Madres trabajadoras en Bolivia: cuando la maternidad tropieza con las políticas de cuidados

Madres trabajadoras en Bolivia: cuando la maternidad tropieza con las políticas de cuidados

En Bolivia, las políticas de cuidados en el lugar de trabajo son relativamente nuevas, pero el país avanza en la materia, por ejemplo, con la promoción de salas de lactancia y guarderías. Ahora bien, de poco sirven aquellas si la realidad es que los empleadores no respetan las normativas.

(Aizar Raldes/AFP)

“Creen que vamos a parir y ya está, seguiremos siendo productivas o seguiremos cuidando de la familia”, expone Tania Aruzamén Zambrana, investigadora y militante feminista, mientras cuenta su experiencia durante el embarazo y ahora como madre de dos niños pequeños.

¿Cómo de invisibilizado está el momento del puerperio y de la lactancia?, se pregunta. Según la investigadora, “hay una narrativa de invisibilizar ese momento”, ya que si bien existe una política estatal de subsidio universal y de apoyo a la lactancia, “esas son políticas que aún no son tan efectivas”, añade.

En Bolivia, uno de los problemas a los que se enfrentan las madres trabajadoras asalariadas tiene que ver con la dificultad de lograr un equilibrio entre la vida laboral y familiar. Una realidad que repercute directamente en la situación de muchos bebés que se encuentran en la etapa clave de la lactancia materna.

En el país andino hay avances en cuanto a leyes que protegen los derechos de las madres que se desempeñan en instituciones públicas o privadas, con normas que les permiten tener durante el período de lactancia, por ejemplo, una hora de tiempo al día o llevar a sus bebés a sus lugares de trabajo –en este último caso, los empleadores deben brindar las condiciones y el espacio para que las madres puedan amamantar a sus bebés–. La realidad, no obstante, es que ni las empresas respetan la normativa ni el Estado se preocupa necesariamente de implementar un sistema de control para su cumplimiento.

La Ley General del Trabajo de Bolivia establece 45 días de licencia por maternidad, antes y después del parto o incluso más si surgen complicaciones, lo que a su vez incluye que “las empresas que ocupen más de 50 empleados mantendrán salas cuna” para la lactancia o la instalación de guarderías.

El problema, según las expertas con las que hablamos, tiene que ver, por un lado, con la forma en que se aborda el tema de los cuidados, y por otro, con el tipo de trabajo informal que caracteriza al país, lo que genera obstáculos e impide avanzar en relaciones laborales más justas.

“En Bolivia el 75% de los trabajadores y las trabajadoras están en el sector informal con relaciones laborales que no tienen nada que ver con la protección de la Ley General del Trabajo”, dice Lourdes Montero, coordinadora del Programa de justicia de género de Oxfam en Bolivia.

Según la experta, esta economía informal también tiene un rostro femenino, refiriéndose a que un gran número de trabajadoras bolivianas están inmersas en condiciones laborales precarias y sus derechos están siendo vulnerados. Esto hace que, a pesar de los logros en la regulación laboral, que benefician a las madres trabajadoras asalariadas, temas como el cuidado, sean debates bastante novedosos, lo que ralentiza su abordaje de manera más integral.

“Cuando hablas con estas mujeres sobre, por ejemplo, espacios de lactancia o servicios de cuidado en los lugares de trabajo, eso ya les parece un lujo”, señala Montero. Entonces, si las dinámicas laborales se tejen en medio de la incertidumbre de estar atrapadas en la informalidad, se hace evidente que para muchas de estas mujeres sus luchas y demandas en términos de derechos siguen teniendo que ver con el acceso a empleos y contratos estables, con la búsqueda de una jubilación digna, con el acceso a un seguro de salud, entre otros.

En este sentido, es muy difícil hablar de derechos relacionados con el cuidado, dice la experta, lo que en buena parte se debe a que en el país aún prima una visión patriarcal y machista de entender las relaciones y los vínculos sociales, algo que se refleja incluso en las políticas públicas.

El patriarcado es la principal barrera que hay que superar

“En Bolivia está totalmente naturalizado que la crianza de los hijos es una responsabilidad exclusiva de las mujeres, y casi no entienden por qué el Estado tendría que tener alguna responsabilidad sobre ellos, casi no entienden por qué un empresario debería compartir de alguna manera esa responsabilidad. [Entonces] eso es todavía una construcción de derechos que hay que hacer”, dice Montero.

“Hay escenas que nos rompen el corazón de mujeres que, por ejemplo, tienen en su puesto de trabajo una cajita debajo de su escritorio y crían allí a su niño, casi lo tapan con una mantita para que nadie los vea, porque sienten que es como un favor que la empresa les hace para que puedan llevar a sus niños en horarios de trabajo”, añade.

Las relaciones desiguales de poder en el ámbito laboral son un reflejo de cómo las tareas de cuidados han sido asignadas históricamente a las mujeres. Se espera, por ejemplo, un tipo de complacencia y sumisión cuando se añade la dependencia económica al hecho de ser mujer. Muchos de los empleadores “prefieren contratar a madres porque las pueden explotar más, porque son mujeres mucho más serviles y son más fieles, y ellos se aprovechan de eso”, afirma Montero.

