El mundo frente al desafío de las migraciones

El mundo frente al desafío de las migraciones

A family of Syrian migrants crosses a field in northern Greece in 2016.

(AP photo/Petros Giannakouris)

Nuestra cita del viernes, en la que cada semana exploramos un tema de actualidad a través de una selección de artículos de Equal Times, no podía dejar pasar el insoslayable tema de las migraciones.

No hay más remedio que hablar de este fenómeno en plural. Porque concierne a perfiles muy dispares de personas: migrantes económicos, refugiados, solicitantes de asilo... y porque abarca realidades diferentes: hay quienes han elegido y quienes no han elegido emigrar, quienes están de paso y quienes quieren quedarse.

Las migraciones afectan a prácticamente todos los países y es un error creer tienen lugar en una sola dirección: desde los países pobres hacia los países ricos. A pesar de que algunos ciudadanos europeos y estadounidenses se sienten amenazados por las oleadas de recién llegados, los países que acogen a la mayoría de los refugiados no son occidentales. Solo Turquía, Pakistán y Líbano tienen que gestionar –a menudo sin ayuda– a más de un millón de personas necesitadas. No debemos olvidar que la migración es, ante todo, un fenómeno de proximidad entre países vecinos y que algunos de los países más pobres del mundo, como Etiopía, Chad y Sudán, acogieron en 2016, cada uno, a más personas que Francia o Alemania.

Hace apenas un mes, la ONU reconocía la necesidad de mejorar la colaboración internacional al lograr que 192 países (con la notable excepción de los Estados Unidos) aprobaran un importante proyecto de acuerdo: el Pacto mundial para una migración segura, regular y ordenada. El texto debería aprobarse definitivamente el próximo mes de diciembre y marcará un hito en los esfuerzos de cooperación en esta cuestión sin precedentes desde hace muchos años. Podría facilitar la lucha contra la trata de seres humanos, una de las múltiples lacras que acompañan los caminos del exilio.

A medida que se van levantando más muros y barreras y cerrándose un puerto tras otro parece más necesario que nunca reafirmar los principios de los derechos humanos. Muchos líderes parecen olvidar que su país ha suscrito convenciones, como la Convención de Ginebra sobre el estatuto de los refugiados, que regula desde 1951 el derecho de asilo.

Países como los Estados Unidos o Australia, que son "naciones de inmigrantes", están cerrando sus fronteras con desprecio y crueldad a quienes buscan un futuro mejor. El periodista Martin Watters nos cuenta desde la web de Equal Times el destino de los solicitantes de asilo detenidos en una isla por el Gobierno australiano. "Más de 2.000 personas languidecen en remotas islas del Pacífico como rehenes de esta política", afirma Amy Frew, abogada del Centro Australiano de Derechos Humanos.

Afortunadamente, otros países y comunidades locales están tratando de prestar apoyo a quienes buscan refugio o una nueva vida. Uganda, por ejemplo, se distingue por sus esfuerzos por acoger a extranjeros, principalmente sudaneses, como relataron recientemente la periodista Evelyn Lirri y el fotógrafo Nicholas Bamulanzeki. Aunque la situación no sea perfecta para todos, Uganda está desmostrando al mundo que el repliegue no es la única respuesta posible.

Entre quienes tienden la mano encontramos a muchas ONG, como SOS Méditerranée. Con su emblemático Aquarius, el barco que acude al rescate de migrantes que se hacen a la mar para intentar llegar a las costas europeas, SOS Méditerranée ha realizado más de un centenar de rescates y ha salvado casi 30.000 vidas. Esta misma semana la ONG salvaba a más de un centenar de migrantes de morir ahogados y les resultará interesante leer el reportaje de Anna Benjamin, que participó en la primera misión en el mar del Aquarius, en febrero de 2016.

Una vez que llegan, los migrantes esperan encontrar trabajo y aquí la hipocresía de los políticos parece alcanzar sus más altas cotas: no queremos extranjeros, proclaman, pero sí que se encarguen de las tareas menos gratificantes. Equal Times documenta regularmente la realidad de estos "trabajos para migrantes", que a menudo desempeñan privados de sus derechos fundamentales como trabajadores: empleadas domésticas en Oriente Medio, mano de obra agrícola en Italia, manteros en España, etc. Entre los innumerables ejemplos posibles, hemos optado por arrojar luz, una vez más, sobre la difícil situación de los venezolanos refugiados en Perú, donde hay "muchos ingenieros y arquitectos vendiendo buñuelos o empanadas", trabajando sin contrato y sujetos a abusos.

Para concluir esta reflexión, debemos mencionar que, para muchos expertos, el fenómeno de la migración masiva no ha hecho más que empezar. Los refugiados representan hoy menos del 1% de la población mundial y, en su mayoría, son personas que huyen de las guerras y la represión. Pero, ¿qué sucederá cuando los "refugiados climáticos" se conviertan en una realidad? Steve Rushton, en el último artículo de nuestra selección, nos recuerda que "los refugiados climáticos no están reconocidos ni protegidos por el derecho internacional”. Este es otro desafío al que la humanidad deberá hacer frente, en el doble eje de la protección del medio ambiente y de los derechos humanos.

Ciclo de horror en el mar por la línea dura de Australia con los refugiados

Por Martin Watters

In this still from an Australia Broadcasting Corporation video made on 31 October 2017, asylum seekers protest the closure of their detention centre, on Manus Island, Papua New Guinea.

