Por qué los trabajadores informales del Sudeste Asiático se oponen a la tecnología que produce energía a partir de residuos

Por qué los trabajadores informales del Sudeste Asiático se oponen a la tecnología que produce energía a partir de residuos

In this photo taken on 27 August 2021, protesters against a proposed incinerator stand outside of a local government building in Tebet, Jakarta, with a sign that reads: “From collecting waste, to collecting fuel. Is the provincial government unable to think? #RestoreJakarta.”

(WALHI DKI Jakarta)

Según Pris Polly Lengkong, presidente del sindicato indonesio de recicladores de residuos (Ikatan Pemulung Indonesia, o IPI), que busca dar una voz a los millones de trabajadores informales del sector, los recicladores han trabajado duro, y por poco dinero, para hacer frente a la creciente crisis de residuos del país, separando y generando un valor económico para los residuos reciclables.

Los recicladores de residuos son expertos”, dice Pris. “Han logrado reducir por sí solos los residuos”.

Sin embargo, el gobierno indonesio no quiere empoderar a los recicladores ni ampliar los sistemas de reciclaje y reutilización para resolver el problema de residuos del país. En cambio, opta por una tecnología que se utiliza desde hace mucho tiempo en Europa, Japón y Corea del Sur: la incineración o la obtención de energía a partir de residuos. Esta tecnología emplea altas temperaturas para quemar residuos, lo que permite reducir su masa y producir electricidad; su expansión preocupa a Pris.

“Si el gobierno construye una incineradora de residuos para producir energía, desperdiciará el dinero. Es mejor utilizarlo para ayudar a los recicladores de residuos a prosperar”, expone.

El gobierno indonesio impulsa la incineración en todo el país. El presidente Joko Widodo firmó en 2018 un decreto presidencial para acelerar su implantación en 12 de las ciudades principales del país. Ya hay dos incineradoras en funcionamiento –en Bekasi, un suburbio de Yakarta, y en Surabaya, la segunda ciudad más grande del país– y se planea construir otras en Yakarta, la capital, y en Bali, Makassar, Surakarta y Palembang.

Indonesia no es un caso aislado. En Tailandia, Filipinas y Bangladés, los gobiernos, entidades de financiación del desarrollo (como el Banco Asiático de Desarrollo, la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional y el Instituto de Industria y Tecnología Medioambientales de Corea) y las empresas promueven la incineración como solución a los problemas de gestión de residuos en la región. Según la información recabada por Equal Times, en estos tres países se han abierto recientemente, se están construyendo o bien se prevé construir 30 incineradoras. Esto suscita una gran preocupación entre los recicladores de residuos, que temen perder sus medios de subsistencia.

“Aunque tengas un plan para involucrar a los recicladores de residuos, solo puedes involucrar a un porcentaje muy pequeño de la fuerza de trabajo existente”, señala Kabir Arora, coordinador de la Alianza Mundial de Recicladores de Residuos.

Otro hecho preocupante es que las incineradoras necesitan residuos de alto poder calorífico para funcionar eficientemente, lo que en Asia Sudoriental significa principalmente plástico, uno de los materiales que los recicladores de residuos pueden recoger para generar ingresos.

“Cuando se ponen en funcionamiento incineradoras, se roba a los recicladores su medio de vida”, expone Arora. “Cuando empiezas a incinerar residuos, al final necesitas residuos y materiales combustibles, como las botellas PET, polietileno de alta densidad y polipropileno. Son materiales muy combustibles que también tienen un valor muy elevado en el mercado”.

Cuando los miembros de la Alianza Mundial de Recicladores de Residuos analizaron las preocupaciones ambientales –las incineradoras producen niveles elevados de emisiones, incluido de dioxinas tóxicas, y de residuos de cenizas de fondo de horno–, la alianza alcanzó una postura clara compartida por todos sus miembros, incluido el IPI.

“Nos oponemos a la incineración... Esta no es la mejor forma de gestionar los residuos, ya sean residuos plásticos o de cualquier otro tipo”, resume Arora.

Japón: promoción activa de la tecnología de obtención de energía a partir de residuos

Los miembros de la Alianza Mundial de Recicladores de Residuos, incluido el IPI, pero también India y Bangladés, han colaborado para establecer una posición común y llevarla a la práctica. “Las organizaciones de recicladores han logrado crear una coalición fuerte para oponerse a las incineradoras en diferentes partes del mundo”, explica Arora.

