La administración de las tierras por indígenas hace avanzar en la reconciliación e impulsa una nueva era para la conservación en Canadá

La administración de las tierras por indígenas hace avanzar en la reconciliación e impulsa una nueva era para la conservación en Canadá

A ceremony was held on 21 October 2022 to launch a birch bark canoe, built by Wahkohtowin Development with materials harvested solely from the land, on the Chapleau River in Ontario, Canada. Cultural revitalisation is considered a critical component of reconciliation.

(Wahkohtowin Development)

Cerca de la orilla del lago Grassy, en Ontario (Canadá), Amberly Quakegesic sigue a Adrienne Beaupre por un camino estrecho hacia el bosque. Es otoño –el sol brilla con fuerza y el aire es fresco– y Quakegesic presta mucha atención a las explicaciones de Beaupre, una curandera de la Primera Nación Chapleau Cree, sobre los usos medicinales de las plantas que van encontrando.

“Si raspas el polvo del álamo y lo frotas en la piel, sirve de protector solar”, dice Beaupre. Deteniéndose en una planta de aquilea, erguida sobre el follaje, continúa: “Si tienes un corte, sus hojas sirven de coagulante. Pon las hojas encima y cubre el corte”. Más adelante señala a una planta de cálamo aromático, conocido por su efecto analgésico. “Utilízalo si te duelen los dientes”.

Aunque Quakegesic creció fuera de la cultura de su nación, siempre sintió una conexión con la naturaleza. Sin embargo, cuando empezó a trabajar con Wahkohtowin Development, una empresa social de las Primeras Naciones Chapleau Cree, Missanabie Cree y Brunswick House en el norte de Ontario, cuyos territorios tradicionales están cubiertos por bosques y agua dulce, su relación con la naturaleza se transformó.

El aprendizaje de los mayores, la exposición a la cultura de su nación y las enseñanzas sobre la tierra fueron un retorno al hogar. “Nuestros ancestros eran ingenieros y médicos, pero los pueblos indígenas fueron desacreditados y calificados de salvajes y poco inteligentes. Evidentemente, lo eran [inteligentes] si sobrevivieron en algunos de los lugares con condiciones más adversas y eran prósperos y sanos y tenían una cultura”, dice Quakegesic.

“Si no aprendes a sentirte orgulloso de quién eres y de dónde vienes, el resto de la sociedad te hará sentir lo contrario”.

En todo Canadá, un movimiento floreciente de pueblos indígenas que reconectan con su tierra y cultura y administran los territorios nacionales de sus naciones está impulsando una nueva era para la conservación. Se considera ampliamente que la única manera en que Canadá puede cumplir sus metas de biodiversidad para 2030 es centrar los esfuerzos de conservación en los pueblos indígenas. Sin embargo, los beneficios de la conservación dirigida por la población indígena van más allá de preservar la biodiversidad. Mediante el apoyo a la revitalización cultural y lingüística, la sanación basada en la tierra y la reconfiguración de las relaciones entre las sociedades indígenas y no indígenas, la conservación dirigida por la población indígena representa una oportunidad de verdadera reconciliación.

Hacia la reconciliación

En las últimas décadas, el Gobierno de Canadá ha comenzado un proceso de reconciliación para establecer y mantener relaciones respetuosas entre las poblaciones indígenas y no indígenas tras su historia de colonización, intento de asimilación y genocidio respecto de los pueblos indígenas.

Valérie Courtois, miembro de la comunidad Ilnu y directora ejecutiva de la Indigenous Leadership Initiative, una organización que se dedica a fortalecer el liderazgo de los pueblos indígenas y promover la conservación dirigida por la población indígena en todo el país, dice que persiste un sueño en el que Canadá es un país de justicia, equidad, imparcialidad y liderazgo. “La única forma en que Canadá puede conseguirlo es haciéndose cargo de su pasado y construyendo un futuro colectivo en el que todos prosperamos y se reconoce el papel que desempeñamos”.

En 2018 se publicó un informe histórico en el que se estudiaba cómo la conservación dirigida por la población indígena podía ayudar a Canadá a cumplir sus objetivos en materia de conservación en el espíritu y la práctica de la reconciliación. “Fue un momento transformador”, dice Alison Woodley, asesora estratégica principal de la Canadian Parks and Wilderness Society.

“Incrementó la importancia de reconocer los modelos indígenas de protección y sus áreas protegidas, y puso de relieve que es la clave para avanzar y puede contribuir a la consecución de objetivos y a los esfuerzos de Canadá encaminados a reconciliar a las poblaciones indígenas y no indígenas”.

