Los migrantes internos de la India encuentran trabajo pero no derechos

 

Ya sea la cresta del invierno o el abrasador verano, la rutina de Ramavatar Singh no varía.

Este obrero de Chamanpura, un pueblo remoto del estado indio de Bihar, ha estado buscando trabajo durante los últimos seis años.

Al igual que centenares de hombres y mujeres, Ramavatar va todos los días al chowk de trabajo – un punto de encuentro donde obreros, jardineros, carpinteros, cocineros y albañiles que buscan trabajo pueden ser recogidos por contratistas.

Este particular cruce está situado en Noida, una de las ciudades más desarrolladas de Uttar Pradesh y que además forma parte de la expansiva Región de la Capital Nacional de Delhi.

Los chowks de trabajo constituyen un fenómeno habitual en las principales ciudades de la India y son consecuencia directa de un patrón de migración interna en el que los habitantes de las zonas rurales se desplazan a zonas urbanas en busca de trabajo.

Aunque India es uno de los mayores países emisores de mano de obra emigrante del mundo, el número de emigrantes en el interior del país es considerablemente superior.

Los datos más recientes sobre migración son los del censo de 2001, cuya definición de migración no se limita a la mano de obra, y que sitúa el número de emigrantes en el interior de la India en 314 millones.

En la década de 1991 a 2001, aproximadamente 98 millones de personas migraron a otras zonas, 81 millones de los cuales eran emigrantes intraestatales, 17 millones eran emigrantes interestatales y 0,7 millones eran emigrantes internacionales.

Principalmente son los ricos y las personas de clase media los que se van al extranjero, mientras que los pobres abandonan sus pueblos para buscar trabajo en las grandes ciudades de la India, huyendo del trabajo en régimen de servidumbre y de la incertidumbre de los ingresos derivados de la actividad agrícola.

Pero los trabajadores emigrantes – tanto en el interior del país como en el extranjero – son vulnerables a la explotación y al abuso de los traficantes y empleadores fraudulentos. Ante la falta de apoyo de la sociedad civil y de un sistema judicial eficaz, muchos emigrantes se enfrentan a la criminalización.

“Los no cualificados y los que proceden de castas y tribus indígenas, así como las mujeres, se enfrentan a flagrantes formas de violaciones de los derechos porque, por una parte, la Ley de trabajadores emigrantes interestatales [aprobada en 1979 para regular las condiciones de trabajo y las condiciones de empleo]es inaplicable, y porque, por otra, son mal acogidos, principalmente en las ciudades, a pesar de la creciente demanda que existe en el mercado de trabajo”, afirma J. John, director ejecutivo del Centro para la Educación y la Comunicación, un centro de recursos e investigación laboral con sede en Delhi.

“En consecuencia, se les niega derechos laborales, servicios básicos como alojamiento, instalaciones sanitarias y transporte público, viéndose así forzados a vivir en la periferia de las ciudades”, añade.

La situación es igual de mala para muchos de los trabajadores y trabajadoras indios que emigran al extranjero.

“Lo que estamos observando es la explotación de unos trabajadores desesperados por encontrar trabajo”, dice Coen Kompier, especialista en Normas Internacionales del Trabajo en la OIT India.

“Si bien la emigración puede ser una buena manera de salir de la situación de desempleo, tiene que haber forma de terminar con los abusos. Los acuerdos bilaterales entre los países de emisión y de recepción, que permiten ponerse de acuerdo en cuanto a los mecanismos de control y los procedimientos de denuncia para los trabajadores y trabajadoras, son un instrumento importante que sigue estando infrautilizado. Todos los trabajadores de todas partes se merecen la protección provista por las normas internacionales del trabajo de la OIT”, opina.

 

Kerala, ciudad en alza

Sushil Oraon es un trabajador de la construcción originario del pueblo de Chargara, en el estado occidental de Jharkhand.

Fue a la escuela hasta quinto [nueve años de edad], y entonces decidió irse a Delhi con su hermano, para buscar trabajo y ayudar a mantener a los 13 miembros de su familia.

“Nuestro anhelo por una vida mejor y por un sueldo más alto nos llevó a Delhi, pero enseguida nos dimos cuenta de que no éramos más que dos de los cientos de personas que llegaban a Delhi cada día en busca de trabajo.”

Pronto descubrieron que podrían tener más oportunidades a 2.000 kilómetros al sur, en el estado costero de Kerala.

“Un contratista nos prometió trabajo si nos íbamos con él a Kerala. Él es quien nos trajo aquí, a esta obra”, dice Sushil.

El flujo migratorio hacia Kerala ha sido enorme, los inmigrantes llegan de todos los rincones del país. Antes los inmigrantes de Kerala procedían en su mayoría del estado de Tamil Nadu, pero la afluencia de mano obra Tamil se ha reducido drásticamente debido a la disponibilidad de puestos de trabajo y de mejores salarios en el propio estado.

Krishna Kumar, Secretario de Trabajo Adjunto para el Ministerio de Trabajo y Empleo de Kerala, explicó a Equal Times que aunque no se dispone de estadísticas oficiales sobre el número de trabajadores inmigrantes en su estado, “los datos informales indican que en Kerala hay más de 1,3 millones de trabajadores inmigrantes”.

