El racismo en el fútbol inglés

 

Según cuenta la leyenda, en el siglo xv, cuando no estaban haciéndose trizas en la Guerra de las Rosas, los guerreros enemigos ingleses mostraban su hombría y su capacidad de combate dando patadas a una vejiga de cerdo inflada.

A esta competición sin reglas la llamaban “footie” y, según dicen, así nació el deporte más popular del mundo.

Debido al papel fundamental que desempeñó Inglaterra al fundar este deporte, codificarlo en 1863 con la formación de la Asociación de Fútbol (FA) y luego exportarlo a todo el mundo, parece apropiado que la Premier League inglesa sea la mayor liga del planeta.

Sin embargo, “este deporte para caballeros, jugado por trabajadores”, como se le definió en una ocasión, nunca ha estado exento de polémicas.

Hoy en día, cualquier sábado (cuando se juegan tradicionalmente los partidos de la liga inglesa) parece que los escándalos, los episodios violentos y las atrocidades roban el protagonismo a cualquier excelencia deportiva en el terreno de juego: morder a un oponente, faltas cínicas, homofobia, falta de igualdad de oportunidades y, quizá lo más insidioso de todo, el racismo manifiesto tanto en el campo como en las gradas.

La Asociación Inglesa de Futbolistas Profesionales (English Professional Footballers’ Association; PFA), que es el sindicato deportivo más antiguo y grande del mundo y representa a los 4.500 jugadores actuales y a los 35.000 jugadores retirados de los 92 equipos del país, está empeñada en acabar con esta mancha vergonzosa.

“El fútbol es un microcosmos de la sociedad. Todo lo que ocurre fuera del campo se reflejará inevitablemente dentro del mismo”, explicó Simone Pound (la presidenta del departamento de igualdad de la PFA) a Equal Times en una entrevista que se llevó a cabo en la oficina londinense del sindicato.

“Sin embargo, también resulta importante determinar todo lo que hemos avanzado. No quiero ser chovinista, pero realmente creo que la PFA y el mundo del fútbol inglés están liderando la lucha contra el racismo en el mundo. Hemos avanzado muchísimo”.

“En la década de 1970 solían tirar cáscaras de plátano al campo. Entre 1979 y 1984 el Frente Nacional (de extrema derecha) estaba utilizando los campos de fútbol para captar a nuevos miembros. Mi padre (seguidor del West Ham United) no me llevaba a los partidos debido a los cánticos racistas”, afirmó la señora Pound, que también es miembro del consejo de administración de la campaña contra el racismo Kick It Out, iniciada en 1994 por la PFA y la Comisión para la Igualdad Racial.

La señora Pound concedió esta entrevista después de que salieran a la luz varios episodios racistas de gran repercusión en el mundo del fútbol.

En septiembre de 2012, la FA (el organismo regulador del fútbol inglés) declaró al capitán del Chelsea, John Terry, culpable de proferir insultos racistas contra Anton Ferdinand, el defensa del Queens Park Rangers. Asimismo, en octubre de 2011, el delantero uruguayo del Liverpool Luis Suárez ocupó los titulares de todo el mundo cuando profirió insultos racistas en repetidas ocasiones contra Patrice Evra, defensa del Manchester United y jugador del equipo nacional francés.

Al señor Terry (antiguo capitán del equipo de Inglaterra de 32 años que parece envuelto en constantes polémicas) le prohibieron jugar cuatro partidos y le multaron con 220.000 libras esterlinas (aproximadamente 258.500 euros).

Al señor Suárez, de 25 años, que ha vuelto a ser noticia por los peores motivos (el último por morder a un defensa del equipo contrario a principios de este mes), la FA (el organismo regulador del fútbol inglés) le prohibió jugar ocho partidos y le multó con 40.000 libras esterlinas (aproximadamente 47.000 euros).

 

 

“Totalmente inaceptable”

Piara Powar, director ejecutivo de la red “Fútbol contra el Racismo en Europa” (FARE), describió la pena impuesta al señor Suárez como “una decisión histórica”.

“Es la primera vez que hemos visto parte de lo que se dicen los jugadores en el campo y de lo que quizá en el pasado fueron comentarios comunes. Este es un gran momento histórico y opino que la FA ha resuelto este asunto del modo correcto”, declaró el señor Powar.

