¿Está la democracia en peligro? ¿Ha llegado la hora de los populismos y autoritarismos? Da igual en qué continente se mire, ejemplos no faltan para que cunda el pesimismo: los EEUU de Donald Trump, Nicaragua, Honduras, Zimbabue, Turquía, Egipto, Rusia, Polonia, Hungría, Italia, Camboya y Filipinas, son solo algunos.
No obstante, hoy hay menos autocracias y menos guerras que hace tan solo 3 décadas (60 frente a 85; y 12 frente a 23, respectivamente). Y, como subraya el académico canadiense Steven Pinker, autor de En defensa de la Ilustración. Por la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso, indicadores de progreso como son la esperanza de vida, la mortalidad infantil o por hambruna, la alfabetización, la extrema pobreza, la paz, la libertad, la seguridad y el ocio, entre otros, han mejorado significativamente o drásticamente.
Más aún, dos tercios de la población mundial vive hoy en democracias (sin entrar a analizar el actual clima de erosión de libertades civiles, de la libertad de prensa y expresión, de la confianza en las instituciones, o de la participación ciudadana en la política en dichas democracias).
Pero, en paralelo a todos los datos que llaman al optimismo, hay uno que no debe perderse de vista: la brecha entre pobres y ricos va en aumento (una desigualdad que impone una presión a las clases medias y bajas). Y esto ocurre poco a poco, por todo el planeta.
Detrás de esta presión se encuentran, para variar, una globalización vertiginosa y un capitalismo desbocado, además de un desarrollo tecnológico y de las comunicaciones difícil de abarcar, entender y digerir por el común de los mortales. Sin olvidar un telón de fondo en el que, parafraseando al filósofo surcoreano Byung-Chul Han, la creciente masa de información hace que la facultad superior de juzgar se atrofie. Pues bien, en este contexto numerosas figuras, en todo el mundo, han encontrado el perfecto caldo de cultivo para medrar.
En el manual de todo populista, dice el politólogo español Antonio Elorza, hay dos elementos fundamentales: “la gente”, como sinónimo de “pueblo”, es decir, “un sujeto colectivo, mayoritario, inequívocamente positivo, sin concretar límites ni contenidos”. Y la “función del gobernante populista, quien debe ‘escuchar’, no conocer, esas necesidades populares para definir su política. La acción de conocer obliga al análisis, al intento de determinar por el gobernante con rigor las necesidades que requieren ser atendidas, así como de las posibilidades de hacerlo. Lo contrario del discurso del líder populista, ocupado en ganar adhesiones, antes y ahora. Escuchar supone entonces buscar que los mensajes respondan a las aspiraciones sentidas como mayor fuerza, sean éstas razonables, utópicas o reaccionarias. Solo marketing”.
Y es aquí donde se entienden los discursos cortoplacistas, individualistas o claramente xenófobos de todos estos líderes que están zarandeando el tablero y generando temores más o menos fundados entre vecinos más o menos lejanos y socios.
En esta serie de artículos, una más de nuestros especiales de verano, os proponemos comenzar con un caso positivo y relevante, el de Malasia.
Como escribe nuestro reportero Nithin Coca, “casi nadie, ni siquiera en la sociedad civil, pensaba que el país llegaría a ser escenario de una transición democrática. Sin embargo, el pasado mes de mayo, eso fue exactamente lo que sucedió: la coalición opositora Pakatan Harapan (PH) puso fin a los 61 años de reinado de la coalición Barisan Nasional (BN). Fue una victoria asombrosa porque, en vísperas de las elecciones, el BN había hecho todo lo posible para forzar los resultados a su favor”.
En su fotorreportaje “Dios, Honor y Patria”, la fotorreportera polaca Hanna Jarzabek examina de cerca la cuestión del nacionalismo en Polonia, un ingrediente que no dudan en exacerbar los actuales líderes de este país y de otros que conforman el frente antidemócrata.
Un buen sistema educativo, que produzca ciudadanos críticos y responsables, y unos medios de comunicación libres y saneados son un buen punto de partida para poner freno a toda pretensión populista y autoritaria, de ahí la selección de las columnas de opinión del secretario general de la Federación Europea de Periodistas (FEP), Ricardo Gutiérrez, y del investigador Gilbert Cyasionne (pseudónimo).
