Las brigadas de las “batas blancas”: la apuesta internacional de Cuba contra la COVID-19

Un ejército de médicos y especialistas sanitarios cubanos integra una de las vanguardias más activas de la lucha contra el coronavirus en todo el mundo y se ha convertido en los últimos meses, por su rapidez de despliegue y eficacia, en un ejemplo de cooperación sanitaria internacional ante una pandemia. Sin embargo, las críticas a esta iniciativa, originadas en buena parte en Estados Unidos, acusan al Gobierno comunista de La Habana de emplear a sus médicos como una fuente de obtención divisas que ignora las condiciones laborales de sus facultativos, y de ser un canal de propaganda política destinada a lavar la imagen del régimen cubano en el mundo.

Desde Honduras a México, de Togo a Sudáfrica, desde las zonas más afectadas en la región italiana de Lombardía a Qatar, desde Surinam a Andorra. Las brigadas médicas cubanas internacionales encargadas de atajar in situ la pandemia de la COVID-19 trabajan en una veintena de países, con 1.400 facultativos hasta allí desplazados. Esta ayuda, que en muchos casos es gratuita y en otros cobrada en divisas, ha despertado ampollas en los sectores políticos conservadores de algunos de esos Estados, alineados con las tesis más duras lanzadas por la Administración del presidente estadounidense, Donald Trump, contra las condiciones laborales de los médicos cubanos en el exterior y contra su supuesto papel de “comisarios” políticos y espías en los países beneficiados por esa cooperación.

Presión de la Administración Trump

A las acciones del Gobierno republicano del presidente Trump para dificultar las acciones de las misiones médicas internacionales cubanas, se une la presión que el embargo implantado por Estados Unidos ejerce sobre la isla. Con el bloqueo económico y sin turismo debido a la interrupción de los vuelos internacionales hacia Cuba y la prohibición de la llegada de los cruceros turísticos, las misiones médicas internacionales son prácticamente el único flujo de divisas a la isla. Según datos oficiales de 2018, suministrados por la prensa oficialista cubana, la isla recibió ese año más de 6.000 millones de dólares USD (unos 5.440 millones de euros) por estos servicios médicos. En 2017, los ingresos superaban los 9.000 millones de dólares (unos 8.160 millones de euros), antes de que Trump endureciera el bloqueo hacia Cuba y de que se torciera esa cooperación en Brasil y otros países sudamericanos simpatizantes con el nuevo jefe de la Casa Blanca.

El embargo estadounidense incide en estos momentos en la importación de equipos médicos fundamentales para la atención de los enfermos en Cuba, pero también en el pertrechamiento de las brigadas médicas cuyo destino es el exterior, en muchas ocasiones a países que no disponen de los medios adecuados. El bloqueo no prohíbe la compra de material médico por parte de Cuba, pero sí lo dificulta mucho, por el incremento de los procesos burocráticos para las empresas que están dispuestas a llevar sus suministros a la isla y que son sometidas a una vigilancia extrema por parte de las autoridades económicas estadounidenses.

“En Washington se estima que es poco probable que el presidente Donald Trump vaya a modificar o aligerar el embargo contra Cuba, que ya dura 60 años. Para el caso, se recuerda que estamos en un año electoral y que Trump espera ganar en noviembre cuatro años más en la Casa Blanca”, subraya para Equal Times el analista en temas internacionales español-estadounidense Alberto García Marrder.

“Trump necesita el voto del exilio cubano en Florida y no defraudar a sus fieles seguidores blancos, de clase trabajadora y conservadora”, añade.

En la Casa Blanca, explica, el mantenimiento del bloqueo de Cuba en estos tiempos complicados no es una cuestión de ética o de falta de ella. Según García Marrder, “a Trump le molesta, y mucho, el apoyo cubano al régimen venezolano de Nicolás Maduro. Solo eso es lo que mantiene con vida a Maduro, a pesar de las fuertes sanciones de Estados Unidos a Venezuela. El día que La Habana ignore a Maduro, Trump, a cambio, podría reducir el embargo”.