En este contexto, los recicladores de residuos colaboran con miembros de la comunidad y ecologistas para oponerse activamente a los planes de construir incineradoras en toda Asia Sudoriental. En Davao (Filipinas), un proyecto de incineración apoyado por el gobierno japonés se enfrenta a la oposición generalizada de los ecologistas y ya ha provocado que más de 100 recicladores de residuos pierdan sus medios de subsistencia debido al cierre de los vertederos.

Japón es una de las fuentes principales de tecnología de incineración. Las empresas japonesas –como Hitachi Zosen, que tiene tres proyectos en Tailandia, JFE Engineering, Marubeni, Mitsubishi y otras– desean exportar tecnología a otros países de la región, ya que queda poco espacio en el propio Japón para construir más incineradoras. De hecho, el gobierno japonés ha estado impulsando la tecnología de obtención de energía a partir de residuos en Asia Sudoriental desde que el país fue anfitrión de la cumbre del G20 en 2019.

Sin embargo, los trabajadores en Japón, país que cuenta con más de 1.000 incineradoras, desempeñan un papel más activo en el sistema a través de sindicatos reconocidos. En Tokio hay 21 incineradoras en funcionamiento, que consumieron hasta 2,7 millones de toneladas de basura y produjeron 1.304 megavatios de electricidad en 2019. Para funcionar eficientemente requieren una atención constante, las 24 horas del día, y flujos de residuos fiables.

Los trabajadores de estas instalaciones no se encuentran en una situación laboral informal, sino que están representados por un sindicato, la unión de trabajadores de saneamiento de Tokio, que incluye desde los recolectores de residuos que recogen desechos en la metrópolis y los llevan a las incineradoras, hasta el personal técnico altamente cualificado que dirige las instalaciones.

Según Yoshikatsu Nishimura, técnico de una incineradora y miembro del comité ejecutivo de este sindicato, las uniones sindicales han desempeñado un papel clave en la mejora de las condiciones de seguridad en las incineradoras, hasta el punto de que desde 1976 no ha muerto ningún trabajador sindicalizado como consecuencia de un accidente de trabajo.

Han elaborado un manual de seguridad que explica a los trabajadores los riesgos y cómo responder adecuadamente –algo que la dirección no ha proporcionado– y alientan al personal a trabajar en equipo para que siempre haya refuerzos en caso de emergencia.

“Si no prestas atención a la dirección, esta puede sacrificar fácilmente la seguridad y dar prioridad a los beneficios, y eso podría costarles la vida a los trabajadores”, asegura Nishimura.

Existe una diferencia considerable entre la forma en que funcionan las incineradoras en países desarrollados como Japón o Dinamarca y Suecia, donde los recolectores de residuos son a menudo empleados a tiempo completo, están representados por sindicatos y reciben prestaciones de salud, y en países en desarrollo como Indonesia, Tailandia y Filipinas, con tantos trabajadores en el sector informal y tan pocos sindicatos en el sector público. Esto, junto con fuentes de residuos muy diferentes y preocupaciones por el control de la contaminación, llevaron a Arora a una conclusión clara.

“Estas tecnologías no son las adecuadas para nosotros”, sentencia. “No tiene sentido para mí, desde el Sur global, quemar e incinerar residuos”.

De manera similar, es poco probable que en Indonesia los trabajadores que recogen residuos, o administran las incineradoras, estén sindicalizados como en Japón. De hecho, cuando el gobierno planeaba construir la incineradora en Bekasi, ni siquiera invitó a los recolectores de residuos a debatir sus planes.

“Tal vez tenían miedo de que si nos invitaban íbamos a protestar”, aventura Pris, añadiendo que no dejarles participar hubiese sido lo único que les habría llevado a protestar.

Por este motivo, y otros, el IPI se opone a todas las incineradoras en Indonesia. “En nuestra opinión, las incineradoras despilfarran dinero. La incineración puede acabar con el bienestar de los recolectores de residuos porque no les permite trabajar para encontrar residuos reciclables como el plástico”, concluye.

Investigación adicional realizada por Yosepha Pusparisa.

Este artículo se elaboró con el apoyo del Journalismfund.eu.