Sin olvidarnos de algo tan obvio como que nada está ganado para siempre y que hay que seguir batallando, esto es, mantenerse activos y alerta (que no paranoicos). Porque vivir en una democracia funcional implica un ejercicio consciente, continuo y de todos.
Y, sin olvidarnos tampoco, de la necesidad de un proyecto común que cohesione.
Y es aquí donde entra la propuesta de la copresidenta del Partido Verde Europeo, Monica Frassoni, de un nuevo pacto verde (o Green New Deal), “la transformación ecológica de nuestro modelo económico”.
Por último, y aunque parezca de otra categoría, planteamos no perder de vista a China, con el artículo de los corresponsales Tania Romero y José Á. Díaz. No porque haya indicios de que esta potencia pueda convertirse en una democracia, sino más bien por tratarse de un ejemplo que, por su éxito económico y su “estabilidad”, seduce a numerosos líderes poco aficionados a las “limitaciones” de poder que impone toda democracia. Una fascinación que irá a más: cuanto más se denuesten las democracias tradicionales y más invierta China en su red de think tanks.
¿Qué significa la sorprendente transición democrática de Malasia para el resto de la región?
Por Nithin Coca
Hace dos años el líder de la oposición de Malasia estaba en la cárcel, los medios de comunicación independientes del país eran presa de la censura, y el recurso a determinadas leyes de la era colonial justificaba el encarcelamiento de activistas.
Casi nadie, ni siquiera en la sociedad civil, pensaba que el país llegaría a ser escenario de una transición democrática. Sin embargo, el pasado mes de mayo, eso fue exactamente lo que sucedió: la coalición opositora Pakatan Harapan (PH, Alianza de Esperanza) puso fin a los 61 años de reinado de la coalición Barisan Nasional (BN, Frente Nacional), encabezada por el primer ministro en funciones Najib Razak. Ha sido el mandato ininterrumpido más largo del mundo de un gobierno electo.
“Antes de las elecciones, incluso la noche anterior, nadie esperaba estos resultados”, afirma Kuang Keng Kuek Ser, experiodista y fundador de DataN, un programa de formación en periodismo de datos en sala de redacción. “El debate tendía más a ‘¿cómo puede defender la oposición los escaños que tiene?’; a nadie se le había pasado por la cabeza que fuera a producirse un cambio de gobierno”.
Fue una victoria asombrosa porque, en vísperas de las elecciones, el BN había hecho todo lo posible para forzar los resultados a su favor.
Pulse aquí para ver el artículo completo
Dios, Honor y Patria
Por Hanna Jarzabek
En los últimos 18 años las escuelas públicas polacas han desarrollado un programa de clases militares (también llamadas clases uniformadas) destinado a adolescentes de entre 16 y 19 años de edad, aunque algunas de las escuelas permiten matricularse incluso a los 13 años.
El programa, considerado una "innovación pedagógica", se desarrolla dentro del marco de la asignatura Educación para la Seguridad. Como tal, no está oficialmente reconocido por el Ministerio de Educación Nacional, pero goza de una creciente tutela del Ejército polaco, sobre todo desde la llegada al poder del partido ultraconservador Ley y Justicia en octubre de 2015.
Las primeras clases de este tipo fueron creadas en 1999 y apenas despertaron interés. La tendencia no obstante ha cambiado de manera significativa en los últimos años y parece continuar al alza.
Pulse aquí para ver el artículo completo
Luchar contra la desinformación en la era de las redes sociales
Por Ricardo Gutiérrez
En un seminario para periodistas dedicado al fenómeno de la desinformación, celebrado recientemente en Salónica (Grecia), abrí mi intervención vía vídeo haciendo referencia a un sistema de gobierno muy básico y anticuado conocido como "democracia" —"la peor forma de gobierno, a excepción de todas las demás", como la describió Winston Churchill, citando a un anónimo predecesor—.
El fenómeno de la desinformación reviste hoy una importancia crucial para el sector de los medios de comunicación y para nuestra sociedad democrática en general. En la Federación Europea de Periodistas (FEP), donde trabajo como secretario general, estamos muy preocupados por la respuesta política que se está dando en toda Europa a la difusión de las llamadas "noticias falsas", o desinformación, como preferimos llamarlas.