La presión de Estados Unidos sobre la actuación sanitaria cubana en el exterior ha tenido éxito en Brasil, Ecuador y Bolivia, donde los recientes cambios en sus gobiernos y la llegada de Administraciones más cercanas a Washington llevó a la salida de miles de médicos cubanos que llevaban a cabo su labor en las zonas más deprimidas de esos países. Por ejemplo, las discrepancias de Jair Bolsonaro con La Habana tras su elección como presidente de Brasil en 2018 tuvieron como inmediata consecuencia el punto final al trabajo de más de 8.400 médicos cubanos en ese país sudamericano.

Idealismo y pragmatismo cubano

Más de 30.000 médicos cubanos, incluidos los “batas blancas” que combaten el coronavirus, trabajan en 67 países, la mayor parte de ellos, unos 20.000, en Venezuela. La primera misión de médicos cubanos que prestó sus servicios en el extranjero tuvo su destino en Argelia, ya en 1963. Desde aquel entonces, cerca de 400.000 médicos y profesionales de la salud cubanos han trabajado en 164 países de todo el planeta.

“Las misiones de médicos representan la continuación de una praxis, más que de un ideal a esta altura, internacionalista que marcó desde un principio la forma con la cual la Revolución se relacionó con el mundo externo. Quizás el punto más alto de ese internacionalismo se dio con la Operación Carlota, lanzada en noviembre de 1975 para apoyar el MPLA y el proceso de independencia angoleño. Ya durante aquellas experiencias los cubanos desarrollaron también un importante despliegue de apoyo de tipo civil: educación, ingenieros y, también, médicos”, explica a Equal Times el profesor investigador y profesor asociado del Centro de Estudios Históricos del Colegio de México, Vanni Pettina, experto en Cuba.

En un discurso pronunciado en Buenos Aires en mayo de 2003, el comandante Fidel Castro dio algunas de las claves de ese sistema de cooperación médica en el exterior: “Nuestro país no lanza bombas contra otros pueblos, ni manda miles de aviones a bombardear ciudades; nuestro país no posee armas nucleares, ni armas químicas, ni armas biológicas. Las decenas de miles de científicos y médicos con que cuenta nuestro país han sido educados en la idea de salvar vidas”.

Fue Fidel Castro quien instituyó en 2005 la Brigada médica Henry Reeve (en honor de este militar estadounidense que brindó sus servicios a la Cuba que luchaba por su independencia en el siglo XIX). Esta brigada tiene como objetivo la ayuda en zonas de desastre (por huracanes, terremotos o inundaciones) y en países afectados por epidemias graves. Así, destacó su acción en 2014 en la lucha contra el ébola en Guinea Conakry, Liberia y Sierra Leona.

Aunque el primer objetivo de los médicos enviados por Cuba no sea mejorar las relaciones de La Habana con otros países y predomine un interés económico en esta exportación laboral sanitaria, sin embargo, el resultado sí está redundando en una mejora de la imagen del país en el exterior.

“Es difícil separar elementos de idealismo y de pragmatismo para explicar este tipo de intervención cubana fuera de la isla. Por un lado, las misiones son fuentes de divisas, pero también son un poderoso instrumento de legitimación externa e interna porque muestran la coherencia entre los ideales supuestamente emancipadores de la Revolución Cubana y una política exterior benigna, que corre en ayuda de los desprotegidos. Por el otro lado, hay una raíz idealista en la base de estas intervenciones que, vistas las características del actual régimen revolucionario, es muy conformista y conservadora, y se ha ido perdiendo y transformado más bien en una praxis casi inercial”, agrega Pettina, autor del libro Del compromiso nacionalista a la insurrección: Cuba y Estados Unidos, 1933-1959.

Una de las críticas lanzadas por Washington es que los trabajadores sanitarios cubanos reciben por su trabajo en el exterior entre el 20 y el 30% del dinero que el país donde trabajan retribuye a Cuba. El Gobierno del presidente Miguel Díaz-Canel afirma que tales ingresos son para garantizar el sistema sanitario universal y gratuito en Cuba.

“Analizar las misiones médicas de Cuba, como todo lo que pasa en esta isla, no puede ser tomado a la ligera, ni verse desde una perspectiva superficial. Quien liquide el asunto tildando las misiones médicas de un sistema esclavista o, por el otro lado, de una obra de caridad máxima, muestra el desconocimiento del funcionamiento de Cuba, que opera en todo tipo de tonalidad de grises y no en los extremos”, indica Benjamín Morales Meléndez, corresponsal en La Habana del diario El Nuevo Día de Puerto Rico.