Desde entonces, la conservación dirigida por la población indígena ha cobrado rápidamente impulso y ha recibido más de 1.000 millones de dólares canadienses (unos 686 millones de euros) procedentes de fondos federales. Para los pueblos indígenas, es un giro irónico de los acontecimientos. Cuando se establecieron parques nacionales como Banff y Jasper, de renombre mundial, se expulsó forzosamente a las poblaciones indígenas de territorios tradicionales que habían administrado durante milenios. Este modelo excluyente que llegó a dominar la política mundial de conservación, conocido como “conservación de fortaleza”, se basa en la creencia de que la mejor forma de proteger la biodiversidad es permitiendo que los ecosistemas funcionen sin perturbación humana. En la práctica, este modelo se basa en el racismo, el colonialismo, la expropiación y la violencia.

En cambio, la conservación dirigida por la población indígena se basa en el respeto del medio ambiente y la reciprocidad con este y en la filosofía de que si las personas cuidan de la tierra, esta cuidará de ellas.

Un modelo floreciente

Tras décadas de perseverancia, los esfuerzos de los pueblos indígenas han dado lugar a progresos considerables en los últimos años, ya que se han reservado grandes extensiones de tierra, agua dulce y océanos a una escala sin precedentes. A nivel nacional, las poblaciones indígenas han propuesto áreas indígenas protegidas y conservadas, sobre la base de leyes y sistemas de gobernanza y de conocimientos indígenas, que podrían conservar colectivamente más de 500.000 kilómetros cuadrados.

En el norte de Manitoba, por ejemplo, tres naciones indígenas tienen como objetivo proteger la totalidad de la cuenca del río Seal –50.000 kilómetros cuadrados de bosques, tundra, ríos y humedales– de la actividad industrial. En Nunavut, un territorio extenso y con escasa población en el norte de Canadá, la Qikiqtani Inuit Association y el Gobierno federal trabajan para establecer el Área de Conservación Marina Nacional Tallurutiup Imanga, con una extensión de 109.000 kilómetros cuadrados, en la cual habitan narvales, osos polares, morsas, belugas y algunas de las colonias de reproducción de aves marinas más importantes del Ártico.

Las áreas indígenas protegidas y conservadas respaldan la descolonización, mediante la promoción de modelos de gobernanza, la conservación y la soberanía indígenas, y la supervivencia de la sabiduría de los ancestros. “Las áreas indígenas protegidas y conservadas presentan el idioma y la cultura como el aspecto más importante porque en dichos idiomas y culturas tenemos miles de años de conocimientos sobre biodiversidad. Si se pierde el idioma, se pierden esos conocimientos”, dice Eli Enns, miembro de la Primera Nación Tla-o-qui-aht y presidente, director general y cofundador de la Fundación IISAAK OLAM, una organización sin ánimo de lucro para la educación indígena que opera en todo el país.

Los programas “Guardianes Indígenas”, que facilitan la transmisión de los conocimientos, el idioma y la cultura, también impulsan la reconciliación. Los guardianes, los “ojos y oídos” en los territorios tradicionales, son expertos formados que se encargan de ayudar a las naciones indígenas a administrar sus tierras y aguas.

Los guardianes de Wahkohtowin Development sangran los abedules para extraer savia, construyen canoas con materiales recogidos exclusivamente de la tierra y hacen estudios sobre la vegetación para reducir el uso de herbicidas. En otras partes de Canadá, los guardianes supervisan el desarrollo de los recursos, miden la calidad del agua y ayudan a crear planes para la utilización de las tierras y las aguas. Actualmente existen más de 120 programas de guardianes en cada provincia y territorio.

“Los programas de guardianes no solo te conectan con la tierra, sino también con tu comunidad y cultura”, dice Quakegesic, directora del programa de guardianes de Wahkohtowin Development. “Aprendemos sobre las especies y medicinas y lo que los árboles sanos necesitan para sobrevivir. Realmente logramos conectar con la naturaleza y comprender lo mucho que tiene que ofrecer”.

“Es un trabajo verdaderamente enriquecedor para las personas porque hemos vivido el genocidio, los horrores de los internados y un intento de asimilación”, dice Courtois. “Parte de nuestra luz al final del túnel consiste en la reapropiación de esa cultura y la reafirmación de nuestra identidad. Esto implica sanar y abordar algunas de las desgracias sociales generadas por esa experiencia, y parte de la solución es reconectar con la tierra”.

