Es hora de protestar contra el “periodisticidio” en Gaza

Es hora de protestar contra el “periodisticidio” en Gaza

Journalists, relatives and friends pray over the bodies of Palestinian journalists Sari Mansour and Hassouna Esleem after an Israeli airstrike hit their homes in the Bureij refugee camp in the central Gaza on 19 November 2023.

(Majdi Fathi/NurPhoto via AFP)
Opinions

Gaza se ha convertido en un matadero de profesionales que dan testimonio de lo que allí sucede.

Desde el ataque de Hamás del 7 de octubre, en el que murieron 1.200 israelíes y extranjeros y más de 200 fueron tomados como rehenes, el enclave costero ha sufrido de manera inimaginable. Al menos 14.500 gazatíes han fallecido y muchos más yacen bajo los escombros. Además, 35.000 personas resultaron heridas y 1,7 millones de los 2,3 millones de habitantes de Gaza se han visto obligados a desplazarse.

Irónicamente, el inmenso sufrimiento de los profesionales de los medios de comunicación en la zona ha tenido lugar fuera de los titulares. En Gaza se ha matado al menos a 49 periodistas y profesionales de los medios. Cuatro periodistas israelíes más murieron el 7 de octubre, y tres periodistas libaneses fueron asesinados. Hasta el 22 de noviembre, la cifra de fallecidos ascendía a 56. Es posible que sea aún mayor en el momento de leer estas líneas.

El recuento de víctimas mortales representa aproximadamente el 5% de los 1.000 profesionales de los medios de comunicación que, según la Federación Internacional de Periodistas (FIP), trabajan en Gaza.

Para ponerlo en contexto, ya han fallecido en la Franja tres veces más periodistas que en lo que lleva Ucrania de guerra; y el balance podría superar pronto los 63 periodistas que murieron en las dos décadas de guerra en Vietnam.

El Comité para la Protección de los Periodistas afirma que el primer mes del conflicto entre Israel y Gaza ha sido el más mortífero para los reporteros desde que comenzaron sus registros en 1992. Según el Sindicato de Periodistas Palestinos (PJS) al menos 61 oficinas de medios de comunicación han sido bombardeadas en Gaza. En promedio, cada día muere en esta guerra un trabajador de los medios de comunicación palestinos.

Sin embargo, en el Gobierno de Biden se expresa “cierta preocupación” por que la recién instaurada tregua pueda tener una “consecuencia no deseada” para la prensa, según un funcionario estadounidense citado por Politico, dado que: “Podría permitir a los periodistas un acceso más amplio a Gaza y la oportunidad de arrojar más luz sobre la devastación que hay allí y cambiar la opinión pública en contra de Israel”.

El testimonio de los periodistas sobre los horrores de la guerra puede, de hecho, aminorar el deseo del público de más derramamiento de sangre, pero ¿no sería esta la razón por la que resulta tan necesario? ¿No debería el público tener acceso a más información en la que basar sus decisiones futuras?

Los ataques a periodistas son “premeditados”

Los periodistas palestinos sostienen que Israel ha seguido una política no declarada pero mortal hacia los profesionales de los medios de Gaza. “Creemos que el ejército israelí está apuntando a los periodistas palestinos y que estos ataques son premeditados. Esta es la impresión que tienen todos los palestinos en este momento”, afirma Tahseen al-Astal, vicepresidente del PJS.

El día antes de la invasión israelí de la Franja de Gaza se dirigió a alrededor de cuarenta periodistas en una reunión por Zoom organizada por la sección de Bruselas del NUJ y la FIP.

“Las fuerzas israelíes llaman por teléfono a los periodistas de Gaza y les dicen que ellos y sus familias van a ser objetivo de ataques, y a continuación llega la ofensiva con cohetes y misiles dirigidos con la intención deliberada de matarnos”, explicó Al-Astal.

Cualquier ataque de este tipo constituiría un crimen de guerra. Lamentablemente, no es la primera vez que los ejércitos ignoran las normas de la guerra y eliminan testigos. Trece profesionales de los medios de comunicación fueron asesinados por las fuerzas estadounidenses en Irak, y 48 periodistas fueron masacrados en 1994 tras oponerse públicamente al genocidio ruandés.

En Líbano, el asesinato de Farah Omar, corresponsal de Al Mayadeen, y de Rabih Me’mari, operador de cámara, el 21 de noviembre, ocurrió pocos días después de que se ordenara el cierre del canal de televisión en Israel, por lo que el Gobierno israelí consideró “esfuerzos en tiempo de guerra para perjudicar los intereses de seguridad [de Israel] y servir a los objetivos del enemigo”.

El bombardeo contra la familia del jefe de la oficina de Al Jazeera, Wael al-Dahdou, el 25 de octubre, también ocurrió después de las declaraciones realizadas días antes por el ministro de Comunicaciones de Israel sobre su intención de prohibir el canal, así como la presentación de una propuesta en tal sentido. La esposa de Al Dahdou, dos de sus hijos y un nieto murieron en el campo de refugiados de Nuseirat, en el sur de Gaza, donde se habían trasladado tras recibir la advertencia del ejército israelí para abandonar la ciudad de Gaza.

