Yaya Coulibali, marionetista y acosado por el yihadismo: “El teatro de marionetas es la suma de todo el imaginario colectivo humano”

Yaya Coulibali, marionetista y acosado por el yihadismo: “El teatro de marionetas es la suma de todo el imaginario colectivo humano”

Yaya Coulibali, pictured here, was one of the main star guests at the 24th edition of the International Theatre Festival of Carthage, held in Tunis, Tunisia, in December 2023.

(Ricard González)
Q&A

El veterano maestro marionetista maliense Yaya Coulibali, nacido en 1959 en la aldea de Koula, a unos 100 kilómetros al nordeste de Bamako, atesora más de medio siglo de experiencia en el teatro de marionetas e incontables viajes por el mundo para exponer su arte. Descendiente de la distinguida estirpe que gobernó el reino animista bambara de Segou (1721-1861), su padre le encomendó aprender y transmitir el rol de marionetista, que en la cultura maliense implica un amplio abanico de conocimientos que van más allá del teatro. Y a eso ha consagrado su vida entera.

Es un compromiso artístico pero también político, pues el teatro de marionetas está en el punto de mira de los grupos yihadistas que controlan una parte del país, aunque no la capital, Bamako, donde Coulibali reside. Además, considera importante transmitir a las nuevas generaciones el valor de la cultura propia, algo que se pierde con la emigración a gran escala a Occidente.

En el marco de la XXIV edición del Festival Internacional de Teatro de Cartago (Túnez), celebrado el pasado diciembre, Coulibali, una de las principales estrellas invitadas, conversó con Equal Times sobre su arte en el contexto actual africano.

¿Cómo definiría el arte del teatro de las marionetas?

Mi padre tenía una definición que me gusta mucho: es la suma de todo el imaginario colectivo humano. Hay que tener en cuenta que engloba varias disciplinas artísticas: los cuentos, la canción, la danza... El teatro de marionetas es el primer arte vivo de la humanidad. El resto vino después. Además, es algo universal, ya que encontramos sus primeras manifestaciones en regiones de todo el mundo en un periodo que va de hace 4.000 a 10.000 años. En Mali, es un arte muy viejo, la raíz de nuestra cultura. Hace siglos, el viajero árabe Ibn Batuta ya glosó en sus crónicas el papel de las marionetas.

¿Por qué son tan importantes en Mali?

Tradicionalmente, las marionetas han desempeñado muchas funciones sociales, por eso el marionetista es un dramaturgo, un terapeuta, un mago, un teólogo. Por ejemplo, se ha creído que el teatro de marionetas era una forma de resurrección de los ancestros, e incluso algunos podían experimentar un trance y comunicarse con ellos. El marionetista también ayudaba a curar algunos problemas de salud, era el ortopeda que fabricaba una férula cuando a alguien se rompía un hueso. Hoy en día, hay estudios científicos en Francia que demuestran su capacidad de curar a niños con enfermedades psicosomáticas.

Y también tienen una función social de cohesionar la sociedad, ¿no es cierto?

Claro, permiten fortalecer el tejido social, la convivencia. Las marionetas ejercen un rol fundamental en la transmisión del saber, de los mitos ancestrales, de la historia de la comunidad... En definitiva, de la cultura. Es un medio mucho más eficaz a la hora de transmitir mensajes y conocimientos a las futuras generaciones. Antes, había muchos festivales en los pueblos que acercaban a los niños a la cultura. Tenía un valor socializante. Otro ejemplo de su valor como herramienta de cohesión social: cuando las lluvias llegaban, las marionetas sagradas salían a bailar a la calle, lo que daba lugar a la fiesta de la siembra. Después, en la época de la cosecha, era el momento de dar gracias al cielo por habernos alimentado. Entonces, todo el mundo salía a bailar en un ambiente de fraternidad.

Esta característica debe ser importante en un momento en el que Mali padece la violencia yihadista...

El yihadismo es una forma de nuevo bandidaje. No tiene nada que ver con nuestro pueblo. En el Sahel, hemos tenido siempre una buena relación entre nosotros. El problema fue que, después de la muerte de [Muamar] Gadafi, se expandieron una serie de grupos extremistas, hubo desorden, y la zona se convirtió en Eldorado para los traficantes. Hemos de ser capaces de promover la unidad en la diversidad. Nosotros, los marionetistas, siempre hemos tenido un problema con las religiones, y con el poder en general porque expresamos la verdad. Y ahora somos blanco de los yihadistas, que consideran herejía la representación de los seres humanos.