Priorizar la administración indígena

Canadá, que acogió la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad en 2022, se ha comprometido con el objetivo mundial de proteger el 30% de sus océanos, tierras y agua dulce de aquí a 2030. Actualmente, el 13,5% de las tierras del país y el 13,9% de sus océanos están protegidos. Los expertos indígenas y no indígenas coinciden en que los objetivos ambiciosos de Canadá no pueden alcanzarse sin priorizar las iniciativas de conservación dirigida por la población indígena.

La eficacia de los enfoques dirigidos por la población indígena está obteniendo un reconocimiento tardío entre las sociedades no indígenas. A nivel mundial, las tierras indígenas representan alrededor del 20% del territorio de la Tierra y son el sostén del 80% de la biodiversidad que sigue existiendo en el mundo. Por otro lado, los estudios cuestionan el mito que sustenta la conservación de fortaleza. Un estudio de Canadá, Brasil y Australia, por ejemplo, reveló que las tierras administradas por poblaciones indígenas tenían una biodiversidad ligeramente más rica que las áreas protegidas y que las tierras administradas por poblaciones indígenas acogían más especies amenazadas que las áreas protegidas o no protegidas en Canadá y Brasil.

Las ventajas de la conservación dirigida por la población indígena van más allá de preservar la biodiversidad.

Los análisis de varios programas de guardianes revelaron que estos generaron numerosos beneficios sociales, culturales, económicos y ambientales para los guardianes y sus comunidades, entre ellos la mejora de la salud y el bienestar, el mayor número de modelos a seguir para los jóvenes y la reducción de los índices de criminalidad.

“Como consecuencia de la experiencia colonial, tenemos todos los indicadores que se pueden esperar. Estamos sobrerrepresentados en las cárceles y en el sistema judicial. Estamos sobrerrepresentados en los servicios sociales y los sistemas de asistencia de menores. Estamos infrarrepresentados en las instituciones de educación superior. Los [programas de] guardianes están abordando todos estos indicadores y generando un impacto positivo”, dice Courtois. “Estoy convencida de que es importante para la Tierra y se trata de una verdadera acción de conservación. Pero, principalmente, es una expresión de la justicia social”.

Todavía queda un largo camino por recorrer

Según Courtois y Enns, el avance de la conservación dirigida por la población indígena se ve obstaculizada por el racismo sistémico, los prejuicios, el miedo, la inseguridad y una mentalidad de escasez. “Está en nuestros mundos internos de valores y creencias”, dice Enns.

Enns añade que el planteamiento compartimentado, que considera que nada guarda relación, también es un obstáculo y destaca la filosofía Nuu-chah-nulth de hishuk’ish tsawalk: todo es uno y todo está interconectado. “La conservación a través de la reconciliación transmite el mensaje al sector de la conservación en Canadá de que si quieres salvar a los caribúes, los osos polares o los salmones, la mejor manera de hacerlo, y para mí la única, es reconciliándonos entre nosotros y reconciliando nuestras visiones del mundo y sistemas de conocimientos”, dice.

Holly Jonas, coordinadora global del ICCA Consortium, una asociación internacional que apoya las áreas indígenas y comunitarias conservadas, dice que el apoyo del Gobierno canadiense a la conservación dirigida por la población indígena, que podría decirse que está a la cabeza a nivel mundial, sigue siendo insuficiente y que siguen preocupando sus inversiones mucho más generosas en la extracción de combustibles fósiles, los oleoductos y la minería en territorios indígenas.

“Es comprensible que algunas naciones y líderes indígenas no se desvivan por dar las gracias al Gobierno por invertir simbólicamente en las áreas indígenas protegidas y conservadas cuando sus leyes consuetudinarias, instituciones y culturas se ven socavadas sistemáticamente y se les está penalizando por defenderse a sí mismos y a sus territorios frente a las industrias que reciben subsidios federales y que también contribuyen directamente a la pérdida de biodiversidad y el colapso climático”, dice Jonas.

A pesar de estos retos, cada vez se reconoce más que la conservación dirigida por la población indígena es el futuro de la conservación en Canadá.

“Estoy convencida de que está transformando la conversación en este país sobre nuestra relación con estos lugares, nuestras responsabilidades y cómo podríamos actuar mejor como sociedad”, dice Courtois.

El viaje de Quakegesic hacia la reconciliación ha implicado que haga frente a estereotipos, prejuicios y miedos, y afronte cómo el terrible pasado continúa teniendo repercusiones en el presente. “Una gran parte de lo que hago es desaprender”, dice. “[Hay] mucho que tenemos que desaprender”. Sin embargo, a través de su trabajo de conexión con su comunidad, cultura y tierra, también se ha producido una sanación: “Muchos de los éxitos que alcanzamos son inmensurables”.