Anticipa que esta cifra aumentará a 2,5 millones de personas a lo largo de los próximos 10 años.

Mientras millones de empleados cualificados y no cualificados trabajan duro en el extranjero, un número considerable de trabajadores van entrando a raudales en Kerala – el estado del Golfo particular de la India.

Según las estadísticas de la Junta de Planificación Estatal de Kerala, el número de emigrantes procedentes de Kerala es de cerca de 2,28 millones y aproximadamente 1,15 millones han regresado después de haber trabajado en el extranjero.

Además, 3,43 millones de keralitas no residentes y aproximadamente 1 millón de emigrantes de Kerala viven en otros estados de la India.

“En Kerala hay escasez de trabajadores cualificados y el trabajo lo están haciendo los trabajadores de Bengala Occidental, Orissa y Assam”, afirma Ramesh Shankar, un contratista de la construcción.

“Un albañil malayali [nativo de Kerala] se lleva a casa entre 600 y 750 rupias (11-14 USD) al día, mientras que el trabajador inmigrante hace el mismo trabajo por 400 rupias (7 USD)”, informa el contratista.

“Yo trabajo como ayudante en una empresa de construcción y gano 350 rupias (6 USD) diarias”, asegura Rahamatulla, 32 años, de Bengala Occidental. “La situación en el estado de donde vengo es de pobreza extrema. Terminé mis estudios de secundaria, pero allí no hay oportunidades de empleo. No tenemos tierras de cultivo así que trabajamos como jornaleros en diferentes granjas”, añade.

Balmiki Parida, del estado de Orissa, lleva ya nueve años en Kerala. Con conocimientos prácticos del idioma local, el malabar, este licenciado de 40 años gana 400 rupias (7 USD) al día y trabaja casi todos los días. Pero Balmiki apenas ve el dinero que gana. “Todos los meses envío unas 8.000 rupias (147 USD) a mi familia en Khurda.”

 

Condiciones

La gran mayoría de los trabajadores inmigrantes de Kerala trabajan en el próspero sector de la construcción.

Al igual que los trabajadores inmigrantes de otras zonas de la India, los trabajadores de la construcción viven en la propia obra o en apartamentos compartidos de una habitación alquilados por el contratista o por la empresa.

Normalmente entre 10 y 20 trabajadores viven juntos en una habitación con un sólo aseo. Cocinan temprano por la mañana y hacen un fuerte desayuno para poder saltarse el almuerzo y ahorrar dinero.

Pero estas condiciones adversas son preferibles para muchos de los trabajadores.

“La diferencia en el ambiente laboral en Kerala es que no abusan de nosotros, como sucede en la mayoría de las ciudades del país”, dice Shyam Sunder.

Los trabajadores inmigrantes no reciben un trato equitativo. “Los trabajadores locales de Kerala no trabajan tantas horas como nosotros, y encima les pagan más.”

Pero aunque estén discriminados, siguen prefiriendo quedarse en Kerala.

 

Sindicalización

A pesar del considerable aflujo de trabajadores inmigrantes que llegan a Kerala, la mayoría de ellos todavía no se han afiliado a un sindicato.

“El idioma es el mayor problema con el que nos encontramos a la hora de organizarlos”, dice Elamaram Kareem, Secretario General de la sectorial del Centre for Indian Trade Unions (CITU) en Kerala.

“Se nos hace muy difícil comunicarnos con los trabajadores. El CITU ha tomado la iniciativa de desarrollar un cuadro especial de activistas sindicales para organizar a estos inmigrantes”, añade.

R Chandrasekharan, Vicepresidente del Indian National Trade Union Congress en Kerala, dice que su sindicato también ha estado trabajando duro para tratar de involucrar a los trabajadores inmigrantes.

“Hemos puesto en marcha un proyecto en Kerala – ‘Sindicalización de la mano de obra inmigrante no sindicalizada’ – con el apoyo de la CSI.

Según Chandrasekharan, registrar a los trabajadores es algo crucial.

Pero muchos inmigrantes tienen miedo de afiliarse a un sindicato.

“Podríamos perder nuestro trabajo. Y si nos echan de este lugar de trabajo puede que no nos acepten en ningún otro sitio”, dice Hrushikesha, ayudante en una obra, procedente de Bengala Occidental.

Al hablar con Equal Times, Kumar, Secretario de Trabajo Adjunto del Ministerio de Trabajo de Kerala, dijo que los sindicatos están esforzándose mucho para abordar estos problemas.

Nosotros ya hemos presentado el proyecto de ley relativo a la seguridad social de los trabajadores inmigrantes de Kerala. Lo más probable es que el proyecto sea aprobado en esta sesión, lo que hará que el registro de los trabajadores migrantes y de sus empleadores sea obligatorio.

“Los trabajadores pueden registrarse pagando una tarifa única de 20 rupias (0,37 USD). Y a continuación les entregaremos una tarjeta de identidad registrada.”

Según él, esto contribuirá a que los trabajadores reciban todas las prestaciones de la seguridad social a las que los trabajadores de Kerala tienen derecho.

Pero hasta entonces, estos hombres y mujeres tendrán que seguir conformándose con un trabajo que no les garantiza los derechos que les corresponden pero que les ayuda a ganar lo suficiente para sobrevivir.