Y a nivel personal, ¿qué representan para usted las marionetas?

Son mi vida. Nací un día dedicado a una celebración espiritual, y por eso, según mi pueblo –los bambara–, estaba destinado a ser el depositario del saber ancestral, aunque no fuera el primogénito. La condición de marionetista se transmite de padres a hijos, y en mi familia la tradición se remonta al siglo XI. Por todo esto, mi familia no quería que profundizara en mis estudios [de secundaria], y sobre todo que lo hiciera en la capital. Temía que abandonara esta responsabilidad. Pero eso no iba a pasar porque para mí las marionetas han sido siempre una pasión. He luchado toda mi vida por un reconocimiento de la marioneta en el ámbito de la francofonía, pues hace no muchas décadas era considerado un arte menor. Esta disciplina representa un patrimonio cultural central para todo el continente africano.

¿Es optimista sobre el futuro de África?

Sí, porque África es muy rica. No olvidemos que la humanidad nació aquí, y luego se expandió por el resto del mundo. Creo que tarde o temprano la humanidad volverá a África. Somos el centro de origen de la cultura mundial. Pero aquí existe el peligro de una pérdida en la transmisión de conocimientos porque muchos jóvenes emigran. Por eso, una de mis luchas es dar coraje a los jóvenes, servirles de referencia. Los africanos hemos de valorar más lo que tenemos y lo que somos, que es la cultura, algo que no es tangible y no se puede comprar y vender, como el dinero. En Occidente, tienen otro problema con los jóvenes, el de las pantallas, que son nefastas, ya que hacen que los jóvenes no se puedan concentrar.

¿Como definiría su estilo de fabricación de las marionetas?

Yo aprendí bajo los cánones del estilo tradicional, pero lo enriquecí gracias a mi contacto con el exterior. Recibí formación en Francia, y luego viajé por el mundo entero. Nosotros teníamos marionetas de tallo, y las que te pones a los hombros, pero las de hilos las aprendí a fabricar en Occidente. Por lo tanto, ahora mi obra es fruto de una fusión. Cada país tiene su propia tradición. A mí las que me gustan mucho son las de Laos e Indonesia.

Todas sus marionetas tienen un colorido intenso. ¿Cuál es la simbología de los colores?

En Mali, somos un país de colores, y en las marionetas son importantes porque antes se hacían representaciones con poca luz, la de la luna, y se tenían que poder ver desde lejos. Un color importante es el amarillo, pues simboliza a los ancestros, la vida. Fíjate que es amarillo el color del alba, del Sol, y también es el color de los primeros excrementos que hace un recién nacido. El blanco hace referencia a la diosa de la purificación, pero también a la muerte, porque de ese color son los excrementos del cocodrilo. Mientras el azul y el verde están relacionados con la madre naturaleza.

Algunas marionetas representan seres humanos y otras animales, ¿qué transmiten?

[Según el grupo,] tienen nombres diferentes. A las de seres humanos les llamamos manis, y a las de animales sogo. Para nosotros, la relación con los animales es importante, vivimos con ellos desde la noche de los tiempos, y hemos aprendido de ellos. Nos han servido de inspiración. Normalmente, cada animal representa un carácter humano. Dos animales importantes en nuestro teatro son la hiena y la gacela.

¿Cuál es el rol de la mujer en el teatro de marionetas en Mali?

La mujer en nuestra cultura es muy importante, es la memoria de la nación. Creemos que todos descendemos de una mujer en la antigüedad, a la que llamamos Pemba. Por eso, la figura de la mujer representa a Dios, a la creación. De hecho, en nuestra lengua, cuando alguien muere, decimos “ha vuelto con la madre”. Y por eso, la forma de enterrar a los cadáveres es en posición fetal. Durante los festivales de marionetas, ella desempeña diversas labores. Por ejemplo, se encarga de la acogida de los artistas, y de la salvaguarda de los instrumentos de los músicos.

¿Cuál es el sueño que le queda por realizar?

Terminar la construcción de la Casa de la Marioneta en Bamako. Cumplirá diversas funciones: será un teatro, un museo, y contará con una residencia para acoger a los artistas de otros lugares que vengan para recibir formación. Como parte del proyecto, estamos haciendo un inventario de las 25.000 que conservo. Muchas son una herencia familiar. Las más antiguas se remontan al siglo VI. Y [propiamente] mías deben ser unas 3.000. A las marionetas hay que tratarlas como si fueran personas porque siempre pueden adoptar una nueva vida años después, y terminar en un museo.

This article has been translated from Spanish.