El fascismo se extiende por Grecia

Hace varias semanas, un conocido teatro de Atenas se convirtió en el escenario de un extraño espectáculo.

Varios militantes del partido ultranacionalista de extrema derecha Amanecer Dorado se unieron a las personas que protestaban enarbolando símbolos religiosos frente a la entrada del teatro Hytirio y la bloquearon.

Juntos gritaban consignas contra los inmigrantes, los ateos y los homosexuales, amenazando con violencia a cualquiera que les cuestionara.

Aunque también había policías, intervinieron poco, comportándose como los espectadores indiferentes de una obra de teatro.

Un vídeo grabado desde el interior del teatro muestra cómo los manifestantes lanzaron rocas al auditorio al aire libre, cómo una muchedumbre enfurecida amenazó y golpeó a los periodistas y cómo el desesperado director del teatro intentó contactar con el jefe de policía para pedirle su protección.

¿La razón de todo este alboroto? Unos productores teatrales habían organizado la representación de la obra Corpus Christi, escrita por Terence McNally en 1997, que describe la relación entre Jesús y sus apóstoles desde una perspectiva totalmente diferente (y homosexual).

Si este incidente hubiera ocurrido hace un par de años, se le podría haber quitado importancia alegando que se trataba de un pequeño grupo de fanáticos religiosos.

Sin embargo, hoy en día las manifestaciones de extrema violencia por parte de los militantes de Amanecer Dorado se han convertido en parte de la vida cotidiana en Grecia.

 

El auge del Amanecer

Con su emblema parecido a una esvástica, Amanecer Dorado fue fundado a finales de la década de 1980 por el actual líder del partido: Nikolaos Michaloliakos.

Hasta que estalló la crisis financiera, el partido tenía dificultades para conseguir varios miles de votos en las elecciones municipales y nacionales. Sin embargo, en noviembre del 2010, Amanecer Dorado obtuvo el 5,3% de los votos en las elecciones municipales de Atenas, gracias a lo cual consiguió un escaño en el ayuntamiento de la capital.

Dos años después, éste partido ocupa 18 escaños de los 300 del Parlamento griego.

En junio obtuvo el 7% del voto popular en las elecciones nacionales gracias a su programa claramente en contra de los inmigrantes.

Se trata de la primera vez que un partido extremista accede al Parlamento desde el fin de la junta militar en 1974. Sin embargo, la popularidad de Amanecer Dorado ha ido creciendo sin parar; algunas encuestas de opinión muestran un índice de apoyo actual de hasta el 12%.

Esto significa que Amanecer Dorado sería el tercer partido más popular de Grecia, lo cual resulta preocupante. Estaría por detrás únicamente del partido de izquierdas Syriza (con alrededor del 23-29% del apoyo popular) y del de centro derecha Nueva Democracia (21-28%). La popularidad del Pasok y el KKE (el partido comunista) ha disminuido considerablemente, con alrededor del 6-7,5% de los votos para el primero y el 5-6% para el segundo.

 

Los inmigrantes y “los otros”

Durante sus cinco primeros meses en el Parlamento, los militantes de Amanecer Dorado se han embarcado en una implacable campaña de terror y violencia.

Hombres con camisetas negras y que saludan al estilo nazi atacan a diario a extranjeros.

La violencia tiene como objetivo principalmente a los inmigrantes del Este de Europa, Asia, Oriente Medio y África, aunque se han dado uno o dos ataques a alemanes o a gente sospechosa de ser alemana, pues los sentimientos antigermanos se han extendido por toda Grecia desde que se empezaron a aplicar las medidas de austeridad.

Los seguidores de Amanecer Dorado suelen parar a la gente en la calle para pedirles su carné de identidad y verificar su “helenismo”. Si alguien se ha negado, le han maltratado física o verbalmente, a veces hasta el punto de ser hospitalizado o necesitar asistencia médica.

En septiembre se hizo viral un vídeo en el que aparecían miembros de Amanecer Dorado destruyendo los tenderetes de comerciantes extranjeros en el mercado de Rafina, una localidad portuaria situada al este del país.

“Encontramos a varios inmigrantes ilegales vendiendo sus productos sin permisos”, justificó Giorgos Germenis, uno de los diputados del partido. “Se lo comunicamos a la policía, hicimos lo que tiene que hacer nuestro partido y luego fuimos a la iglesia a presentar nuestros respetos a la Virgen María”, añadió.

Recientemente, la diputada de Amanecer Dorado Eleni Zaroulia, que está casada con Michaloliakos, describió en una sesión parlamentaria a los inmigrantes como “infrahumanos que han invadido nuestra patria con todas las enfermedades que traen”.

Sin embargo, la cólera de Amanecer Dorado no se limita a los inmigrantes. Tras el reciente aumento de su popularidad, los seguidores del partido también han dirigido sus ataques a izquierdistas, ateos, homosexuales, artistas, mujeres y cualquier persona que no cumpla con su particular visión del helenismo: religioso, familiar y de “sangre pura”.

Estos ataques han incluido a otros políticos.