Photo: Australia Broadcasting Corporation via AP

En este momento, se cuentan por centenas los hombres que se encuentran detenidos en una isla remota en el norte de Papúa Nueva Guinea tras intentar buscar refugio en Australia. Algunos están enfermos o heridos, muchos se encuentran mentalmente traumatizados y la mayoría ya lleva tres o cuatro años en la isla Manus, conocida como “el Guantánamo de Australia”.

A pesar de la condena internacional por su difícil situación, su futuro sigue siendo incierto. Estas personas son víctimas de las políticas del Gobierno australiano relativas a los solicitantes de asilo que intentan llegar a sus costas mediante embarcaciones.

A finales del pasado mes de noviembre, 606 refugiados y solicitantes de asilo fueron trasladados, a la fuerza, de un precario centro de detención en una base naval de Papúa Nueva Guinea, un lugar en el que ya han muerto seis hombres y muchos más han sufrido lesiones por violencias y autolesiones. Este traslado tuvo lugar después de que el Gobierno de Papúa Nueva Guinea decidiera cerrar este Centro australiano de tramitación en ultramar por “inconstitucional”.

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Volver a empezar de cero en el “país más acogedor del mundo para los refugiados”

Por Nicholas Bamulanzeki

A street vendor sells fruit on a busy street in Kampala, Uganda.

Photo: Nicholas Bamulanzeki

Denominado por algunos “el paraíso de los refugiados” y “el país más acogedor del mundo para los refugiados”, los menos inspirados simplemente alaban a Uganda por su política progresista con respecto a los refugiados. Y con toda la razón. El año pasado, Uganda acogió a más refugiados que ningún otro país en el mundo, y en la actualidad se han establecido en Uganda más de 1,35 millón de refugiados, originarios principalmente de Sudán del Sur.

La gran mayoría de las personas refugiadas en Uganda vive en asentamientos como Bidi Bidi, el campo de refugiados más grande del mundo, donde se les proporcionan parcelas de tierra, alimentos, productos básicos, acceso a servicios públicos y libertad de circulación. Sin embargo, la escasez crónica de financiación de los servicios previstos para los refugiados limita las oportunidades en los 28 asentamientos de este tipo en Uganda.

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El Aquarius, el barco de la solidaridad, zarpa al rescate de refugiados

Por Anna Benjamin

A 25-person crew – seafarers, rescue workers, doctors and nurses – coordinates the operation on the boat which can take up to 500 shipwrecked refugees.

Photo: Anna Benjamin

En el puerto de Marsella se ve desde lejos el casco naranja fluorescente del Aquarius, de 77 metros de eslora. Los marinos están cargando decenas de cajas de cartón sobre la cubierta. Una cadena de médicos y enfermeras, que llevan puesto un chaleco blanco con el logo de Médicos del Mundo, las van introduciendo en el navío. A pesar de la tensión y la fatiga, la mecánica parece bien rodada. Son los últimos preparativos antes de zarpar.

El Aquarius, fletado para la ocasión desde el Mar Báltico, arribó dos días antes a la ciudad foceana. El sábado se hizo a la mar con una misión inédita en el golfo de Sicilia, a lo largo de las costas italiana y libia: la operación de salvamento de refugiados más importante organizada hasta hoy por una ONG, la asociación SOS Méditerranée.

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Los migrantes venezolanos en Perú ante un nuevo reto: la economía informal, como punto de partida, en el país de acogida

Por Jack Guy

A man hauls a suitcase along a dirt road in the Santa Rosa Chuquitanta neighbourhood in Lima, Peru. The crisis in Venezuela has prompted thousands of Venezuelans to flee for Peru, where they often end up working in the informal economy.

Photo: AP/Rodrigo Abd

Luis Ferrer huyó a Perú cuando sus compañeros de estudios fueron asesinados en manifestaciones contra el gobierno de Venezuela. Sin embargo, en el país andino se encontró con otro tipo de pesadilla muy frecuente entre los migrantes: tuvo que trabajar duramente durante largas jornadas laborales en un restaurante de Lima.

“Tenía un trabajo en el que lavaba platos en turnos de 12 horas, pero no solo tenía que hacer eso. También me obligaban a cortar, cocinar y servir mesas”.

Sin contrato y con unas condiciones laborales terribles, este joven venezolano de 23 años dejó el trabajo después de unos días y no le pagaron lo que le debían. “En algunos lugares no te piden el permiso de trabajo, pero las tareas que te obligan a hacer son muy duras. Básicamente se trata de explotación”.

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Sindicatos y ONG se reúnen en Londres para defender a los refugiados climáticos

Por Steve Rushton

In this photo taken on 10 October 2015, residents who were relocated from a drought-affected region elsewhere in the country sort out maize stalks at their new home in Hongbusi in northwestern China’s Ningxia Hui autonomous region.

Photo: AP/Ng Han Guan

Aunque el presidente de EEUU, Donald Trump, no crea que el cambio climático es el resultado de la actividad humana –posición que hace caso omiso a décadas de estudios científicos– lo que resulta incontestable son las consecuencias devastadoras del incremento de la temperatura sobre las personas y las comunidades en todo el mundo.

En 2016, por ejemplo, Pakistán y la India se vieron afectados por una ola de calor, registrándose temperaturas de hasta 51°C, algo que representa una seria amenaza para la vida humana, según Asad Rehman, destacado activista internacional sobre el clima en la organización medioambiental Friends of the Earth (Amigos de la Tierra).

“Cuando estas olas de calor son recurrentes, el Gobierno tiene que preguntarse qué puede hacer: y la única respuesta es cavar más tumbas”.

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This article has been translated from French.