Empresa financiera de EE.UU. destruye empleos y selva tropical en Camerún

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Científicos y activistas medioambientales exigen la interrupción de un enorme proyecto de desarrollo agrícola en Camerún.

 

En un informe publicado esta semana denuncian que el plan de una firma de propiedad estadounidense para establecer una plantación de aceite de palma de 73.000 hectáreas, que según los promotores permitiría rehabilitar tierras degradadas y crear empleo, no va sino a destruir los medios de subsistencia y la selva tropical, además de alterar un punto clave de la biodiversidad de importancia mundial.

En 2009 SG Sustainable Oils Cameroon, propiedad de la empresa Herakles Capital con sede en Nueva York, firmó con el Gobierno de Camerún un contrato de arrendamiento de la tierra de 99 años, con idea de plantar palma de aceite. Hay una demanda cada vez mayor de aceite de palma como alimento y biocombustible.

 

Los inversores pudientes están adquiriendo derechos sobre enormes extensiones de tierra agrícola en países pobres de todo el mundo, anticipándose a la subida del valor de las tierras conforme el aumento de la población y de la demanda de alimento y combustible contribuyen al incremento de los precios de los cultivos. Esta tendencia se denomina acaparamiento de tierras.

La empresa alega que el proyecto dará lugar a un desarrollo económico extraordinario desde el punto de vista medioambiental y a la creación de empleo en Camerún. Se ha asociado con una organización de desarrollo llamada All for Africa, cuyo objetivo es plantar un millón de árboles en el continente, diciendo que con las ganancias obtenidas de los árboles se dedicarán a financiar el desarrollo.

No obstante, el informe elaborado por el Oakland Institute, un grupo de investigación con sede en California, y el grupo ecologista mundial Greenpeace International, denomina este proceso “blanqueo ecológico”, es decir presentar alegaciones de carácter medioambiental destinadas a camuflar una actividad perjudicial para el medioambiente.

Indican que Herakles y All for Africa están dirigidas por el mismo hombre, y que “en realidad hay una gran diferencia entre plantar bosque y plantar árboles de aceite de palma” en una plantación de una sola especie.

Observan que la empresa abandonó en agosto la Mesa Redonda de Aceite de Palma Sostenible (RSPO, por sus siglas en inglés), un grupo industrial que impone determinadas normas medioambientales a los productores de aceite de palma. Frédéric Amiel de Greenpeace dice que la RSPO no permite a los productores talar árboles de la selva tropical y reemplazarlos con palma de aceite.

Explican que el impacto podría depender del hecho que la firma sea americana, con inversores sensibles a las inquietudes medioambientales.

“Compradores de aceite de palma como Kraft, Unilever y otras grandes empresas de alimentos están reclamando unas normas medioambientales más estrictas para el aceite de palma”, dice Rolf Skar de Greenpeace.

“Si Herakles no las cumple, tendrá que explicar a los inversores por qué.”

Amiel niega las alegaciones de las empresas según las cuales la plantación implicaría mayoritariamente tierras que ya han sido taladas y degradadas. Quedan muy cerca de varias áreas protegidas de Camerún, entre ellas el famoso Korup National Park, la reserva de selva tropical más rica de África.

En abril, once de los mejores científicos de la conservación se pusieron de acuerdo, de forma independiente, para reclamar al Gobierno de Camerún que detenga el proyecto hasta que las condiciones mejoren.

Dicen que su evaluación sobre el impacto medioambiental sólo cubría un 0,003% de la zona en cuestión, y que “distorsionaba seriamente el estado de los bosques”, la “gran mayoría” de los cuales, afirman, no son tierras degradadas sino selva tropical en excelente estado localizadas en un “punto clave de la biodiversidad”.

Sin embargo, más allá del impacto medioambiental directo, el proyecto denegará a miles de habitantes locales – 14.000 según estimaciones de la empresa, 45.000 según Frédéric Mousseau del Oakland Institute – el derecho a cultivar la tierra y a obtener recursos del bosque en la zona.

A cambio, la plantación tiene previsto crear 7.500 puestos de trabajo, pero el impacto neto podría ser un aumento de la pobreza.

Además el informe denuncia que la empresa tiene derecho a pagar sueldos por debajo del salario mínimo de Camerún, a despedir a los trabajadores como le plazca y que está exenta de otras leyes nacionales. Mousseau delata que la empresa ha hecho caso omiso de varias órdenes judiciales camerunenses para detener la tala de árboles.

El informe cita un estudio realizado este año por organizaciones camerunenses no gubernamentales, que revelaron que si su Gobierno pagara a los agricultores de pequeña escala existentes para que produjeran alimentos, en lugar de subvencionar la importación de alimentos y las plantaciones de gran escala para la exportación de alimentos, se podrían crear 96.000 empleos en el sector agrícola en tan sólo 15.000 hectáreas de tierra, lo cual requeriría una deforestación mucho menor.

Herakles sostiene que las variedades mejoradas de sus árboles de aceite de palma, cultivadas de forma selectiva, producen 5,5 toneladas de aceite por hectárea, mientras que los agricultores existentes no producen más que una tonelada.

Pero el informe mantiene que la investigación financiada por el Gobierno de Camerún ha desarrollado una variedad adaptada a los minifundistas, que produce 4,5 toneladas por hectárea – con costos menores, en explotaciones familiares que emplean a más personas, conservan la biodiversidad e implican menos riesgos de enfermedades de cultivos que las enormes plantaciones de una sola especie.

Hay pocos agricultores que utilizan la variedad mejorada de la palma. Al igual que en la mayoría de los países africanos, las agencias camerunenses que solían introducir este tipo de mejoras a los agricultores quedaron destruidas por los programas de austeridad del Gobierno centrados en el reembolso de la deuda externa.