Los jubilados pobres de Alemania y el reñido debate sobre el futuro del sistema de pensiones

Los jubilados pobres de Alemania y el reñido debate sobre el futuro del sistema de pensiones

As many as 64 per cent of people receiving a pension of less than €800 are women. The reason: the gender gap created by lower pay and the breaks in their careers due to their role as care givers.

(European Union - EP)

Sabine (no es su nombre real) tiene 67 años y cobra una pensión de 800 euros (unos 911 dólares USD). Es el escaso auxilio pecuniario de toda una vida vendiendo flores como trabajadora autónoma. “Apenas me da para pagar el alquiler de 460 euros [524 USD] y comer durante todo el mes”.

Sabine se jubiló hace un año y desde entonces acude cada viernes a uno de los bancos de alimentos de la organización Berliner Tafel, situado en el barrio de Reinickendorf, en el noroeste de la capital alemana. Allí, por solo un euro, puede llenar el carro de la compra que ha traído de casa.

“Sería muy difícil sobrevivir sin la Tafel”, asegura la mujer, cuyas dos hijas, cuenta, ya tienen suficiente con sus propios gastos como para tener que preocuparse, además, por su madre. “Hoy en día todo es muy complicado, pero se tiene que salir adelante”. Sabine no es optimista acerca del futuro que le espera: “El precio de la vida cada vez es más caro, y las pensiones suben, sí, pero no tanto”.

Su realidad contrasta con las cifras macroeconómicas del país más próspero de la Unión Europea: un paro de apenas 4,9% –el más bajo desde la reunificación– y un superávit en 2017 de 261.000 millones de euros (unos 297.000 millones de USD), el más alto del mundo en términos absolutos. Sin embargo, ella no es, ni mucho menos, la única persona en esa situación.

Según cifras oficiales del Ministerio Federal de Trabajo y Asuntos Sociales, en 2016 el 48% de los jubilados alemanes, es decir, más de ocho millones y medio de personas, cobraba una pensión pública por debajo de los 800 euros al mes. Si subimos el listón hasta los 1.000 euros, entonces se trataba del 62% del total de jubilados (casi 11,5 millones).

Las autoridades apuntan que las pensiones públicas van acompañadas en muchos casos de otros ingresos complementarios como fondos privados o programas de pensiones ofrecidos por las empresas. No obstante, no hay datos sobre cuántos pensionistas disfrutan de esos cobros extra.

La pobreza en la tercera edad (en Alemania se define como pobre a aquellos hogares unipersonales con ingresos por debajo de los 892 euros –1.016 USD–, es decir, menos del 50% de los ingresos medios) se ceba especialmente con las mujeres. Otro dato que se utiliza con frecuencia en Alemania es el de personas en riesgo de pobreza, que se calcula sobre el 60% de los ingresos medios y se sitúa en los 969 euros (1.103 USD).

Hasta el 64% de las personas que cobran una pensión inferior a los 800 euros son mujeres. La razón: la brecha de género provocada por los empleos peor pagados y las interrupciones en la vida profesional debido a su papel central en el ámbito de los cuidados.

Es el caso de Marie, de 70 años, quien también acude regularmente cada viernes al comedor social de Reinickendorf.

Viuda desde hace cinco años, Marie cobra 840 euros al mes (857 USD), después de haber trabajado 20 años en el servicio de correos. Debido a problemas de salud, tuvo que dejar de trabajar hace dos décadas y lleva ya diez años yendo a la Berliner Tafel. “Aquí nos conocemos todos, es casi como una familia”, cuenta. “En lugares como la Tafel una se da cuenta de lo mucho que se necesita a otra gente para salir adelante”, dice esta berlinesa.

Ni Marie ni Sabine quieren dar su nombre real ni ser fotografiadas, el estigma de ser anciano y pobre sigue pesando en un país de cultura ahorradora como Alemania. Pero ellas no son un caso aislado.

En los 46 comedores sociales que la Berliner Tafel tiene repartidos por toda la ciudad, acuden regularmente 50.000 personas. Según datos de la propia organización, el 29% del total (14.500 ciudadanos) son pensionistas.