“Estos episodios son una vergüenza para todos los que trabajamos en el ámbito del fútbol”, admitió la señora Pound.

“Y nosotros, como industria, tenemos que aprender de la experiencia. Tenemos que reforzar el sencillo mensaje de que el racismo, tanto dentro como fuera del campo de juego, es totalmente inaceptable”.

“Como sindicato de esta industria no podemos descartar ningún acto como ‘bromas deportivas’ o jerga del gremio. Cualquier tipo de racismo entre los jugadores debe considerarse una falta grave de mala conducta”.

Actualmente, la PFA está planeando ampliar su departamento de igualdad. Asimismo, esta temporada ha iniciado un programa piloto de educación sobre la diversidad en el Tranmere Rovers, un equipo de fútbol de tercera división en Birkenhead, al noroeste de Inglaterra.

El programa, impartido por antiguos futbolistas profesionales, se centra en las repercusiones del lenguaje, las leyes del país, las normas del fútbol, la formación en temas de diversidad, la sensibilización cultural y el acoso. Además, se implementará en todas las ligas profesionales del país a principios de la nueva temporada 2013-2014.

Por supuesto, desde que se fundó la PFA el 2 de diciembre de 1907 en Manchester, sede del legendario Manchester United y del Manchester City,.se han producido enormes cambios en general y en la sociedad deportiva en particular

Pero el racismo en el fútbol inglés se remonta a épocas aún más lejanas.

 

Un largo historial

En 1885, Arthur Wharton se convirtió en el primer futbolista negro que jugó para un equipo reconocido: primero para el Darlington FC y más tarde para el Preston North End.

Pero aunque el señor Wharton fue el campeón nacional de los 200 metros lisos, le confinaron a la portería porque la dirección consideraba que “le faltaba el suficiente carácter y consistencia” como para jugar en el campo de juego.

El primer futbolista negro que vistió la camiseta del equipo nacional inglés fue Viv Anderson, que debutó con 22 años ganando 1-0 a la antigua Checoslovaquia en el estadio de Wembley en noviembre de 1978. El defensa Anderson se labró una brillante carrera jugando con el Nottingham Forest, el Arsenal y el Manchester United.

Quince años más tarde, otro futbolista del Manchester United, el centrocampista Paul Ince (que también jugó en el Liverpool y en el Inter de Milán) se convirtió en el primer jugador negro que fue capitán del equipo nacional de Inglaterra.

Hoy en día, un equipo inglés que no contara con un gran contingente de jugadores de raza negra o mestiza sería un equipo muy malo, a pesar de la extraordinaria falta de éxito de Inglaterra en todas las grandes competiciones de fútbol desde su única victoria en la Copa Mundial en 1966.

Sin embargo, a pesar de estos avances, el racismo sigue siendo frecuente en el fútbol inglés, como demuestran los casos de los señores Terry y Suárez.

Y aunque Inglaterra cuenta con una considerable minoría étnica procedente del sur de Asia, ni un solo futbolista de origen indio o paquistaní juega en la Premier League.

Con alrededor de un tercio de los jugadores de primera división de raza negra o mestiza, opino que el racismo es un problema para cuya resolución la venerable Asociación de Fútbol no está haciendo lo suficiente.

En esta era de futbolistas multimillonarios, ¿qué eficacia tiene una multa de 40.000 libras esterlinas por racismo?

Para Suárez, al que acaban de prohibir jugar 10 partidos por su agresión a mordiscos, representa aproximadamente dos días de salario.

La homofobia y el sexismo también siguen siendo cuestiones importantes.

¿Cuándo van a cambiar las cosas?

“Se ha tratado este tema”, repondió Funke Awoderu, la directora de igualdad de la FA, a Equal Times al preguntarle sobre si el organismo regulador impondría penas más duras por racismo.

“No puedo dar detalles. Pero puedo asegurarle que se está debatiendo y se pretende resolver el asunto”.

Dejando a un lado los eufemismos y las evasivas, todo el mundo está de acuerdo en que el fútbol debe ser “seguro” tanto para los jugadores como para los espectadores.