Las chefs de Harare ponen fin al dominio tradicionalmente masculino sobre la barbacoa

Las chefs de Harare ponen fin al dominio tradicionalmente masculino sobre la barbacoa

Amai Chingoma, one of 28 female barbecue chefs at Mereki Market in Harare, grills meat while her close friend Amai William mans the gates and chats to customers.

(Nyasha Bhobo)
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“Hola. Me llamo Amai (o ‘Mai’, que significa ‘La madre de’) William. Por tan solo 2 dólares [estadounidenses; 1,8 euros], os cocino costillas de cerdo a la brasa”, dice, tendiéndonos una emboscada cuando pasamos por una carnicería en Kwa-Mereki, o mercado de Mereki, probablemente el lugar de ocio y barbacoas al aire libre más popular en Zimbabue. Es difícil resistirse a la oferta. Braaiing, o hacer carne a la barbacoa, es un pasatiempo popular en todo el sur de África, donde el ganado es abundante, el clima es bueno y comer carne es popular. Y se calcula que unos 10.000 clientes de toda condición acuden a Mereki –en particular durante el fin de semana– para comer carne a la parrilla a un precio razonable, con verduras frescas y sadza (unas gachas densas de maíz que constituyen el alimento básico en Zimbabue), beber cerveza con los amigos y poner música a alto volumen desde sus coches.

Mereki, situado en un barrio de ingresos bajos de Warren Park, a unos 20 minutos al sur del centro de Harare, también es famoso por ser el único lugar de barbacoas del país gestionado casi exclusivamente por mujeres. En otros lugares de ocio y barbacoas al aire libre en Zimbabue, los chefs son los que llevan la voz cantante, pero Mereki ha sido gestionado por mujeres durante casi 30 años, como Amai William, de 50 años y madre de dos hijos, explica: “Veintiocho mujeres nos encargamos de cocinar la carne a la barbacoa en Mereki. No hay ningún hombre, salvo uno que viene cuando una de nosotras se toma tiempo libre”.

Estas trabajadoras autónomas forman parte de la enorme economía informal de Zimbabue. Cada dueña de un puesto trabaja de forma independiente, abasteciéndose de carne, atrayendo a sus clientes y embolsándose las ganancias. Sin embargo, en algunos aspectos de su trabajo funcionan como una cooperativa; por ejemplo, todas las dueñas de puestos reúnen dinero para contratar a personal de limpieza (actualmente no hay servicios municipales de recogida de desechos ni limpieza de calles) y mano de obra. También contribuyen a un fondo cooperativo para cubrir el seguro que cubre incidentes como la muerte accidental, costes de funeral, accidentes relacionados con el fuego y enfermedades graves.

El hecho de que las mujeres controlen este lugar tiene mucho que ver con Ivan Mereki, el difunto fundador de este famoso lugar de ocio. Abrió la sección de braai hace casi 30 años después de que las mujeres locales del barrio le suplicaran que abriera un lugar para barbacoas gestionado solo por mujeres al lado de los bares, gestionados por hombres, que ya había en el lugar.

“Esta parte de Warren Park es bastante pobre; está un poco alejada del centro de Harare y hay muy pocas industrias manufactureras aquí, así que las mujeres son las que se ven más afectadas a la hora de encontrar trabajo”, señala Denford Chigova, uno de los primeros comerciantes en abrir una carnicería en Kwa-Mereki.

Sin embargo, a la vuelta de la esquina de Mereki se encuentra uno de los cementerios públicos principales de Harare, donde algunas mujeres locales ya cocinaban comida para las personas que asistían a los funerales allí. “Si recuerdo correctamente”, explica Chigova, “se agruparon y preguntaron al fundador de Kwa-Mereki si podían encargarse ellas del lugar para barbacoas del centro de ocio”.

En Mereki, que ocupa un terreno de aproximadamente el tamaño de dos campos de rugby, hay bares y tiendas donde venden bebidas en frente de las casas pequeñas de barrio y colinas verdes y frondosas. Los clientes pueden ir a una carnicería para comprar carne, pollo o salchichas antes de pagar a una de las chefs de barbacoa para que se lo cocine. Se trata de un ecosistema completo de comercio informal que gira en torno a los vendedores de comida: artistas callejeros y cómicos espontáneos que animan a los juerguistas por un dólar; niños del barrio que bombean agua de un pozo para las chefs de barbacoa o las personas que lavan los coches aparcados de los clientes; hombres que beben cerveza de elaboración casera mientras cortan troncos que las encargadas de la barbacoa echan a sus braais, y jóvenes que guían a los convoyes de motoristas que buscan un lugar donde aparcar.

Superar las barreras de género

Amai William señala los carteles con los nombres de otras chefs de barbacoa de Mereki, mujeres como “Amai Fungai” o “Amai Tonde”, que demarcan sus lugares. “Los clientes que vienen prefieren a las chefs de barbacoa porque dicen que hay hombres deshonestos que cocinan carne a la parrilla que roban porciones de su carne durante la preparación”, dice Amai William.

