¿Puede Nigeria ganar la guerra contra la adicción a la codeína de sus jóvenes?

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Un martes por la tarde, poco después de las 7, Nsikak, de 19 años, y tres de sus amigos llegan a un bar en Uyo, la capital del estado de Akwa Ibom, en la región centromeridional de Nigeria. Llevan una botella de plástico de 75cl que contiene jarabe para la tos de codeína. “Lo he conseguido en el mercado negro”, dice a Equal Times. “No se puede encontrar fácilmente hoy en día”.

La codeína es un opiáceo muy adictivo que, cuando se toma en exceso, puede provocar alucinaciones, delirios, esquizofrenia o la insuficiencia de órganos. Sin embargo, esto no desalienta a las decenas, posiblemente centenares de miles de jóvenes (o incluso más; es difícil obtener datos precisos) que consumen codeína en forma de jarabe para la tos en el país africano más poblado. Durante más de una década, el jarabe de codeína se ha comprado y vendido en clubes nocturnos, farmacias y callejones en toda Nigeria, pero los niveles elevados de adicción revelados en un documental emitido recientemente por la BBC llevaron al Gobierno nigeriano a prohibir la producción y la importación de jarabe para la tos con codeína en mayo. Aun así, como demuestran Nsikak y sus amigos, todavía es posible comprar el opiáceo ilegalmente.

Mientras sus amigos se sientan en el rincón más alejado, Nsikak va a la barra y pide cinco botellas de Coca-Cola, una bebida que no muchos clientes piden sin algún tipo de licor. Sin embargo, Nsikak y sus amigos han traído su propia bebida para mezclar.

Al cabo de dos horas, los chicos han vaciado la botella de jarabe de codeína, cada vez hablan más fuerte y se vuelven desagradables entre ellos y con el resto de los clientes, especialmente las mujeres. Según Addiction Center, una guía en línea para las personas con problemas de drogodependencia, el consumo de codeína puede provocar un trastorno de la capacidad de raciocinio, una falta de coordinación y un comportamiento apático. A lo largo de la noche, los chicos muestran indicios claros de estos comportamientos.

Nsikak señala a Equal Times que, desde que uno de los jóvenes del grupo le introdujo al jarabe de codeína, ha consumido en tres meses al menos cinco botellas de jarabe para la tos a la semana y que todas las ha comprado en el mercado negro por “menos de 1.000 naira (2,70 dólares estadounidenses, unos 2,34 euros) por botella [de 100ml]”. Cuando le preguntamos por qué toma codeína, Nsikak simplemente responde: “Quiero estar colocado. Me gusta la sensación”.

A principios de año, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito advirtió al Gobierno nigeriano de que un número cada vez mayor de jóvenes nigerianos abusa de fármacos como la codeína y el tramadol. El organismo señala que ambos opiáceos son los fármacos de los que más se abusa en Nigeria.

Al igual que la codeína, que se puede adquirir por tan solo 1 dólar USD (una botella de 60ml), el tramadol –un analgésico recetado para ayudar a tratar el dolor moderado a intenso, y que produce un colocón eufórico cuando se ingiere en grandes cantidades– es relativamente barato. El fármaco, que puede causar pérdida de memoria y alucinaciones cuando se consume en exceso, se puede comprar en cápsulas de 200mg por tan solo 0,05 dólares USD. Los profesionales de la salud en Nigeria dicen que el tramadol se ha utilizado recientemente en robos y para sedar a víctimas de violaciones.

Aunque la codeína en sí misma se importa, el jarabe, hasta mayo, era producido en Nigeria por al menos 20 empresas farmacéuticas y a menudo es consumido por estudiantes que, como Nsikak y sus amigos, lo mezclan con refrescos antes de beberlo.

“En realidad es peor que una epidemia”, apuntó Oluyemisi Ogun, director médico en el Hospital Federal de Neuropsiquiatría en Yabai (Lagos) en un simposio titulado Respuesta de emergencia a los brotes de enfermedades: el camino a seguir en Nigeria, organizado por la Asociación de escritores del ámbito de la salud de Nigeria. “En todos los rincones y pasillos que nos rodean hay gente que vende drogas”.

Las respuestas de CRISA a una crisis

A pocos metros del bar donde Nsikak y sus amigos pasaron la noche bebiendo Coca-Cola mezclada con codeína se encuentra el Centre for Research and Information on Substance Abuse (CRISA), una organización sin ánimo de lucro dedicada a la investigación sobre las drogas y el alcohol, así como la prevención y el tratamiento de la drogodependencia.

Desde su creación en 2016, casi 500 usuarios de drogas –un cuarto de los cuales son adictos a la codeína– han recibido apoyo y terapia psicosociales en CRISA. Debido al estigma que existe en torno al abuso de drogas, los adictos en Nigeria a menudo son reticentes a buscar ayuda; como consecuencia, solo un número reducido de adictos visita el centro, la mayoría de los cuales han sido convencidos u obligados por miembros de su familia y seres queridos a dar el paso.

“Nuestros trabajadores sociales salen [a las calles], hablan con usuarios de drogas y les animan a venir [al centro]”, comenta Ediomo-Ubong Nelson, un gestor de proyectos de CRISA, a este medio. “También tenemos padres que traen a sus hijos y sacerdotes que traen a feligreses”.

Aunque no es ilegal beber jarabe de codeína en Nigeria, solo puede ser vendido legalmente al público con una receta médica o si se tiene licencia farmacéutica. Sin embargo, a causa de las enormes sumas de dinero que se pueden obtener en el mercado negro, una gran parte del jarabe se vende ilegalmente, incluso después de la denominada “prohibición”.

“Puede que las farmacias exijan recetas, pero no los comerciantes de productos farmacéuticos [farmacéuticos]. El mercado negro también es una opción y éste es responsable de la venta de una gran cantidad de opiáceos ilícitos”, añade Nelson.

Aunque el Gobierno nigeriano afirma que su prohibición en mayo se basó en una investigación interna, se produjo después de que viera la luz el documental de la BBC mencionado anteriormente. En el programa, un representante farmacéutico se jactaba de llegar a vender “un millón de cajas” en una semana en el mercado negro.

“El Colegio de Farmacéuticos de Nigeria ha recibido instrucciones de continuar su labor para hacer cumplir la ley en las farmacias y tiendas y puntos de venta de productos farmacéuticos en todo el país”, apuntó en una declaración el ministro de Salud, Isaac Adewole, en mayo. “El Ministerio de Salud velará por que se pongan en marcha intervenciones de tratamiento médico para las personas drogodependientes en todo el sistema de atención sanitaria del país”.

Sin embargo, tal vez la prohibición de la codeína no sea suficiente para frenar la crisis de adicción de Nigeria, especialmente cuando el jarabe aún entra en el país de contrabando. A finales de julio, solo dos meses después de que se impusiera la prohibición, el servicio de aduanas de Nigeria confiscó en Lagos 498 cajas –cada una con 200 botellas– de jarabe para la tos con codeína importadas del Reino Unido. Otra preocupación es que se esté introduciendo el jarabe a través de las fronteras terrestres porosas del país, el medio por el que llega la mayoría de productos de contrabando a Nigeria: “Hay muy pocas restricciones para la llegada de drogas a través de nuestras fronteras”, resume Nelson.