empezar con una pizarra en blanco. Encargamos informes a consultores, viajamos para conocer las mejores prácticas de otras bibliotecas e hicimos una lluvia de ideas. Sin embargo, lo más importante es que involucramos al público y fue reveladora la falta de comentarios o sugerencias sobre la propia colección. De hecho, lo que más se mencionó fue el espacio dentro de la biblioteca: lo que se puede hacer en él y qué atmósfera crear”.

De ahí salió el concepto de Oodi, distribuido en tres plantas. “La primera tiene un restaurante, un cine y una sala polivalente, mientras que sus paredes sirven de pantallas donde el público puede proyectar arte digital. La segunda está dedicada al aprendizaje y tiene un taller con impresoras 3D, cortadoras de vinilo o una máquina de bordado; un centro de 9 estudios que permiten grabar música o editar vídeo; y una sala con herramientas profesionales [una estación de soldadura, una cortadora láser y una impresora UV, por nombrar algunas]. Por último, la tercera planta es un espacio abierto de estanterías con libros, árboles vivos y un techo en forma de nube”.

En cuanto a la idiosincrasia, “en Oodi trabajamos para que las personas sean miembros activos de la sociedad fomentando activamente los programas que hacen hincapié en la democracia, la libertad de expresión y las cuestiones sociales”.

“Queremos que el público utilice activamente los espacios, organice eventos, se enseñen entre sí. Lo importante no es cómo lo hacemos, sino qué hacemos. Muchos individuos o pequeños grupos tienen cosas importantes que aportar, y puede que no tengan medios para crear conciencia. Aquí podemos ayudarles”.

Biblioteca Pública de Delhi (India)

17 empleados. Autores más leídos: Munshi Premchand, S. Vivekananda y Paula Hawkins. Nos atiende el director R. K. Sharma.

La biblioteca pública se estableció en 1951 como un proyecto piloto patrocinado por la UNESCO y el Gobierno de la India, pasando de ser una pequeña biblioteca situada en el casco antiguo de Delhi a un sistema de bibliotecas de primer orden en el país. “Este consta de una sede central y múltiples complementarias, caso de las bibliotecas en las colonias de reasentamiento o la biblioteca en braille”. Todas ellas proporcionan servicios gratuitos sin distinción de sexo, casta o religión.

“Sobre el día a día podemos decir que los usuarios se están volviendo dependientes de los recursos en línea y del acceso a la información, lo que hace que disminuyan los lectores físicos. En ese sentido hay margen para introducir la aplicación de la informática y la alfabetización informativa; sin embargo, también tenemos mucha presión sobre el personal debido a la insuficiencia de fondos y de trabajadores. Las expectativas de los usuarios son demasiado altas y los recursos insuficientes”.

En cualquier caso, al margen de las carencias, “la DPL actúa como un centro comunitario con debates sobre libros, conferencias sobre aniversarios de grandes pueblos, concursos de oratoria o servicios de biblioteca móvil para las zonas rurales”.

Biblioteca Pública de Vancouver (Canadá)

800 empleados. Autores más leídos: Robin Wall Kimmerer y Malcolm Gladwell. Responde Scott Fraser, gerente de comunicaciones.

“En la Vancouver Public Library (VPL) desempeñamos un papel importante en el respaldo a la diversidad e inclusión de la ciudad. Esto incluye la alfabetización de niños y mayores, el apoyo a las comunidades IBPOC [indigenous, black, and people of colour] y LGBTIQ2+ [el 2 significa ‘dos espíritus’, un concepto utilizado por la cultura amerindia] y la divulgación de la historia y las culturas de los pueblos indígenas. Además, en una época en la que los hogares son cada vez más pequeños, la VPL es un lugar para reunirse sin la presión del consumo”.

En ese sentido, los residentes de Vancouver “esperan que la biblioteca alivie los efectos del aislamiento social, más palpable tras la pandemia, y que también esté preparada para apoyar al público en casos de emergencia climática. Además, la VPL ha eliminado las barreras para el uso de la biblioteca suprimiendo las multas por retraso, ya que estas afectan más a las personas con dificultades económicas”.

Pero más allá del acompañamiento social, “de la VPL destacaría dos servicios: el préstamo de instrumentos musicales –una colección de más de 100 instrumentos que los usuarios pueden tomar gratuitamente– y el Inspiration Lab, un espacio dedicado a la creatividad digital, la colaboración y la narración de historias”.

Biblioteca Central de México

243 empleados. Libros más leídos: Álgebra y Aritmética (de Aurelio Baldor), Cien años de soledad (de Gabriel Garcia Marquez) y Aura (de Carlos Fuentes). Contesta José M. Leyva, director.

La Biblioteca Central tiene dos sedes, La Ciudadela y Buenavista, “ambas con características arquitectónicas, fondos y servicios diferentes, una histórica, la otra contemporánea, el balance perfecto. Hablamos de los espacios más democráticos de la ciudad, donde estudiantes, amas de casa, obreros o niños encuentran una inagotable fuente de conocimiento; siendo una institución ‘civilizadora’ en estas conflictivas zonas urbanas donde se ubican, degradadas en los últimos años”.