El término "noticias falsas" (fake news) fue designado Palabra del Año 2017 en el Diccionario Collins, por la presencia ubicua de este concepto, cuyo uso aumentó un 365% desde 2016. Aunque a muchos altos responsables políticos les gusta utilizar el término para atacar y desacreditar a los medios de comunicación generalistas, todos deberíamos abstenernos de hacerlo, porque el término ’noticias falsas’ no describe la complejidad de la ’afección informativa’. La desinformación se define como la información falsa, inexacta o engañosa diseñada, presentada y promovida para causar intencionalmente daño público o con fines de lucro.
Pulse aquí para ver el artículo completo
Enseñanza: detrás del humanismo aparente existe una mercantilización programada de la UE
Por Gilbert Cyasionne
Todo ciudadano que observa a sus hijos crecer en una sociedad donde los Estados decidieron sostener a los bancos cuando fueron precisamente estos los que hicieron que los mercados se hundieran mediante la especulación –en base a probabilidades–; donde la pérdida de confianza de la población en sus dirigentes se manifiesta entre otras cosas en el fortalecimiento de los partidos con ideologías extremas, todo ello en un clima angustioso transmitido por los medios de comunicación, que a veces parecen olvidar su función principal en beneficio de los intereses de los grandes grupos que los han comprado, solamente puede desarrollar un sentimiento particular: la esperanza.
La esperanza de que sus hijos puedan encontrar su sitio en este sistema y emanciparse social y culturalmente, convirtiéndose al mismo tiempo en actores de una sociedad futura que imagina que será más abierta, reorientada hacia los valores humanistas y menos focalizada en la productividad y el rendimiento a todo precio. Este ciudadano también es consciente de que la educación social y cultural de su descendencia depende de la responsabilidad de dos actores: la suya como progenitor y la de la escuela, como sistema educativo que, a sus ojos, contribuirá a transformar a sus hijos en seres responsables, educados, cultivados y emancipados.
Sin embargo, al confiar la educación que espera a la institución escolar, muy probablemente el ciudadano idealiza el papel que desempeña realmente la escuela ahora, en 2017.
Pulse aquí para ver el artículo completo
Democracia y el nuevo pacto verde: oportunidad en tiempos de populismo
Por Monica Frassoni
No vivimos tiempos felices.
Donald Trump lleva apenas unas semanas en la presidencia: entre el veto migratorio hacia los musulmanes, sus nominaciones para ocupar altos cargos, la construcción del muro, las deportaciones de supuestos migrantes ‘ilegales’, la retirada de compromisos sobre cambio climático, las amenazas a los aliados y los ataques contra la prensa, hay muy pocos motivos para mostrase optimistas.
En Europa, la activación del Artículo 50 para empezar el proceso de salida del Reino Unido de la UE es cada día más inminente, al tiempo que se acercan las elecciones en Francia, Alemania y los Países Bajos. La idea de un mundo con Putin, Trump, Le Pen, Wilders y Salvini en el poder resulta cada día más realista.
Por otro lado, todas estas cuestiones podrían también convertirse en oportunidades y dar lugar a un cambio positivo. Es ahí donde debemos intervenir –de manera rápida, eficaz y realista–. Creo que hay dos campos, en particular, que podrían determinar nuestro triunfo o nuestra derrota frente a la creciente oleada de populismo y autoritarismo: el “Green New Deal” (Nuevo pacto verde) y la calidad de nuestra democracia.
Pulse aquí para ver el artículo completo
China pretende alcanzar la “sociedad socialista” en 2050
Por Tania Romero y José Á. Díaz
China está alcanzando un momento crucial en su largo desarrollo. El país más poblado del mundo, convertido en la segunda economía del planeta y con una población urbana con unos niveles de vida nunca vistos por sus antepasados, arrastra a la vez un inmenso lastre social y medioambiental, y unas desigualdades tan abismales que podrían acabar socavando la propia legitimidad del Partido Comunista de China (PCCh), que dirige la República Popular desde 1949 y se apoya en el progreso económico para justificar su permanencia en el poder.
Consciente de que tiene que afrontar estos profundos problemas si quiere que el desarrollo del país sea equilibrado y sostenible, Pekín se ha fijado una fecha, 2050, y un calendario de trabajo para alcanzar la “sociedad socialista” que el Partido prometió cuando fue fundado en 1921.
El PCCh celebró en octubre pasado su XIX Congreso, un encuentro pentanual donde se suelen presentar las grandes líneas de la política nacional para el siguiente lustro, pero que en esta ocasión tuvo una trascendencia extraordinaria, ya que sirvió para anunciar el comienzo de una “nueva era” y los pasos necesarios para hacerla posible para 2050.