En junio del 2012, el portavoz de Amanecer Dorado Ilias Kasidiaris fue noticia en todo el mundo tras atacar a Liana Kanelli, una diputada del partido comunista, en un programa en directo de televisión.

Esto ocurrió momentos después de que lanzara con violencia un vaso de agua a la diputada Rena Dourou, del partido Syriza.

Increíblemente, en algunos barrios la popularidad de Kasidiaris se consolidó tras el incidente. En las 24 horas posteriores a su ataque, 6.000 personas hicieron clic en el “Me gusta” de su página de Facebook y numerosos ciudadanos entrevistados por los medios de comunicación elogiaron su comportamiento.

Este partido fascista también ha sido el responsable de varios ataques homófobos y ha empezado a involucrar a grupos izquierdistas y anarquistas en sus batallas campales callejeras.

A pesar de todos los delitos que ha cometido, esta organización ha gozado de una impunidad casi total por parte de la sociedad griega en general, así como de la policía.

La intervención policial en los actos delictivos de Amanecer Dorado es mínima en los mejores de los casos. Muchas personas sugieren que la policía griega actúa en colusión con este partido.

Asimismo, se han dado numerosos casos de personas que necesitaban asistencia policial y a las que han remitido al grupo neonazi.

Según el periódico nacional griego To Vima, el 50% de los policías no solo votaron a Amanecer Dorado, sino que son miembros del partido con carné, en especial entre los antidisturbios.

 

El extremismo en una época de austeridad

Pero, ¿cuáles son las razones del extraordinario auge de Amanecer Dorado? Hace tres años solo consiguió el 0,29% de los votos. ¿Cómo puede ser que hoy represente a más de un millón de votantes?

Claramente, el actual clima económico en Grecia aporta una respuesta evidente.

Grecia está entrando en su sexto año consecutivo de recesión, un hecho que resulta sorprendente para una nación europea moderna en época de paz.

En octubre, el desempleo alcanzó un récord histórico: el 25% de la población total y un sorprendente 53% entre los jóvenes.

Más de 250.000 personas (muchas de ellas miembros de la clase media, antes tan amplia y próspera) se alimentan a diario en los comedores de la beneficencia.

Asimismo, el Gobierno acaba de aprobar una ley que permite a los supermercados la venta de alimentos caducados a precios más baratos.

Los albergues para personas sin hogar han recibido una oleada de ciudadanos cuyas casas han sido embargadas. Además, el precio de la calefacción se ha triplicado desde el 2009, obligando a algunos hogares a prescindir de ella, incluso en invierno.

A pesar de todo esto, la Unión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo han exigido a Grecia más medidas de austeridad como condición previa para liberar los 31 mil 500 millones de euros necesarios para evitar que el país entre en bancarrota.

Por tanto, los griegos se sienten profundamente humillados, ya que en solo cinco años han pasado de una relativa prosperidad a estar casi al borde de la bancarrota nacional.

En este clima y ante el creciente temor a un inminente colapso económico, no es de extrañar que haya aumentado la violencia contra los extranjeros, en especial contra el millón de inmigrantes indocumentados que hay en el país (según cifras del Gobierno).

Según el último censo, en Grecia hay unos 700.000 inmigrantes con papeles, es decir, alrededor del 6,25% de la población censada del país.

La frontera de 206 kilómetros entre Turquía (que no pertenece a la UE) y Grecia (que es miembro de la UE) se ha convertido en una puerta de entrada a la Unión Europea.

La mayoría de los inmigrantes son solicitantes de asilo, pero como el sistema griego valida actualmente unas 20 solicitudes a la semana y lleva un retraso de más de 30.000 solicitudes, está muy mal equipado para enfrentarse al flujo de inmigrantes indocumentados procedentes de Oriente Medio, el sur de Asia y África.

Su presencia visible es una constante fuente de resentimiento y temor.

 

La política, como siempre

Sin embargo, el deterioro económico del país y el aumento del número de inmigrantes indocumentados solo ofrece una explicación parcial al rápido ascenso de los neonazis griegos.

De hecho, la historia nos llevaría a esperar algo diferente.

Los griegos lucharon con valor contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y sufrieron mucho bajo la ocupación de Hitler.

Como aún quedaban numerosos supervivientes, los recuerdos de la guerra siguieron bastante presentes hasta hace bien poco, lo cual tuvo como consecuencia una aversión generalizada a las ideologías de extrema derecha.

Sin embargo, la disposición del pueblo griego a olvidar su historia tiene su origen en la total desconfianza en los actuales líderes políticos.

Hace mucho tiempo que la vida pública en Grecia está acostumbrada a los constantes escándalos de abusos de poder, corrupción, nepotismo, blanqueo de dinero y malversación de fondos públicos.

A partir de principios de la década de 1980, Grecia ha estado gobernada casi exclusivamente por el PASOK y Nueva Democracia. Desde entonces, casi no ha pasado un día sin que saliera a la luz un nuevo escándalo político.

Pero aunque anteriormente la gente toleraba la inmoralidad de los políticos porque permitía que los ciudadanos ajenos a la clase política se aprovecharan del sistema, ahora que falta el dinero dicha actitud ha cambiado.