“Sobre nuestros proyectos, quizás el más innovador y a la vez el más básico es el ‘Acercamiento a los libros’, poniendo al alcance de los niños su primer libro y siguiendo con aquel donde a los jóvenes se les despierta el morbo por adentrarse más al mundo. También introducimos los libros a los que no pueden ver, pero pueden oír. Y qué tal cuando se logra acercar a todo el público a aquellos libros históricos que pertenecieron a personas influyentes en la vida cultural del país”.

En cuanto al futuro, tras el cierre por imperativos de la pandemia “muchas personas se dieron cuenta de que podían encontrar la información en internet, pero creo que como bibliotecarios tendremos que comunicarles que tienen que ver de forma más crítica la información que encuentran. El futuro será un modelo híbrido donde la interacción personal convivirá con la tecnología y donde el libro electrónico de ninguna manera desbancará al libro de papel, pues este sigue siendo accesible cuando falla la red”.

Biblioteca de Los Ángeles (EEUU)

1143 empleados. Autores top: James Patterson, Stephen King y Danielle Steel. Su historia: en 1986, la Biblioteca Central sufrió un incendio que arrasó un millón de libros. La periodista Susan Orlean detalla en el libro Biblioteca en llamas los pormenores de la tragedia: “En algunos libros todavía puedes oler el humo”. Hablan para este reportaje K. Malone y J. Brown, directores.

“El libro de Orlean renovó el interés por nuestra biblioteca y por los trágicos acontecimientos que condujeron a nuestra reconstrucción y ampliación. El resultado fue que ganamos más clientes y visitas. Nuestros docentes siguen recibiendo peticiones de visitas especializadas que destacan el libro y el incendio”.

Pero más allá de su historia, “nuestras bibliotecas sirven como espacios de compromiso. Una de las formas en que reforzamos los valores democráticos es con la Semana de los Libros Prohibidos, un evento anual que celebra la libertad de leer. Además, tenemos programas como The Source –ayuda a los angelinos sin hogar–, The New Americans –recursos para inmigrantes– y los Servicios ADA –para personas con discapacidad– que nos acercan a las personas allí donde están”.

Ignasi Iglésias-Can Fabra (Barcelona, España)

19 trabajadores. Autores más leídos: Irene Solà, Juan Gómez-Jurado, Dolores Redondo. Habla Gemma Domingo, directora.

Esta biblioteca pública nació en otra sede en 1935. Durante sus primeros años sobrevivió a la guerra civil española, tal como dejó escrito en sus diarios la bibliotecaria Francesca Farró “Las bombas no asustan a nadie, las salas de lectura siguen concurridas”, anotó en febrero de 1937. Después, la biblioteca siguió adelante pese a que el franquismo retiró todos los libros en catalán. Y ya en 2002 vino a parar al centro actual, una antigua fábrica de hilos que daba trabajo a medio barrio y que fue reconvertida en biblioteca a petición del movimiento vecinal.

En cuanto a los focos de atención, Can Fabra está especializada en cómics y en cultura norteamericana a través del programa American Stage. No siempre fue así. “En los años 60 las bibliotecas eran salas de estudios y almacén de libros, pero ahora realizamos 1.000 actividades culturales al año. Somos un espacio vivo que fomenta el espíritu crítico de todos y acompaña a las personas vulnerables, lo cual hace que seamos el segundo servicio municipal más valorado por detrás de los bomberos”.

“No obstante, tenemos dos desafíos a futuro: ampliar los 3.700 metros cuadrados para integrar más talleres y conseguir que a los jóvenes les seduzca la biblioteca”.

Biblioteca Piloto de Medellín (Colombia)

68 empleados. Autores más leídos: Gabriel García Márquez, Mario Mendoza y Piedad Bonnett. Contesta Carlos A. Montoya, subdirector.

“Nuestro objetivo es darle sentido a cada una de las colecciones y facilitar la conexión entre el conocimiento, el patrimonio y la historia con las nuevas generaciones, algo que nos convierte en un puente entre dos tiempos. Para ello, la Piloto trabaja en ser un centro vivo de información, pensamiento y conocimiento; un custodio de la memoria de Medellín, Antioquia y Colombia entera a través del material que hemos acopiado durante décadas, convertido ya en patrimonio; un laboratorio de experimentación en torno a la literatura, la escritura y la oralidad; y un espacio con incidencia social y cultural más allá de los muros de la biblioteca”.

Además, la Piloto ha representado un espacio de encuentro y diálogo y “ello ha hecho que se asemeje al concepto de entorno protector, siendo reconocida por la comunidad como un escenario de respeto por los actores armados, una especie de frontera neutra del conflicto”.

“En ese sentido, nuestra biblioteca participó en la década de los 90 en el fortalecimiento de las Bibliotecas Populares y Comunitarias, las cuales se ubican en sectores marcados por la violencia y la falta de oportunidades”.

Por último, “si miramos al futuro, esta biblioteca constituida en Barrio Carlos E. Restrepo tiene el compromiso de ser pionera en la región a través de las líneas estratégicas marcadas desde la UNESCO, dado que este organismo, igual que ocurrió antes con la biblioteca de Delhi, auspició nuestro proyecto en 1952”.

This article has been translated from Spanish.