“Fue un infierno” – Víctimas filipinas de la trata se deciden a hablar

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Puede que Filipinas sea la quinta mayor economía del sureste asiático, pero la persistente pobreza obliga a muchos de sus ciudadanos y ciudadanas a buscar trabajo en el extranjero.

Filipinas es el tercer país del mundo exportador de mano de obra, después de China y la India.

El año pasado, los 10 millones de trabajadores expatriados enviaron al país un total de 22.900 millones USD en concepto de remesas, lo que contribuye a mantener a flote una economía afectada por una elevada tasa de desempleo, corrupción y frecuentes catástrofes naturales, como el devastador tifón Haiyan..

Los sueños de una vida mejor terminan convirtiéndose a menudo en pesadillas, porque las agencias de Filipinas contratan a mujeres y niñas con fines de trabajo forzoso y esclavitud sexual.

En 2012, una investigación llevada a cabo por la OIT indicaba que aproximadamente 21 millones de hombres, mujeres y niños en el mundo se encuentran actualmente en situaciones de trabajo forzoso, mientras que en 2008 la ONU calculaba que cerca de 2,5 millones de personas procedentes de 127 países distintos eran víctimas de la trata de personas – aunque otras fuentes estiman que la cifra asciende a 27 millones de personas.

Cecilia Oebanda-Flores, Directora Ejecutiva de la ONG filipina Visayan Forum, estima que entre 10.000 y 100.000 personas son víctimas de la trata dentro y fuera de Filipinas.

Cecilia declaró a Equal Times que la mayoría de los trabajadores filipinos varones son enviados a Sudán, Nigeria, Kuwait y Arabia Saudita, mientras que las niñas y las mujeres suelen verse forzadas a trabajar en condiciones de esclavitud y explotación sexual en Malaysia, Hong Kong, Dubai e incluso Europa del Este.

 

Sueños rotos

Una oferta empleo como trabajadora del hogar en Singapur le dio a Jocelyn, de 26 años, la esperanza de poder sacar a su familia de la pobreza. En noviembre de 2013, no sin cierta incertidumbre, decidió abandonar Pangasinan, su ciudad natal situada al norte de Filipinas.

“Me asustaba irme para trabajar en el extranjero, puesto que nunca había salido de la ciudad. Ni siquiera había estado en la capital Manila”, admite Jocelyn.

“Pero sabía que aquella era mi única oportunidad para ayudar a mis padres y saldar la enorme deuda que teníamos en la granja familiar.”

Así que su madre pidió prestado dinero para ayudar a Jocelyn a pagar los 13.500 pesos filipinos (PHP), alrededor de 305 USD, que necesitaba para comprar el billete de avión y tramitar un visado de trabajo.

Una semana después Jocelyn viajaba Singapur junto con otras cinco chicas, y cada una de ellas tuvo que pagar 2.600 PHP (59 USD) en concepto de tasas de aeropuerto y otros “gastos”.

Jocelyn terminó en manos de una pareja singapurense que le pegaban y que no le daban para comer más que los restos de sus comidas.

El calvario de tres meses se agravó cuando se encontró con que no sólo no le pagaron el salario mensual de 340 USD que le habían prometido sino que encima la acusaron injustamente de haber robado 50 USD. Después de verse forzada a firmar una confesión, fue detenida en la cárcel de mujeres Changi Prison.

Afortunadamente Visayan Forum se enteró de la situación de Jocelyn y consiguió que la pusieran en libertad.

Oebanda-Flores explicó a Equal Times que los responsables de la trata de personas suelen tener buenas conexiones con funcionarios públicos y operadores de transporte corruptos, lo que les permite desplazar a sus víctimas y efectuar operaciones de contrabando y de trabajo forzoso.

“Las agencias internacionales de contratación recurren a sus homólogos locales, y estos emplean unos complicados procesos cuyo punto de partida son las comunidades más remotas, afectadas por la pobreza y los conflictos”, dijo.