En todo el mundo, cocinar carne a la barbacoa se considera tradicionalmente dominio de hombres, tal y como se trasmite en las películas y la publicidad y el hecho de que los chefs de barbacoa más famosos del mundo sean mayoritariamente hombres. Zimbabue no es una excepción. Es bastante inusual ver a una mujer cocinando carne a la parrilla sobre leña y platos de rejilla de metal en eventos como funerales o bodas. Y debido a consideraciones sexistas, en la mayoría de sitios para barbacoas al aire libre, las mujeres normalmente están relegadas a preparar las guarniciones que acompañan a la carne o a lavar los platos mientras que los hombres se encargan de la parrilla.

“En Zimbabue, cocinar carne a la parrilla normalmente está relacionado con la caza de animales silvestres, por lo que se asocia a la virilidad y masculinidad del hombre”, apunta Catherine Simango, una profesora de sociología de un instituto de Mutare que escribió una tesis para su licenciatura sobre las mujeres de las cocinas de los barrios de Harare y visita Mereki siempre que va a la capital.

“También está muy relacionado con la creencia patriarcal tradicional en Zimbabue de que las mujeres son ‘blandas’ por lo que deberían dedicarse a cocinar alimentos cocidos, como legumbres, carne o verduras guisadas. Cocinar carne a la parrilla, como la ardua tarea de cazar animales salvajes para conseguir carne, se considera un trabajo de hombres”.

Sin embargo, la barrera relativamente baja para entrar en la profesión de cocinar a la barbacoa puede proporcionar unos ingresos respetables a las mujeres que trabajan en el sector. La exclusión histórica de las mujeres de las industrias pesadas que representaban una proporción significativa de la economía de la Rhodesia colonial y, más adelante, del Zimbabue posterior a la independencia suponía que las mujeres sufrían una desventaja estructural en el mercado de trabajo formal. No obstante, en las tres últimas décadas, la economía formal de Zimbabue se ha deteriorado –como consecuencia de la desindustrialización y las diferentes oleadas de crisis económicas graves– y se estima que entre el 75 y el 90% de los zimbabuenses se dedican actualmente a actividades económicas informales. Para las mujeres, esta tendencia desafortunada ha tenido la consecuencia imprevista de democratizar la participación en el mercado laboral, aunque el trabajo decente sigue estando fuera del alcance de la mayoría de los trabajadores, independientemente de su sexo.

Dignidad y un salario diario

Sin embargo, en uno de los barrios más marginales de Harare, Mereki ha traído dignidad y un salario diario medio (30 dólares; 27 euros) muy superior al promedio nacional. “Soy madre soltera”, dice Amai Fungai, 49 años, una de las chefs de barbacoa famosas en Mereki. “Este trabajo me permite ser la cabeza de familia e incluso enviar a mi hermano pequeño a la universidad. Todo proviene del dinero que gano con la carne. Es verdaderamente inspirador que haya un lugar donde las mujeres controlan las parrillas”.

Los hombres que acuden en masa a Mereki no solo disfrutan de la comida, sino que también ven cómo las mujeres pueden desempeñar un papel prominente en la economía de Zimbabue. “Mostramos a nuestros clientes masculinos que las mujeres no solo existen para tener niños. También trabajamos”, dice Amai Chingoma, que comparte una parrilla de metal con su amiga Amai William.

Esto no significa que todo es perfecto. Sin alumbrado en las calles, tener luz por la noche es tan difícil que las mujeres dependen de sus propias luces de energía solar o la luz generada por los bares, carnicerías y motoristas que se encuentran cerca.

Las mujeres dicen que si el ayuntamiento de Harare pavimentara Mereki con cemento o alquitrán la situación cambiaría mucho, ya que de esta manera el polvo marrón que levanta el viento ya no echaría a perder su comida. La instalación de un alcantarillado adecuado también ayudaría a eliminar las aguas estancadas y de crecida durante la estación de lluvias.

En abril de 2020, en una campaña cruel de demoliciones de edificios, a menudo dirigidas contra los ocupantes de espacio urbano en Zimbabue, el ayuntamiento de Harare trató de demoler una sección de las estructuras informales del mercado que rodean la zona de barbacoa en Mereki, argumentando que se trataba de puestos comerciales ilegales. Cientos de personas de la comunidad impidieron a las autoridades demoler los puestos de barbacoa. “La comunidad, que es nuestro escudo, nuestros oídos y nuestros ojos, sabe que Mereki es para la comunidad y que las chefs de barbacoa son aquí un tesoro del barrio”, asegura Amai Fungai con orgullo.

Sin embargo, no es fácil para las chefs de barbacoa como Amai William acceder a seguros completos o préstamos bancarios. Sin los títulos de propiedad adecuados del ayuntamiento, no pueden acceder al tipo de préstamos bancarios que las ayudarían a ampliar sus negocios. Los bancos exigen años de registros de contabilidad y pocas de estas mujeres tienen formación en contabilidad o acceso a un contable cualificado.

“Nos hacemos mayores y, como no tenemos títulos de propiedad, no sabemos quién sucederá a una chef que muera mientras siga activa: ¿su hija o un desconocido? En lo que respecta al seguro, hacemos aportaciones mensuales de 20 dólares [18 euros] a una reserva para cuando una compañera se pone enferma o quiere comprar un equipo nuevo”, dice Amai William. “Sin embargo, en última instancia, queremos un futuro en el que las escuelas de restauración de Zimbabue colaboren oficialmente con nosotras para formar a la próxima generación de chefs de barbacoa”.