Ya es hora de acabar con los estereotipos

 

La implosión económica de Grecia ha sido objeto de un intenso debate en los medios de comunicación de todo el mundo, así como entre políticos, académicos, investigadores y tecnócratas, y en la comunidad de las instituciones financieras.

Sin embargo, muchos de los argumentos que se escuchan, especialmente en la prensa, están llenos de estereotipos que confunden y ofrecen un análisis muy poco realista de lo que ha ocurrido en este país.

 

Uno de los argumentos más comunes es el de que los griegos “viven/vivieron por encima de sus posibilidades”.

Sin embargo, las cifras muestran otra cosa. La realidad es que los griegos en su conjunto (es decir, el Estado, el pueblo, las instituciones financieras y las empresas privadas) no están tan endeudados como sugiere el estereotipo.

Un detallado informe de McKinsey (una consultora mundial) reveló que en el 2009, cuando estalló la crisis de los bonos soberanos, la deuda total de Grecia (pública y privada) ascendía al 230% de su producto interior bruto (PIB).

Dicha cifra es la mitad de la deuda de entonces en Reino Unido (466%) y bastante menor que la de Alemania (285%) o Francia (323%).

Grecia también ha tenido resultados mucho mejores que Reino Unido, Francia, Bélgica, Portugal e Irlanda en lo relativo a la deuda externa total.

Los bajos niveles de la deuda total en Grecia, al menos al inicio de la crisis, se pueden explicar por el hecho de que la deuda privada y corporativa en el país es reducida según el baremo de los países occidentales.

Los bancos griegos también tuvieron cuidado de evitar riesgos en las burbujas inmobiliarias de Estados Unidos, Irlanda y España, así como en el mercado de préstamos “subprime”.

 

¿A quiénes estáis llamando ‘perezosos’?

Otro de los estereotipos preferidos de los medios de comunicación es el del griego perezoso e incompetente que siempre está tirado al sol.

Una vez más, existen datos fiables que demuestran que no hay nada más lejos de la realidad.

Según la última “Revisión Trimestral de Empleo”, publicada en septiembre por la Comisión Europea, “en el primer trimestre del 2012, Grecia y Austria registraron el número más alto de horas trabajadas por empleado a jornada completa, mientras que Finlandia, Italia e Irlanda registraron el número más bajo”.

Además, según datos de la OCDE, en el 2011 la media anual de horas trabajadas por empleado en Grecia fue de 2.032, que se puede comparar con las 1.413 de Alemania y las 1.776 de media en el mundo desarrollado.

Por tanto, aunque cada vez hay más columnistas, políticos populistas y periodistas de la prensa sensacionalista que pretenden ser expertos sobre Grecia, muy pocos de ellos se molestan en consultar los datos reales.

Un ejemplo es el típico tópico de que Grecia es “un pozo sin fondo”, por ejemplo. Según dicen, la frontera griega es el equivalente terrenal de lo que los astrónomos llaman un “horizonte de sucesos”: nada más entrar, el dinero de los contribuyentes europeos desaparece en el agujero negro del despilfarro griego.

 Por suerte, dichas caricaturas no pueden resistir una crítica seria. Entre el 2010 y el 2012, el déficit público griego disminuyó del 15,6% al 6,6% del PIB y el déficit primario (que no incluye el pago de los intereses) del 10,5% a aproximadamente el 1,4% del PIB. Estas cifras son casi el doble de las de Portugal, que suele considerarse un “país ejemplar en la aplicación del programa de ajuste”.

Dicha disminución constituye un resultado histórico según los criterios internacionales, pues se llevó a cabo en un duro entorno macroeconómico a nivel mundial y durante una recesión pronunciada y constante.

La suma total de las medidas de austeridad que se necesitaron para lograr este ajuste superaron los 49 mil millones de euros o el 22,6% del PIB de Grecia en solo dos años.

El progreso en las reformas estructurales ha sido más lento, pero también resulta impresionante.

Por ejemplo, en marzo del 2012, Grecia alcanzó el primer puesto en receptividad a las recomendaciones de la OCDE para aumentar el crecimiento en su informe Hacia el crecimiento.

Además, según el informe Doing Business del Banco Mundial, en el 2013 Grecia mejorará su puesto en la clasificación mundial del marco legal para la actividad empresarial, subiendo un asombroso trecho de 22 puestos.

 

Impacto social

Este violento ajuste ha afectado a la sociedad griega.

El desempleo alcanzó recientemente al 25,1% de la población general y superó el 54% entre los jóvenes.

Hoy en día, si alguien pierde su puesto de trabajo en Grecia, prácticamente no tendrá posibilidades de encontrar otro en el futuro inmediato, ya que este país cuenta con el porcentaje más alto de desempleados de larga duración de toda la Unión Europea.

Seis de cada diez empresas griegas han declarado pérdidas en el 2012 (ICAP Databank), el precio de la vivienda ha disminuido en hasta un 60% y más del 18% de los acreedores hipotecarios han dejado de pagar.

Asimismo, se prevé que la contracción acumulada del PIB supere el 25% entre finales del 2008 y finales del 2012.

 Los suicidios han aumentado en un 22% entre el 2010 y el 2012. Los datos de la policía griega muestran un considerable aumento de toda la gama de delitos con violencia. Asimismo, el número de personas sin hogar también ha aumentado en un 25% en los últimos dos años.

Además, un número cada vez mayor de empresas de seguros se niega a asegurar las exportaciones a Grecia.

Los proveedores de gas y gasolina solicitan el pago inicial en efectivo para suministrar combustible a Grecia. Prácticamente todos los proveedores privados de electricidad han entrado en quiebra y el proveedor estatal de electricidad se enfrenta a una crisis de liquidez sin precedentes, pues los usuarios no pueden pagar sus facturas.

Lo mismo ocurre con el proveedor estatal de gas.

Decenas de miles de bloques de apartamentos pasaron el pasado invierno sin calefacción, pues los dueños de los pisos no pudieron pagar las tasas por el servicio.

Los hospitales carecen incluso de los suministros más básicos. Antes de las elecciones de junio, Grecia tuvo dificultades para importar medicinas.

El Estado griego debe 8 mil millones de euros a sus proveedores.

Estos, a su vez, dejan de pagar sus propias facturas y a sus empleados. Los bancos griegos han sufrido enormes pérdidas debido a la reestructuración de la deuda y no pueden conceder créditos a la economía, que se encuentra al borde de la depresión.

Resumiendo: todos los elementos por los que se incluye a una sociedad en el mundo desarrollado (poder encontrar combustible para el coche en la gasolinera local, una atención sanitaria adecuada, calefacción central, la sensación de una razonable seguridad, un puesto de trabajo) están amenazados en Grecia, lo cual echa por tierra el mito de que los griegos se están aprovechando del dinero de los contribuyentes europeos.

 Esto no significa que los problemas de Grecia sean insignificantes. Todavía destacan la gestión indebida de los fondos públicos, la confianza excesiva en el consumo público y privado, la falta de empresas grandes y medianas orientadas a la exportación, un porcentaje sumamente alto de profesionales autónomos, la baja competitividad, la evasión de impuestos y la capacidad administrativa increíblemente débil.

Sin embargo, los dudosos estereotipos racistas, que uno lee en la prensa amarilla y escucha repetidos hasta la saciedad por políticos alemanes y holandeses, no aportan nada al debate ni al esfuerzo para superar estos problemas.

Todo lo contrario. Estos comentarios restan legitimidad incluso a las políticas acertadas de la Unión Europea en Grecia y avivan el extremismo fascista y antieuropeo en el país.