“Aquí vienen muchos solicitantes de asilo y muchos parados de larga duración. Pero también muchos jubilados”, explica Barbara Wolters de la Tafel de Reinickendorf. “En este caso, en su mayoría, son mujeres alemanas que viven solas, cuyos trabajos de sueldos bajos les han dejado una pensión escasa. Yo misma tengo una pensión de 500 euros [569 USD] y sin mi marido me vería también en una situación muy difícil”.

Futuro de las pensiones

El envejecimiento de la población es el gran reto al que se enfrenta el sistema de pensiones alemán, aunque no el único. “Otros cambios como la digitalización, la globalización y un entorno de rentabilidad baja presentan desafíos para todos los sectores relacionados con la seguridad en la tercera edad”, asegura Hermann Buslei, del Instituto para la Investigación Económica (DIW, por sus siglas en alemán).

En el futuro, los pensionistas obligados a ir a bancos de alimentos como Sabine y Marie puede aumentar considerablemente. Un estudio publicado en 2017 por la Fundación Bertelsmann estimaba que para 2036 el riesgo de pobreza en la tercera edad podría aumentar hasta el 20,2% del total de los jubilados, en comparación con el 16,2% actual.

Mujeres, sobre todo de los estados federados de la antigua Alemania comunista, personas con baja formación educativa, aquellas que han estado desempleadas durante largos periodos y ciudadanos con un origen extranjero (migrantes) son los grupos con más probabilidades de acabar engrosando el listado de pensionistas alemanes pobres.

Con vistas a frenar ese escenario, el Bundestag (Parlamento alemán) ha aprobado recientemente el Rentenpaket, o paquete de pensiones propuesto por el Gobierno, con el que fija las pensiones en un mínimo del 48% de los sueldos hasta 2025. El sistema de pensiones alemán se financia a través del pago directo de una cuota que se descuenta del sueldo mensual. Con el plan aprobado por los diputados alemanes, además, se garantiza hasta 2025 que la cuota no sobrepase el 20% del salario.

El ministro de Finanzas, el socialdemócrata Olaf Scholz, sin embargo, ya ha anunciado su interés en extender este modelo hasta el año 2040 para, así, evitar el surgimiento de un “Trump alemán”.

Con esta medida, Alemania se aleja de los sistemas de pensiones del norte de Europa y se acerca a los del sur. Algunos economistas, como Bernd Raffelhüschen, partidario de la polémica reforma de la Agenda 2010 del socialdemócrata Gerhard Schröder, consideran que es “un gran error”.

“Este es el camino equivocado. Nosotros, con la agenda 2010, decidimos decirle a la generación de jóvenes que ellos tendrían que contribuir con las mismas cuotas que la generación de sus padres. Pero si el número de personas que pagan las contribuciones se reduce, por supuesto que tenemos que reducir la tasa de reemplazo [la pensión tras la jubilación]”, explica Raffelhüschen.

“En Francia la tasa de reemplazo es del 70% o superior; en Italia, del 55%; en España, algo parecido. Los programas de jubilación son más generosos en el sur de Europa que en Alemania, pero ahora se ha decidido que no podemos reducir más las pensiones al mismo tiempo que se fijan las contribuciones y la edad de la jubilación. Ese, por supuesto, es el camino equivocado”, añade.

Raffelhüschen es partidario de incrementar la edad de la jubilación y unirla a la esperanza de vida, “como se ha hecho en Escandinavia”, dice. Este economista cree que solo así se podrá garantizar la sostenibilidad del sistema.

¿Y la pobreza en la tercera edad? Preguntado al respecto, Raffelhüschen cree que es un fenómeno exagerado por los medios de comunicación y que, por ejemplo, los 1,1 millones de jubilados que a finales de 2017 tenían un minijob (empleos a tiempo parcial por un máximo de 450 euros al mes –512 USD–), “lo hacen porque quieren, no porque tengan que hacerlo”.

Los pensionistas tienen la posibilidad de encontrar esos trabajos gracias a anuncios dirigidos directamente a ellos, como sucede en una céntrica cafetería de Dresde. Allí un cartel ofrece un minijob para “estudiantes de instituto, de universidad o pensionistas”. Un cartel que, por cierto, solo estaba colgado en el cuarto de baño de las mujeres.

“Esto no va a cambiar, los políticos se van a llenar la cartera pero nosotros vamos a seguir igual”, concluye Sabine antes de abandonar el comedor social, ya con el carro de la compra lleno.

This article has been translated from Spanish.