Según refiere Morales a Equal Times, “no se puede evaluar la situación desde una perspectiva occidental, pues Cuba mantiene un sistema distinto, socialista, de país bloqueado y gobierno centralizado dirigido desde un partido único. Esa realidad, claro está, impacta la medicina de diversos modos, la cual, como todo en esta isla, tiene sus contradicciones. Por ejemplo, en Cuba un médico puede formarse hasta una subespecialidad —lo que en Estados Unidos costaría cerca de medio millón de dólares— sin pagar un centavo por nada. Aquí recibe una formación humanista, que enfoca la medicina no como un negocio, sino como un derecho supremo de la población. Y la mayoría de los médicos cubanos que conozco creen en esa filosofía”.

Al tiempo, agrega el periodista portorriqueño, “ese mismo sistema que los forma gratis, luego vende sus servicios a terceros países y saca provecho, lo cual es una contradicción. Pero no nos llamemos a engaño, los médicos cubanos tampoco hacen esas misiones de gratis y, a una forma muy cubana, les sacan muchos beneficios, por lo que el tema, como todo en Cuba, es más complejo de lo que parece a simple vista”.

Los facultativos cubanos no pueden ejercer fuera de Cuba, salvo que participen en estas misiones sanitarias. Y hasta una cuarta parte de los médicos del país caribeño ha tomado parte en tales misiones. Participar en las expediciones médicas en el extranjero no solo supone un incremento real en sus percepciones salariales, sino que constituye un motivo de prestigio social.

También es un reconocimiento no escrito de que, en un futuro a medio o largo plazo, podría ser indispensable tal experiencia para trabajar en otro país, ya sea por efecto de la eventual deserción del sistema sanitario cubano o por un cambio en las políticas migratorias y laborales cubanas.

Pese a todo, se producen deserciones en esas brigadas médicas cubanas en el exterior. Por ejemplo, según el diario oficialista Granma, de los 8.471 cooperantes médicos que trabajaban en Brasil, casi el 10% decidió no regresar a Cuba. El independiente Proyecto Inventario, de la periodista Bárbara Maseda, eleva ese porcentaje de deserciones a más del 21%.

Frente a la COVID-19 en Cuba

Cuba, al contrario que otros países donde la pandemia del coronavirus ha tenido una fuerte incidencia, sí dispone de la fuerza sanitaria suficiente para prescindir en estos momentos (de pandemia) de parte de sus efectivos médicos y enviarlos al extranjero. En Cuba, con una población de más de once millones de personas, hay nueve médicos por cada mil habitantes, según los datos de 2019 del Anuario Estadístico de la isla, una ratio que dobla a la de países como Italia.

“Hoy disponemos de más de 90.000 médicos bien preparados, lo que nos permite enfrentar COVID-19 en Cuba y colaborar con otros países”, según dijo en Twitter el ministro del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera cubano, Rodrigo Malmierca.

Según la sección sobre Salud Pública y Asistencial del Anuario Estadístico de Cuba de 2018, en su edición de 2019, en Cuba hay 95.487 médicos, que forman parte de un colectivo sanitario integrado por 261.947 personas. Ese informe, publicado por la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), indica que en la isla funcionan 150 hospitales, que forman parte de un entramado de 11.887 unidades de asistencia sanitaria y de atención, incluidas las residencias de ancianos. La isla cuenta con un total de 61.804 camas, de ellas 39.468 sitas en hospitales, la más amplia de toda la región del Caribe y de buena parte de América Central y del Sur.

El pasado 11 de marzo se confirmaron en Cuba los tres primeros casos de coronavirus, en tres turistas italianos. El Gobierno cubano informa diariamente de la evolución de los casos de infectados, los fallecidos, las medidas de aislamiento y cuarentena y la evolución de los trabajos en torno al diseño de una vacuna contra la COVID-19, tarea complicada, pero en la que precisamente se está utilizando la experiencia en epidemias acumulada por los médicos cubanos en el exterior.

This article has been translated from Spanish.