¿Será 2013 el año de una verdadera acción por el clima?

 

Espero estar equivocado, pero es posible que en 2013 presenciemos unos fenómenos meteorológicos extremos más devastadores que se verán agravados y reforzados por el poder destructivo del calentamiento del planeta ocasionado por el cambio climático.

Espero ser testigo y también parte de un crecimiento exponencial en la presión popular que fuerce a los Gobiernos y directivos de empresas a tomar medidas para evitar un cambio climático catastrófico.

Espero ver como un número aún mayor de “aliados inusuales” se unen al movimiento global exigiendo medidas para luchar contra el cambio climático.

En particular cabe esperar que el movimiento de mujeres, los sindicatos y las organizaciones religiosas sigan implicándose de forma más activa en la lucha para evitar un cambio climático catastrófico.

Yo comienzo cada año con la esperanza de que los Gobiernos se ofrezcan a proporcionar el liderazgo que la humanidad tan desesperadamente necesita.

Espero que dejen de rezagarse, que encuentren la voluntad política para actuar más allá de los ciclos electorales tan cortos de miras y de la influencia corrupta de determinadas elites empresariales.

Mi predicción es que en 2013 van a empezar a prestar más atención.

Hace poco, en la Convención de la ONU sobre el Cambio Climático en Doha, vimos como el delegado filipino preguntaba con lágrimas en los ojos: “Si no somos nosotros ¿entonces quién? Si no es ahora ¿entonces cuándo? Si no es aquí ¿entonces dónde?” Y no preguntaba sólo en nombre de su pueblo sino en nombre de todos nosotros.

Inmediatamente después de los estragos causados por la Supertormenta Sandy en el Caribe y EE.UU., el tifón Bhopa (Pablo) barrió las costas de Filipinas dejando a cientos de miles de personas sin hogar y a más de 900 sin vida.

Las tormentas se desataron como un profundo contrapunto a las advertencias del Banco Mundial de que seguir por la trayectoria actual implicará un incremento de cuatro grados en la temperatura del planeta para finales de siglo – haciendo imposible el sueño de la erradicación de la pobreza.

Hemos visto grupos de inversores y empresas de seguros que exigen a los Gobiernos crear un marco normativo fuerte para evitar un cambio climático catastrófico.

No es que de pronto se hayan vuelto ecologistas pero, como economistas que son, entienden que el cambio climático ha dejado “únicamente” de cobrarse vidas y destruir infraestructuras, y que va a hacer estragos en empresas y destruir la posibilidad de prosperidad económica.

Tengamos presente, tal y como lo expresa Sharan Burrow, dirigente de la Confederación Sindical Internacional (CSI), que “en un planeta muerto no hay empleos”.

La cuestión principal radica en si estos fenómenos meteorológicos extremos, la ciencia, la opinión pública y, cada vez más, los intereses económicos, conseguirán cambiar el mundo político y sacar a nuestros Gobiernos de su letargo.

Esta cuestión de la acción de los Gobiernos se desarrollará y, esperemos, estará encabezada por el Presidente Obama en su segundo mandato. ¿Se brindará y mantendrá su promesa de convertirse en defensor de la cuestión del clima?

Durante su discurso de investidura dijo: “Queremos que nuestros hijos vivan en una América que no esté asfixiada por las deudas, que no esté debilitada por la desigualdad, que no esté amenazada por el poder destructivo del calentamiento del planeta.”

Su cambio de voluntad se produjo demasiado tarde para las negociaciones sobre el cambio climático de la ONU en Doha.

Pero ha llegado la hora de emprender una acción decisiva, y espero que en 2013 los Estados Unidos se conviertan en líder mundial para abordar el peligro real e inminente que supone un cambio climático catastrófico.

No busco esperanzas sólo en Obama.

Otros países desarrollados también deben dar un paso adelante y Europa tiene que dar la talla como defensor mundial del medioambiente.

Economías emergentes como China, India, Sudáfrica y Brasil necesitan adoptar un papel más progresista a la hora de constituir un acuerdo para resolver la cuestión del cambio climático en la ONU.

Y la labor tiene que comenzar ya – no esperar a dos semanas de negociaciones dentro de dos años cuando los Gobiernos han acordado cerrar un tratado justo, ambicioso y jurídicamente vinculante en materia de cambio climático.

En 2013 espero ver un aumento en las inversiones en energías renovables y más innovación y tecnología para proporcionar soluciones a la situación del cambio climático, que aporten al mismo tiempo regeneración económica y ayuden a sacar a la gente de la pobreza.

Por eso tengo la esperanza de que la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono llegue a ser más fácil y de que a los políticos les deje de asustar el cambio y se den cuenta de la falta que hace una legislación progresista.

Una legislación que genere un entorno favorable a la creación de millones de empleos nuevos, verdes y decentes, garantizando una doble victoria para el desarrollo climático y social.

No podemos seguir hablando del cambio climático como una amenaza inquietante en el horizonte: el clima ha cambiado y lo que hemos visto este año no es sino una pequeña degustación amarga del futuro que nos espera a todos a menos que se emprendan de inmediato medidas para cambiar de rumbo.

Deseo, espero y hago un llamamiento en nombre de las generaciones presentes y futuras para que 2013 pase a la historia como el año en el que los Gobiernos, las empresas y la sociedad civil consiguieron proteger nuestro planeta para las generaciones presentes y futuras.

Pido a todos los activistas del mundo que sigan presionando a los Gobiernos y empresas, y que prosigan con su lucha por la justicia climática, social y económica.

Si no presionamos más a las personas con poder, seguirán negándose a aceptar la realidad de que el tiempo se acaba.

No queremos simplemente unos cambios superficiales o paulatinos; necesitamos un cambio transformacional y fundamental que refleje lo que, según la ciencia y la madre naturaleza, tenemos que lograr con carácter de urgencia.