En el norte de Francia, los sindicatos frente a la extrema derecha

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El mercado de Navidad de Hénin-Baumont está medio vacío, en esta tarde de sábado del mes de diciembre. Una fina llovizna cae sobre la ciudad, añadiendo una nota de tristeza al entorno.

En la plaza Jean-Jaurès, frente al ayuntamiento, la sede del PCF (Partido Comunista Francés) ha cerrado las persianas. Únicamente un pequeño papel pegado a la puerta invita a los electores a no sucumbir a los cantos de sirena de la extrema derecha.

Es la víspera de la segunda vuelta de las elecciones regionales. Al día siguiente, el Frente Nacional de Marine Le Pen conseguiría más de un millón de votos en la región de Nord-Pas-de-Calais Picardie, es decir cerca del 43% de los votos. No obstante, no resultará suficiente para conquistar la región, donde el partido de extrema derecha registra una continua progresión desde 2002.

Pero en Hénin-Beaumont, feudo de la presidenta del partido, están muy lejos de considerar esto como una derrota. “Vamos avanzando poco a poco”, explica a Equal Times un residente, simpatizante declarado del Frente Nacional. “¡No cabe ninguna duda! Por mucho que la izquierda y la derecha se alíen contra nosotros, el voto por el FN progresa en cada elección. Así que, aunque no ganemos mañana, para nosotros ¡será una victoria!”

A pocos kilómetros de Lens, en la cuenca minera castigada de lleno por la crisis económica, el discurso del Frente Nacional ha tenido un éxito remarcable. Antaño bastión del partido comunista, la pequeña localidad de Hénin-Beaumont caería en manos del Frente Nacionalen marzo de 2014, al igual que una decena de otras ciudades francesas, durante las últimas elecciones municipales.

El alcalde, Steeve Briois, es natural del lugar. Hijo de obreros y militante de primera hora, ha contribuido en gran parte a convertir su ciudad en laboratorio del FN en la región. Una cabeza de puente para la conquista de la región Nord-Pas-de-Calais frente a una población desencantada y una clase política que no consigue aportar las respuestas necesarias.

“Nuestra región registra una tasa de paro superior en cuatro puntos a la media nacional”, explica Pascal Catto, secretario general de la Confédération française démocratique du travail (CFDT) para la región Nord-Pas-de-Calais. “Es un problema muy grave aquí, hasta tal punto que en algunos lugares, el desempleo se sufre durante varias generaciones. El Frente Nacional se dirige mucho a este tipo de audiencia”.

Desempleo, pobreza, precariedad, todos ellos males que alimentan el rencor, el miedo y el sentimiento de inseguridad. “La población ha perdido la esperanza. Así que vuelven la vista hacia el Frente Nacional, que les promete mil maravillas haciéndoles vislumbrar soluciones a sus problemas”.

 

Un enorme desafío para los sindicatos

Para el movimiento sindical, combatir el Frente Nacional se ha convertido en un auténtico desafío en la región. Los electores del FN, que antes intentaban pasar desapercibidos, ahora hacen alarde de sus convicciones y suscitan simpatías en sus lugares de trabajo. Es algo que afecta a todos los sectores.

Inquietos por su empleo o por su pensión de jubilación, numerosos trabajadores de Nord-Pas-de-Calais han sido seducidos por el discurso de Marine Le Pen. “Cuando los escuchamos, ¡casi nos dan ganas de darles el carnet de la CGT!”, exclama Christelle Domain, secretaria departamental de la Confédération générale du travail (CGT).

“Las preocupaciones de los electores del Frente Nacional son muy parecidas a las nuestras. Pero las soluciones propuestas por la extrema derecha son todo lo opuesto a los valores del sindicalismo. El reto que se nos plantea por tanto es desmontar el discurso del FN, y convencer a los trabajadores de que las soluciones que les propone ese partido para mejorar su vida cotidiana no son sino mentiras”.

De hecho, la CGT tiene previsto lanzar una formación para sus delegados, a fin de ayudarles a contraatacar el discurso de la extrema derecha en su labor sindical dentro de las empresas.

“Resulta más fácil echarle la culpa al refugiado antes de poner en tela de juicio el papel del capital en la crisis económica”, explica Christelle Domain a modo de ejemplo. “Nos toca a nosotros explicar esto a los trabajadores. Tenemos que organizar la movilización”.

¿Pero cómo proponer una alternativa cuando la exclusión social progresa, a pesar de décadas de votar por la izquierda? ¿Cómo convencer de que el Frente Nacional se equivoca, cuando los partidos políticos tradicionales no han conseguido sacar esta región de la pobreza?

“Los Gobiernos de izquierda han hecho su trabajo”, estima Pascal Catto. “Pero no han asumido su responsabilidad a la hora de explicar a la gente los motivos de la crisis. Hay un auténtico trabajo pendiente en materia de educación popular. Es necesario además adoptar políticas que permitan restablecer el vínculo social”.

Atreverse a hablar de la crisis, de la globalización y de Europa, estos son entre otros los desafíos para el movimiento sindical.

Según Pascal Catto es necesario ante todo dejar de achacarlo todo a Europa, como hace el Frente Nacional. Porque aunque quizás ciertas decisiones políticas europeas sean criticables, no debe olvidarse que la región se beneficia del apoyo de los fondos de desarrollo regional. “En la región Nord-Pas-de-Calais, Europa cuesta en promedio 300 EUR al año a cada hogar. Pero obtienen a cambio 600 EUR. Eso es algo que la extrema derecha nunca dice a la gente”.

Así pues, el reto de contrarrestar el discurso de la extrema derecha sobre el terreno resulta considerable. Y no es seguro que los sindicatos puedan conseguirlo solos.

“Hace falta que los actores políticos consigan devolver la esperanza a la población. Porque en 2017 [NdR: para las elecciones presidenciales], no estoy seguro de que consigamos bloquearlos como se ha hecho esta vez”, concluye Christelle Daumain.

 

Este artículo ha sido traducido del francés.