Esta situación y el desamparo de las mujeres en un contexto laboral poco sensibilizado tiene que ver, según la experta, con una cuestión muy importante: el trabajo invisible, el de los cuidados, que es necesario integrar en la economía si lo que se pretende es abordar de forma más real las desigualdades de género en el país.

No obstante, un modelo pro familia como el boliviano, según Montero, no solo puede conducir a políticas excesivamente proteccionistas –que a la larga puede tener efectos indeseados– sino también alimentar la persistencia de discursos sesgados que terminan sobrecargando el trabajo o, en última instancia, excluyendo a las mujeres del mercado laboral.

“Habiendo ya como una especie de prejuicio de que el embarazo en las mujeres les da desventajas biológicas para su rendimiento laboral”, explica Montero, es necesario construir relaciones que no solamente dignifiquen el trabajo femenino, sino que las empresas no vean la normativa como un obstáculo –y que la integren como parte de su responsabilidad social y de desarrollo–.

Corresponsabilidad de los cuidados, un reto aún pendiente

“Es importante volver a la pregunta más básica de qué entendemos por cuidado”, dice Verónica Paz, coordinadora de investigación y políticas de Oxfam Bolivia. “Y por cuidado nos referimos a todas aquellas actividades que están relacionadas con satisfacer las necesidades que sostienen la vida: incluye el trabajo doméstico, el limpiar, planchar; pero también la gestión de los cuidados, es decir, llevar a los niños a la escuela, atender la salud; y se refiere tanto a una dimensión del cuidado de terceras personas como al autocuidado”, señala.

Al tomar conciencia de lo que significa el cuidado de una manera más profunda y amplia, vemos cómo percibimos y construimos nuestras ideas en torno a la división sexual del trabajo en las sociedades. El debate aborda entonces la distribución desigual del tiempo que hombres y mujeres dedican a las tareas de cuidados.

Según un informe realizado por Oxfam Bolivia, ‘Tiempo para cuidar’, las mujeres bolivianas “independientemente de la edad, dedican a las tareas de cuidados cerca de 7 horas diarias, casi el doble que los hombres” mientras “7 de cada 10 mujeres afirman tener la mayor responsabilidad del cuidado en su hogar”.

En este contexto, lo que queda como salida es pensar que es “un problema tan grande que no puede resolverlo ni solo el Estado, ni solo la familia [ni las empresas ni el mercado] que todos los miembros de la sociedad tienen que involucrarse, porque además todos los miembros de la sociedad tienen algo que decir”, asegura Montero, y en este sentido lo que se propone es una corresponsabilidad del cuidado.

Para ambas especialistas, es necesario cuestionar las leyes y políticas que, en general, también están escritas para delegar más responsabilidad en las mujeres como cuidadoras, haciendo una reflexión mucho más amplia sobre las tareas de producción y reproducción.

Por ejemplo, que también se incluya a otros grupos como responsables del cuidado, de modo que “no se piense en la baja de maternidad sino en permisos de maternidad y paternidad iguales, que no se piense que solamente las mujeres cuidan a los niños pequeños, sino que hombres y mujeres cuidamos incluso a ancianos o enfermos”.

“Partimos de la idea de que el cuidado sostiene la vida y es algo que ha faltado en el diseño general de las políticas públicas en la sociedad porque casi que se toma como que el cuidado está dado, o sea que ocurre porque sí”, dice Paz.

¿Y las madres trabajadoras inmersas en la economía informal?

“¿Qué hacemos con este ejército de mujeres que trabajan por cuenta propia que no tienen ningún derecho laboral y tampoco los derechos laborales asociados a la maternidad y al cuidado?”, se pregunta Paz.

Si las madres asalariadas se encuentran en situaciones de vulneración de sus derechos, la realidad de las madres que trabajan por cuenta propia y en la economía informal es mucho más delicada y precaria.

“Para este grupo, es necesario trabajar en una serie de políticas públicas que van más allá de la norma, que tiene que ver con la construcción de guarderías y de centros de cuidado infantil [públicos]” que estén cerca de las zonas de residencia de las mujeres, indica la experta.

Según la Encuesta de Hogares 2015 del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en Bolivia hay más de 3,8 millones de mujeres mayores de 15 años, de las cuales “el 58,7% son madres, es decir seis de cada 10 mujeres de 15 años o más, son mamás con al menos un hijo”. La cuestión es cómo estas mujeres están haciendo frente a las tareas de cuidado.

“Lastimosamente, me sorteo entre dos hijos, no puedo tener trabajos en horario fijo, es algo que no he podido hacer desde que nacieron mis hijos porque quién los va a cuidar, quién los va a traer, llevar, etc. Entonces aquí es importante ver la urgencia de las políticas de cuidado desde el Estado para las mujeres que pueden estar en situaciones de vulnerabilidad”, dice Aruzamén.

En ese sentido, según Paz, el gran desafío es reconocer, primero, la heterogeneidad del mercado laboral y la importancia de contar con políticas de cuidados más integrales. Y segundo, lo más preocupante, la necesidad de tener una mirada más realista sobre la situación de las madres trabajadoras bolivianas, ya que la mayoría de ellas se encuentran atrapadas y luchando en solitario en la economía informal.