En este sistema político en decadencia y con los griegos ansiosos por castigar a sus políticos, Amanecer Dorado ha conseguido construirse una imagen de responsabilidad social y reinventarse a sí mismo como el autoproclamado protector del pueblo griego.

Las diversas iniciativas del partido, como la creación de un banco de sangre únicamente para aquellos con “sangre griega pura” y la distribución de alimentos a ciudadanos griegos, han creado un sustituto del sistema de bienestar social y han ayudado a fomentar la creciente popularidad del partido en la sociedad en general.

Persiguiendo el mismo objetivo, los seguidores de Amanecer Dorado acompañan con frecuencia a ciudadanos de la tercera edad a la tienda de comestibles o al banco para garantizar que no les roben cuando van a cobrar sus pensiones mensuales.

Recientemente, varios caseros recurrieron al partido para que les ayudaran a desalojar a varios arrendatarios (inmigrantes) que no habían podido pagar su alquiler.

Como ha ofrecido una alternativa al sistema político fallido y a la fuerza policial sobrecargada, Amanecer Dorado se ha consolidado como un sustituto de la autoridad.

Pero aunque la creciente frustración de la sociedad griega con sus líderes políticos puede explicar en parte el meteórico ascenso de Amanecer Dorado, también existe un tercer factor: la cultura.

Aunque la democracia se restableció en 1976, Grecia sigue siendo un país profundamente conservador en el que se han dado relativamente pocos pasos para conseguir la igualdad de derechos y la tolerancia.

La homosexualidad sigue siendo un tabú, en especial entre las generaciones mayores. El movimiento por los derechos de la comunidad LGTB todavía suele suscitar recelos, si no una oposición clara.

Tanto la iglesia ortodoxa como la amplia mayoría de los partidos políticos dominantes suelen oponerse a los matrimonios civiles y a los derechos legales para las parejas homosexuales.

Las uniones entre homosexuales son ilegales en Grecia y hoy en día no existen planes para legislarlas.

Asimismo, el 98% de la población “nativa” pertenece a la iglesia ortodoxa griega, que es también la religión oficial del país, ya que el Estado y la iglesia nunca se han separado oficialmente.

En Grecia, la iglesia ortodoxa está exenta del pago de la mayoría de los impuestos y el Estado todavía paga los salarios y las pensiones de los clérigos ortodoxos.

Además, todos los estudiantes de enseñanza primaria y secundaria tienen que asistir a clases de religión cristiana ortodoxa, aunque existe un sistema de exención para aquellos que no quieran asistir.

En una cultura tan etnoreligiosa existen pocas pruebas de aceptación o tolerancia de otros grupos religiosos o incluso de los ateos.

Además cabe destacar el tema de la discriminación.

Incluso antes de la crisis económica, Grecia ya había fracasado en la integración de su población inmigrante. La mayoría (que llegó de países vecinos como Albania tras la caída del comunismo) se tiene que enfrentar desde hace años a los prejuicios, maltratos, abusos y estereotipos negativos.

A los albaneses (que no son cristianos ortodoxos) solían relacionarles con el aumento de la delincuencia en Grecia y les acusaban de “robar el trabajo a los griegos”, pues aceptaban sueldos considerablemente más bajos por su trabajo.

En lo relativo a las cuestiones de género, las mujeres en Grecia todavía no gozan de una igualdad plena, en especial en el mercado laboral.

Las mujeres suelen concentrarse en los empleos con baja remuneración, el sector de servicios, el sector público y los trabajos a tiempo parcial, mientras que los hombres ocupan dos tercios de los puestos de trabajo altamente cualificados y casi todos los puestos directivos.

Asimismo, conviene recordar que Grecia no dispone actualmente de una legislación específica contra el acoso sexual.

Por tanto, no debería extrañarnos que un país que según los criterios occidentales ha progresado tan poco en materia de derechos humanos esté tan dispuesto a hacer la vista gorda ante las actividades de los extremistas ultranacionalistas como Amanecer Dorado.

Debido a su popularidad, este partido fascista ha podido abrir oficinas incluso en Nueva York y Melbourne para tratar de llegar a la diáspora griega.

Su expansión fue más fácil tras la elección de sus diputados parlamentarios, pues todos los partidos que ocupan escaños en el Parlamento griego reciben una financiación del Estado proporcional al número de escaños que han conseguido.

Por todo esto, resulta evidente que Grecia, un país socialmente conservador, se encuentra atrapada entre una importante crisis socioeconómica, el desmoronamiento de las antiguas certezas políticas y un creciente número de inmigrantes, lo cual, combinado, constituye una mezcla explosiva.

Obviamente, no existen soluciones fáciles. Sin embargo, siendo un país que envió a sus hombres a luchar contra las tropas de Mussolini en las montañas de Albania durante la Segunda Guerra Mundial y vio a su pueblo morir bajo la posterior ocupación nazi; una nación que poco después fue testigo de una de las guerras civiles más sangrientas de Europa; y un pueblo que sacrificó a sus jóvenes para derrocar a la junta militar en 1974, Grecia debería saber mejor que nadie el precio que uno paga por el fascismo.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.