Jocelyn todavía se ha recuperado de las heridas físicas y psicológicas sufridas. Cuando Equal Times la entrevistó estaba estudiando confección con el Programa de Reintegración Nacional del Ministerio de Trabajo y Empleo.

El programa facilita a los ex trabajadores migrantes filipinos préstamos en efectivo, capacitaciones prácticas y otros tipos de ayuda destinadas a la reinserción laboral. Jocelyn tiene pensado comprarse una máquina de coser y empezar su propio negocio de confección.

“Yo puedo aguantar la crueldad de mi empleador, pero lo que no soporto es ver a mi familia pasar hambre y sufrir a causa de la pobreza”, explica Jocelyn.

 

Trata en el interior del país

Pero la trata de trabajadores y trabajadoras vulnerables no se da únicamente en el extranjero.

Ana (pseudónimo), de 15 años, procede de un pueblo remoto situado en Cotabato del Sur, al sur de Filipinas, donde los frecuentes enfrentamientos entre las fuerzas del Estado y los separatistas islámicos han dado lugar a décadas de miseria.

La madre de Ana fue engañada por un contratista para que enviara a la joven a trabajar como dependienta en Manila, con un sueldo de 3.000 PHP (68 USD) mensuales. Pero en lugar de eso, Ana terminó en un burdel en la provincia de Cavite, al sur de Manila, donde por las mañanas tenía que limpiar el bar y por las tardes lavaba la ropa para su empleador.

No le pagaban nada y la obligaban a dormir en el bar y a llevar ropa provocativa.

Una noche conoció a dos oficiales de la marina filipina que venían de una base naval cercana. “Pensé que podía pedirles ayuda, porque llevaban uniforme. Pero me llevaron a una playa y me violaron en una pequeña barca”, explica sollozando Ana.

Después el empleador trató de enviarla a otra zona del país para que trabajara como prostituta junto con otras cinco chicas. Pero cuando aterrizaron en Zamboanga fueron interceptadas por la policía del aeropuerto, quien las puso en contacto con un asistente social.

Ahora están siendo sometidas a un examen psicológico en un centro de acogida dirigido por Visayan Forum en la ciudad de Batangas, donde asisten además a clases nocturnas en una escuela pública de enseñanza secundaria.

Ana contó a Equal Times que siempre había pensado que Manila era un paraíso, por las oportunidades que prometía. “Pero fue un infierno.”

Ahora espera impaciente poder reunirse pronto con su familia y volver a llevar una vida normal.

 

Cooperación internacional

El pasado mes de abril, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) se asociaron con la Unión Europea para poner en marcha una campaña de 5,5 millones USD a favor de la contratación ética en Filipinas.

El objetivo del programa es mejorar el sistema de contratación y abordar el problema de la vulnerabilidad de los trabajadores y trabajadoras.

Catherine Vaillancourt-Laflamme, directora del programa “Promover el Trabajo Decente a través de las Fronteras” de la OIT en Filipinas, declaró a Equal Times que la trata de personas en un problema mundial, pero que las reformas pueden comenzar a nivel de los países de origen..

La contratación ética significa que los trabajadores no tienen que pagar nada para conseguir un trabajo en el extranjero. Los contratos de empleo deberían ser además transparentes y los trabajadores deberían disponer de una protección social y del derecho a crear y afiliarse a sindicatos en los países de acogida.

Vaillancourt-Laflamme dice que Taiwán, Singapur, China y Hong Kong siguen siendo países problemáticos en cuanto a las comisiones de contratación que se les impone a los trabajadores/as extranjeros.

“El programa trata de promover, para empezar, una contratación ética, moral y legal en todos los países exportadores de mano de obra”, añade.

“Los contratistas en los países de origen deberían cobrar a los empleadores por ayudarles a buscar trabajadores cualificados, en lugar de exigir que sean los trabajadores migrantes los que paguen comisiones de colocación.”

Pero mientras miles de trabajadores y trabajadoras vulnerables siguen cayendo en las garras de organizaciones de trata de personas, hay muchos filipinos que siguen creyendo que, con tal de salir de la pobreza y la desesperación, vale la pena correr ese riesgo.