Jean Bonald G. Fatal y Jacques Belzin: “No se puede acabar con las bandas armadas solo con las armas. Hay que dar trabajo y perspectivas a la juventud haitiana”

Jean Bonald G. Fatal y Jacques Belzin: “No se puede acabar con las bandas armadas solo con las armas. Hay que dar trabajo y perspectivas a la juventud haitiana”

¿Qué análisis hacen los sindicatos haitianos de la crisis actual y del Consejo Presidencial? ¿Cómo perciben el papel de los actores internacionales? En la imagen, a la izquierda, Jean Bonald G. Fatal, presidente de la Confédération des travailleurs et travailleuses des secteurs public et privé (CTSP); a la derecha, Jacques Belzin, presidente de la Confédération des travailleurs haïtiens (CTH).

(Horst Wagner/M. Henri)
Entrevistas

Haití se encuentra sumido desde el 29 de febrero de 2024 en una nueva ola de violencia orquestada por las bandas armadas. El primer ministro Ariel Henry, de viaje en el extranjero y sin posibilidad de regresar al país, y abandonado por Washington –que hasta entonces le había brindado un apoyo vital–, anunció su dimisión el 11 de marzo.

Bajo los auspicios de la Comunidad del Caribe (CARICOM), se ha establecido un Consejo Presidencial constituido por siete miembros (y dos observadores) procedentes de partidos políticos, del sector privado y de la sociedad civil. Henry tendrá que nombrar un primer ministro interino y organizar una fase de transición con vistas a celebrar elecciones. La comunidad internacional, y, curiosamente, Estados Unidos, reclaman ahora la organización urgente de una transición, algo que habían rechazado sistemáticamente pese a constituir la esencia del Acuerdo de Montana, suscrito el 30 de agosto de 2021 y que reúne a un amplio abanico de actores de la sociedad civil, entre ellos los sindicatos.

¿Qué análisis hacen precisamente los sindicatos haitianos de la crisis actual y del Consejo Presidencial? ¿Cómo perciben el papel de los actores internacionales y de la misión multinacional armada solicitada por Ariel Henry, autorizada en octubre de 2023 por la ONU, y que debería desplegarse bajo la autoridad de Kenia?

Jacques Belzin, presidente de la Confédération des travailleurs haïtiens (CTH) y Jean Bonald G. Fatal, presidente de la Confédération des travailleurs et travailleuses des secteurs public et privé (CTSP) abordan con Equal Times todas estas cuestiones.

¿Cómo consiguen trabajar en la situación actual?

Jean Bonald G. Fatal: Yo, personalmente, no puedo trabajar. Soy funcionario, pero muchos edificios estatales están ocupados o han sido incendiados por las bandas. Otros están cerrados por miedo a los incendios y saqueos. Y hay otros que están ocupados por personas que se han visto obligadas a huir de sus casas debido a la violencia. Prácticamente todo el mundo se encuentra refugiado en sus casas. En Puerto Príncipe no hay ninguna posibilidad de organizar reuniones presenciales, así que estamos celebrando reuniones virtuales.

Jacques Belzin: Estamos bloqueados en casa. Como responsables de una organización sindical tenemos la obligación de trabajar, de asumir nuestras responsabilidades y de presentar las reivindicaciones de los trabajadores. Ahora bien, hay que decir que el problema de la inseguridad es especialmente grave en Puerto Príncipe, ocupado en más de un 90% por las bandas armadas. Los demás departamentos del país funcionan, la gente trabaja y tenemos que apoyarla.

¿Qué análisis hacen de la situación y de la creación, propiciada por la CARICOM, del Consejo Presidencial que se encargará de garantizar la transición?

J.B.G.F.: Estamos en una crisis concebida y alimentada por la comunidad internacional, la cual sigue cometiendo los mismos errores. CARICOM ha invitado como actores, para hablar de la crisis, a las mismas personas que la provocaron. Por ejemplo, los empleadores, entre los que se encuentran quienes firmaron el acuerdo del 21 de diciembre de 2022 del ex primer ministro Ariel Henry, están presentes, a pesar de que el sector formal no representa más que entre un 8 y un 12% de la economía y que los sindicatos, que representan a los trabajadores y las trabajadoras tanto del sector de la economía formal como de la informal, no han sido invitados a la mesa de negociaciones.

Exclusión de los sindicatos, pero también de las mujeres. En ese Consejo de nueve personas hay ocho hombres y una sola mujer. Y se trata de una mujer que fue nombrada en el último momento, tras la renuncia de un hombre, y que solo tiene calidad de observadora; no tendrá derecho a voto. Los que van a tomar las decisiones serán ocho hombres.

