Después de casi dos años de Gobierno liberal-conservador respaldado por la extrema derecha, los Países Bajos parecen por fin decididos a dar un giro a la izquierda en las elecciones nacionales de este miércoles.

En los últimos días de campaña el Partido Laborista (PvdA) ha ido avanzando en las encuestas después de las potentes actuaciones libradas por su nuevo líder Diederik Samsom en los debates televisivos.

Samsom, de 41 años de edad, tiene un pasado inusual: fue físico nuclear, activista de Greenpeace y empresario de energías alternativas.

Su estilo relajado y consensual ha resonado entre los votantes, al igual que sus promesas de templar cualquier arrebato por controlar el desmesurado déficit presupuestario con unas iniciativas que permitan reavivar la estancada economía holandesa.

“Han estado haciendo mucha más campaña en el ámbito de la inversión en el empleo y la economía, y menos énfasis en los recortes de gastos en el sector público. Eso será una diferencia considerable”, explica Catelene Passchier, miembro del consejo ejecutivo de la FNV, la mayor confederación sindical de los Países Bajos.

Los últimos sondeos muestran a los laboristas desafiando al Partido Popular para la Libertad y la Democracia (PVV), favorable al mercado, del Primer Ministro saliente Mark Rutte, para conseguir el primer puesto en el Parlamento. Más a la izquierda, el Partido Socialista ha abandonado la periferia de la política holandesa y podría hacerse con la tercera posición.

Dado que se espera que un total de hasta 12 partidos ganen escaños en el Parlamento, ninguno de ellos logrará aproximarse a la mayoría absoluta, de modo que se anticipan semanas de negociaciones antes de que se forme un Gobierno de coalición.

La nueva administración tendrá que abordar los apremiantes problemas económicos. Aunque muy lejos del drama que invade el sur de Europa, los Países Bajos están destinados a entrar en recesión este año. Los precios de la vivienda han caído en picado y el desempleo ha trepado más de un 6%, lo cual se acerca a los niveles registrados por última vez a mediados de la década de 1990.

El PVV y otros partidos de centro-derecha han prometido recortes de miles de millones de euros al gasto público con el objetivo de reducir rápidamente el déficit presupuestario del actual 4,4 % del producto interior bruto al 3% fijado por la Unión Europea.

Los laboristas están tratando de aplicar un enfoque más gradual, advirtiendo de que las drásticas propuestas de la derecha no harán sino sofocar las esperanzas de recuperación, ocasionar la pérdida de más puestos de trabajo y provocar daños innecesarios en los servicios públicos.

"Yo introduciría medidas para garantizar que la cuenta de gastos de esta crisis esté distribuida de forma más justa”, declaró el sábado Samsom al periódico Volkskrant.

“Hay otras cosas necesarias que tardan tiempo en dar fruto: la inversión en la educación, la tecnología sostenible, la reforma del mercado de la vivienda."

El Partido Socialista, que es más radical, quiere abordar la brecha presupuestaria con más impuestos, recortes a los gastos de defensa y un freno en las contribuciones a la UE.

Encontrar un consenso que permita a los partidos llegar a un acuerdo con relación a la formación de un Gobierno activo será difícil; incluso los sindicatos han estado divididos por el ritmo y la dirección que ha adoptado la reforma económica.

La mayoría de los analistas vaticinan no obstante que las matemáticas electorales van a obligar a los laboristas y al partido liberal PVV de Rutte a unirse en una coalición con partidos de centro más pequeños.

"Para nosotros es muy importante que haya algún tipo de coalición de centro”, explicó Passchier a Equal Times. "Preferiríamos una coalición de centro con una fuerte postura de la izquierda, pero en cualquier caso somos definitivamente conscientes de que todos los partidos serios, excepto la extrema derecha, quieren que los interlocutores sociales desempeñen un rol importante a la hora de resolver los problemas del país."