“No sé cómo nuestros colegas continúan trabajando en Gaza”

Shuruq As’ad, miembro de la junta directiva del PJS, estima que entre el 80 y el 90% de los profesionales de los medios de comunicación muertos en Gaza lo fueron en sus hogares, lo que refuerza las sospechas de que en toda la Franja se asesina rutinariamente a los periodistas. Una periodista, Ayat Khadoura, filmó sus últimas palabras aterrorizada mientras se intensificaban los bombardeos alrededor de su casa en Beit Lahia.

“Los periodistas están en el punto de mira”, explica As’ad a Equal Times por teléfono desde Jerusalén. “No es algo que ocurra por casualidad. Ellos [el ejército israelí] no quieren que la historia se divulgue. Quieren infundir miedo a los periodistas. Los periodistas tiene un temor realmente profundo porque carecen de protección. No sé cómo nuestros colegas continúan trabajando en Gaza”.

Periodistas veteranos como Salam Mema, responsable del Comité de Mujeres Periodistas de la Asamblea Palestina de Medios de Comunicación, y Belal Jadallah, fundador de Gaza Press House y “padrino” del periodismo gazatí, han sido asesinados: Jadallah, a consecuencia del impacto de un misil contra su coche y Mema en el bombardeo de su casa.

La sensación de ‘déjà vu’ es inevitable. Un estudio realizado el año pasado por una agencia de investigación británica y una ONG palestina de derechos humanos revela que la periodista palestino-estadounidense Shireen Abu Akleh fue blanco en repetidas ocasiones de las fuerzas israelíes, que la mataron a tiros en Yenín.

Tras meses de negar cualquier implicación, un informe del ejército israelí concluyó finalmente que existía “una alta posibilidad de que la Sra. Abu Akleh fuera alcanzada accidentalmente por disparos de las FDI”. La FIP, el PJS y el International Centre of Justice for Palestinians han presentado una demanda ante el Tribunal Penal Internacional de La Haya.

Numerosos periodistas no judíos que trabajan en Israel y Cisjordania denuncian incidentes de acoso oficial desde el 7 de octubre. Un equipo de la BBC Arabic fue sacado de su vehículo a punta de pistola, agredido y registrado por la policía en Tel Aviv, a pesar de que su vehículo estaba claramente identificado como “TV”.

En un extraordinario tuit publicado el 7 de octubre, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel llegó a acusar a AP, CNN, The New York Times y Reuters de tener “periodistas infiltrados con terroristas de Hamás”, basándose en afirmaciones del grupo de presión HonestReporting, que posteriormente fueron retiradas.

Antes de que fueran eliminadas, Danny Danon, previo embajador de Israel ante la ONU (y actual miembro senior del Likud israelí), acusó a los trabajadores de los medios de participar en el atentado del 7 de octubre. “Los cazaremos junto con los terroristas”, tuiteó.

Una situación intolerable

Los periodistas palestinos llevan mucho tiempo sufriendo detenciones, amenazas, agresiones, prohibiciones de viajar y asesinatos a manos de las fuerzas israelíes. En 2023, Reporteros sin Fronteras clasificó a los Territorios Palestinos en el puesto 156 de 180 países en materia de libertad de prensa, mientras que Israel ocupaba el lugar 97. A pesar de ello, sus relaciones comerciales con la Unión Europea aumentaron.

Desde el 7 de octubre han sido detenido 32 periodistas en Cisjordania, la mayoría de ellos en detención administrativa sin juicio, a causa de sus artículos o de sus publicaciones en redes sociales. El SPJ afirma que aproximadamente otros 90 profesionales de los medios de comunicación han sido agredidos por soldados o colonos.

As’ad explica lo que le sucedió recientemente a un periodista después de recibir una paliza en el casco antiguo de Jerusalén: “Le hicieron una foto y le dijeron que la distribuirían entre toda la policía y las fuerzas especiales de Jerusalén, para añadir: ‘si te volvemos a ver por aquí, no serás arrestado, te meterán una bala en la cabeza’”.

Esta situación es inaceptable y la hemos tolerado demasiado tiempo.

El 27 de noviembre, los profesionales de los medios de comunicación y simpatizantes llevarán nuestras reivindicaciones a las calles de Bruselas y reclamarán una investigación internacional sobre el trato que Israel dispensa a los periodistas palestinos, y organizarán una vigilia con velas ante el edificio del Consejo.

Recordaremos a los periodistas de Gaza, en su mayoría freelancers y fotógrafos, que perdieron la vida intentando de dar testimonio de los ataques de Israel. Honraremos su valentía, su profesionalidad y su sacrificio.

Y exigiremos que se detenga la masacre de trabajadores de los medios de comunicación palestinos, que equivale a la supresión de la memoria viva, y que los responsables sean llevados ante la justicia.

“Significa mucho para mí ver que mis colegas defienden mi derecho a trabajar libremente como periodista”, afirma As’ad. “Me da esperanzas saber que cuento con colegas de gran integridad moral y tal vez esto ejerza presión para que dejen de asesinar a más periodistas en los próximos días”.

Si el compromiso declarado de la UE con la libertad de prensa es genuino, debe esforzarse al máximo para transmitir esa presión a Tel Aviv.