Las purgas de Erdogan se globalizan

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El 1 de agosto de 2016, una delegación turca de alto nivel llegó a Pakistán para ejercer presión sobre el país con el fin de lograr una mayor cooperación con la campaña represiva internacional que Ankara está desarrollando contra las organizaciones afiliadas a Fetullah Gülen, un clérigo residente en Estados Unidos y al que el gobierno turco ha acusado de ser el autor intelectual del golpe de Estado fallido del mes pasado.

El presidente turco Recep Tayyip Erdogan envió a su ministro de Asuntos Exteriores a las naciones amigas con el objetivo de solicitarles ayuda para ampliar sus operaciones contra las redes de Gülen. Turquía ha detenido a miles de presuntos golpistas, lo cual ha provocado protestas generalizadas de las organizaciones de derechos humanos, pues sostienen que se trata de un pretexto para realizar purgas de políticos, periodistas y académicos críticos con el gobierno.

Pakistán, un país todavía fascinado por el éxito deslucido del modelo turco, está siendo sometido a enormes presiones por parte de las autoridades turcas para que cierre 28 escuelas gestionadas por la Fundación PakTurk. Esta organización privada del ámbito de la educación tiene supuestos vínculos con el grupo Hizmet, el movimiento atribuido a Gülen. El cierre de las escuelas pondría en peligro el futuro de 10.000 estudiantes y 1.500 trabajadores y trabajadoras.

Pakistán ha privado a casi 25 millones de niños de su derecho constitucional a la educación, comprometiendo así sus responsabilidades nacionales al cerrar escuelas a instancias de otro gobierno.

En una carta al diario paquistaní en inglés Dawn, Shehroz Khan Rind, el padre de un niño que estudia en una escuela de PakTurk, asegura que “puede que estas escuelas estén vinculadas a la organización central de Gülen, pero el hecho es que están haciendo un trabajo excelente”,.

“Estas escuelas están ofreciendo una educación de calidad y orientada a la investigación desde el ciclo primario. En los últimos tiempos han logrado numerosos premios para Pakistán en competiciones internacionales. Además, tienen un cupo del 30% para estudiantes que no pueden pagar sus matrículas y a los que no cobran ni una sola paisa [la moneda local de menor valor]”, escribe Khan Rind.

PakTurk niega oficialmente tener vínculo alguno con Hizmet. En una declaración pública en la página web de la organización, asegura que sus escuelas y universidades en Pakistán “no tienen ninguna afiliación ni vínculo con ningún personaje político, organización ni movimiento político, religioso o confesional. Tampoco tenemos ninguna relación financiera con ningún movimiento”.

 
Acuerdos políticos entre bastidores

Según varios analistas, la exigencia de Ankara a Pakistán de que cierre las organizaciones afiliadas a Gülen va a poner en peligro las relaciones bilaterales y a crear un peligroso precedente para ambos países, en especial si acepta debido a alguna maniobra extrajudicial.

“Turquía es un país propenso a altos niveles de desconfianza, xenofobia y teorías conspiratorias, por lo que podría verse afectado negativamente por las purgas indiscriminadas a nivel global”, explica Aykan Erdemir, ex diputado del Parlamento turco y miembro emérito del centro de investigación Foundation for Defense of Democracies (Fundación para la Defensa de las Democracias), con sede en Washington D.C.

“Ankara debería mantener los estándares más altos en relación al Estado de derecho y seguir el debido proceso para perseguir a los supuestos golpistas en Turquía y en el extranjero. Las relaciones diplomáticas de Turquía no deberían verse perjudicadas por los ajustes de cuentas del AKP [el Partido de la Justicia y el Desarrollo en el poder] con una red religiosa que, hasta hace bien poco, era su aliado más cercano”, advierte Erdemir.

Aunque PakTurk ha recurrido a los tribunales para refutar las acusaciones, la estrecha relación del primer ministro paquistaní Muhammad Nawaz Sharif con el presidente Erdogan, así como la dependencia económica y estratégica de Pakistán con respecto a Turquía, han suscitado serias dudas sobre la posibilidad de que Islamabad se niegue a aceptar.

Sobre todo cuando, a cambio, Turquía se ha ofrecido a apoyar la postura paquistaní sobre Cachemira, la región en disputa entre Pakistán e India que ha causado graves hostilidades entre los dos países vecinos.

India acusa a Pakistán de injerencia en el reciente levantamiento en esta región de mayoría musulmana controlada por el gigante asiático. El apoyo de Turquía probablemente reforzará las ambiciones de Pakistán con respecto a esta región, lo cual ya ha provocado antes tres guerras con India.

Pakistán cuenta con una democracia frágil, un historial de derechos humanos deficiente y casi siempre está lleno de rumores sobre golpes de Estado militares. Ya ha pagado un precio muy alto, tanto económica como culturalmente, por lo que algunos analistas consideran su postura anti india obsesivamente chovinista y su amistad con regímenes autoritarios de Oriente Medio.

De esa región, Pakistán ha importado las interpretaciones más austeras del islam, lo cual ha convertido al país en exportador y víctima del terrorismo al mismo tiempo. Según los analistas, la continua dependencia de Pakistán de una Turquía cada vez más autocrática podría provocar problemas en el futuro, sin que de ello se derivara ningún beneficio significativo para ninguno de los dos países.

“Los gobernantes de Pakistán tienden a emprender medidas autocráticas”, asegura Raza Rumi, un famoso periodista y analista. “El país es un viejo amigo de Turquía y es probable que su actual primer ministro, que se considera un aliado de Erdogan, acepte la solicitud del cierre de las escuelas de Hizmet”.

Aunque todavía no se ha publicado ninguna prueba de los vínculos entre PakTurk y los seguidores de Gülen, hay pocos indicios de que exista algún programa antidemocrático en los planes de estudios de las escuelas. Después de escuchar las noticias en los medios de comunicación, Shehroz Khan Rind, el padre de un niño que estudia en PakTurk, decidió investigar dichas acusaciones.

“Pregunté a mis hijos, uno de los cuales estudia en una escuela de PakTurk, sobre Gülen. Ninguno había oído hablar de él”, asegura Khan Rind. “Revisé los libros de texto para ver si encontraba algo sobre Gülen, pero no encontré nada. Luego les pregunté sobre los profesores de la escuela. Así descubrí que el 90% de los profesores son paquistaníes”.

Las autoridades paquistaníes afirman que están analizando leyes para regular las organizaciones sin ánimo de lucro.

Según fuentes gubernamentales que aceptaron hablar con la condición de mantener el anonimato, PakTurk es una organización jurídicamente sólida e Islamabad se verá obligada a encontrar una excusa para deshacerse de su actual dirección manteniendo al mismo tiempo las instituciones abiertas.

Sin embargo, Alamgir Khan, un empresario paquistaní y uno de los cinco directores de las escuelas de PakTurk, manifestó un sentimiento del que ya se han hecho eco numerosos analistas: “Deberían ser las leyes de Pakistán, no las leyes de Turquía, las que prevalezcan aquí”.