J.B.: El dossier Haití está ahora en manos de la CARICOM, a la cual hemos escrito para solicitar la integración de los representantes de los trabajadores y las trabajadoras en la mesa de negociaciones. Se podría decir que el sector sindical está representado indirectamente a través de Fritz Jean, que ha sido nombrado representante del Acuerdo de Montana, del cual formamos parte, pero la CTH y la CTSP han solicitado participar directamente en las negociaciones.

También es cierto que el Acuerdo de Montana se ha tergiversado parcialmente. Diversos particos políticos tradicionales se suscribieron al mismo, pero después se retiraron. Otros incluso se han sumado a Ariel Henri para mermar el Acuerdo. Los políticos solo piensan en sus propios intereses políticos y están distorsionando el objetivo de este acuerdo, que es emprender “una transición de ruptura”. Es preciso que la sociedad civil organizada consiga (todavía no es el caso) instaurar una masa crítica que pueda actuar como palanca para establecer una autoridad de transición.

¿No albergan muchas esperanzas en el Consejo Presidencial?

J.B.G.F.: Es una montaña que va a nacer de una hormiga. Haití ha experimentado varias veces esta forma de gobernanza, sin éxito. Ha sido un fracaso cada vez.

J.B.: En 1986, tras la marcha de Duvalier, tuvimos una especie de Consejo Presidencial, pero no dio ningún resultado. No quiero ser agorero ni pájaro de mal agüero, pero hay pocas posibilidades de que este Consejo Presidencial cumpla la misión para la cual se ha establecido. ¿Cambiarán las cosas?

¿Qué le parece la perspectiva de la misión multinacional armada?

J.B.G.F.: Es una broma de mal gusto. Aparte del problema de la legitimidad de una intervención internacional, esta fuerza no tiene ninguna capacidad para resolver la crisis. Si realmente se quisiera ayudar a Haití, habría que apoyar a las fuerzas armadas y a la policía haitianas y proporcionarles equipamiento y armas. El problema no es la policía como tal, sino su gobernanza; los políticos que toman las decisiones y establecen las grandes líneas de la estrategia policial.

J.B.: Necesitamos una fuerza para contrarrestar las acciones de esos delincuentes –yo los llamaría incluso “terroristas”, porque los actos que cometen son de naturaleza terrorista–. Sin eso no habrá paz. La policía nacional está ahí, pero está claro que se ha convertido en una mafia. Habría que reformar sus estructuras para reforzarla. Primero hay que esperar a que se instale el Consejo Presidencial. Pero para que el Consejo se instale es preciso desbloquear la situación de seguridad. Estamos en un círculo vicioso.

En tanto que organizaciones sindicales, ¿tienen alguna propuesta para salir de esta crisis?

J.B.G.F.: Aparte de las bandas, el problema es el desempleo. Miles de jóvenes se unen a las bandas armadas porque no tienen ninguna esperanza. La esperanza ha muerto. Queremos erradicar las bandas, pero no se puede hacer solo con las armas. Hay que atacar el problema de raíz. El problema de las armas es puntual, pero para resolver de forma concreta y definitiva el problema de la inseguridad, hay que resolver el problema del desempleo y dar trabajo y otras perspectivas a la juventud haitiana.

J.B.: La cuestión económica es prioritaria. No puede haber paz sin una economía que funcione. Vivimos en un país centralizado donde todo se encuentra en Puerto Príncipe, donde se saquean las aduanas, donde hemos perdido más de 26.000 empleos en el sector textil y donde el Estado ni siquiera alcanza a pagar el sueldo de sus funcionarios. Hay que establecer una comisión económica multisectorial, y que el Estado y los donantes refuercen la economía nacional.

¿Qué papel pueden desempeñar los actores internacionales?

J.B.G.F.: Se habla de Ucrania y de Gaza, pero nuestra situación es igual de grave. Nos gustaría que la Confederación Sindical Internacional (CSI) fuera más exigente con la OIT, la Organización Internacional del Trabajo, que también se creó para prevenir este tipo de crímenes contra la población. Contamos con los sindicatos para sensibilizar a la opinión pública internacional respecto a lo que está pasando en Haití, puesto que vivimos en un país donde las bandas matan, saquean y violan con total impunidad. Hay que dar la alarma a escala nacional e internacional.

J.B.: Hay que poner fin a la hipocresía de la comunidad internacional, que ha contribuido a crear una situación en la que ahora nosotros estamos pagando las consecuencias. Como haitiano, no pido a la comunidad internacional que venga a resolver la crisis por nosotros, pero sí que es verdad que tiene una gran responsabilidad. De hecho, ¿de dónde provienen las armas de las bandas?

¿Por qué Estados Unidos da tanto dinero a Israel para que destruya Palestina, y poco o nada para reforzar nuestra policía, cuando somos sus vecinos, a menos de dos horas de vuelo? Y es preciso que Europa no se deje arrastrar por Estados Unidos. Que los ciudadanos europeos sepan que necesitamos su solidaridad.

Este artículo ha sido traducido del francés por Guiomar Pérez-Rendón