Migrantes en Calais: escalada de seguridad ante la crisis humanitaria

Artículos

La noche cae sobre la “nueva jungla” de Calais. Mientras que los demás campamentos de la ciudad han cerrado, en este terreno situado al final de un camino de tierra y alejado del centro de la ciudad hay 3.000 migrantes instalados desde el pasado mes abril.

Provienen de Sudán, de Eritrea, de Etiopía, de Somalia, de Afganistán, de Irak y de Siria. Noche tras noche abandonan por grupos esta barriada encajonada entre las dunas y la zona industrial. Objetivo: llegar al Eldorado británico, que cada vez resulta más peligroso de alcanzar.

Con muletas y la pierna escayolada, Tesfaldet, de 20 años, espera delante de una tienda del campamento.

Tras abandonar Eritrea hace un mes, llegó a Calais hace menos de una semana: “La primera noche traté de cruzar agarrándome a un tren, pero me caí”. Postrado, el joven promete sin embargo volver a intentarlo tan pronto como se encuentre mejor.

Desde principios de junio el número de migrantes heridos ha aumentado repentinamente. Al menos 11 migrantes han resultado muertos, atropellados por un tren, electrocutados a la entrada del túnel bajo el Canal de la Mancha o ahogados en los cauces de desagüe del Eurotúnel.

Algo nunca visto en los 15 años de estancamiento migratorio en Calais.

En el punto de mira: la seguridad del puerto de la ciudad. Hace dos meses se colocó una valla de cuatro metros de altura cubierta de alambres de púas, y toda una serie de barreras a lo largo de la autopista. Estos nuevos dispositivos, instalados tras la conclusión del acuerdo franco-británico en septiembre de 2014 y financiados en gran parte por el Reino Unido, cuya contribución total asciende a 15 millones EUR (16,4 millones USD), pretenden impedir que los migrantes se suban a los camiones que atraviesan el mar en barco.

Desde entonces, la terminal del túnel de la Mancha se ha convertido en el principal punto de cruce.

Pero ante la multiplicación de las intrusiones – 4.500 tentativas frustradas por la policía en el mes de julio – el Eurotúnel ha movilizado a 200 miembros del personal de seguridad, y el millar de policías que ya se encuentran allí han recibido el refuerzo de 120 CRS (Compañías Republicanas de Seguridad) y gendarmes.

Por su parte, Londres se muestra cada vez más inflexible con los migrantes: controles fronterizos suplementarios, 10 millones EUR (11 millones USD) más para reforzar la seguridad en las inmediaciones del túnel, facilidades para la expulsión de solicitantes de asilo político, etc.

Así es como el Primer Ministro David Cameron ha fustigado esta “nube de inmigrantes”que trata de llegar al Reino Unido “porque es un lugar increíble para vivir”.

 

Una operación internacional de emergencia

Ante semejante despliegue de seguridad, los migrantes se encuentran en un callejón sin salida. “Cuantas más medidas de seguridad se apliquen, más accidentes se producirán, porque eso no va a disuadirlos a todos de intentar cruzar”, explica un voluntario de la asociación Secours Catholique.

Alpha, un arquitecto mauritano que llegó a Calais hace 8 meses, está “cansado”. Sentado y con la mirada perdida, cuenta a Equal Times: “Los policías nos tratan como animales, no nos tienen ningún respeto. Yo ya no vuelvo a intentar cruzar. Quiero quedarme en Francia”.

A la espera de una respuesta a su solicitud de asilo político, Alpha se ha construido una pequeña casa de madera con un jardín y un gallinero. Según pasan los meses, la vida en la “nueva jungla”, tolerada por las autoridades, se va organizando..

Ante las espantosas condiciones sanitarias, cuatro organizaciones no gubernamentales que suelen intervenir en las zonas de conflictos o de catástrofes naturales, decidieron poner en marcha a finales de junio una operación humanitaria de emergencia inédita, gracias a la cual se ha podido aportar lo mínimo indispensable: puntos de abastecimiento de agua, baños, suministro de madera para la construcción de refugios y, por fin, una clínica improvisada

“Estamos llevando a cabo en Calais una operación internacional de crisis humanitaria, puesto que las autoridades no quieren hacerse cargo de la situación y continúan abordándola dese la perspectiva de seguridad más que desde la perspectiva humanitaria”, comenta Chloé Lorieux, enfermera voluntaria de Médicos del Mundo, organización responsable de la instalación de este centro de salud.

 

Aumento de casos de traumatismo

En el centro del campamento, una quincena de voluntarios – médicos, enfermeros, psicólogos y traductores – atienden cada día entre 70 y 90 migrantes.

Cuando el centro abre, ya hay una fila de personas esperando delante de la gran tienda de campaña. “Tratamos casos de traumatismo provocados por las tentativas de cruce o por la violencia policial, esguinces, fracturas, cortes, etc.”, explica Chloé Lorieux.

“Hemos observado un aumento del número de lesiones desde que se aplicaron las nuevas medidas de seguridad en el puerto y aumentaron las tentativas de cruce por el túnel. Cuando los inmigrantes cruzaban por el puerto, saltaban sobre los camiones y no caían desde tanta altura. Así pues, esta respuesta en materia de seguridad no hace más que reforzar la vulnerabilidad de las poblaciones”.

La apertura del hospital sólo debería durar tres meses. Chloé Lorieux “espera que las autoridades asuman después sus responsabilidades, puesto que los servicios médicos de la ciudad de Calais también están desbordados”.

Frente a esta escalada de seguridad, existen no obstante otras soluciones, empezando por agilizar la tramitación de las solicitudes de asilo político. Céline Schmitt, portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), explica que “estos migrantes necesitan protección internacional. Son refugiados que han huido de países en guerra y de persecuciones. Tienen que poder solicitar asilo – un procedimiento que sigue siento demasiado largo”.

En Calais, muchos de los migrantes han presentado su solicitud. A la espera de una respuesta definitiva, que puede demorarse dos años, muchos siguen intentando cruzar.

“Es preciso unificar los procedimientos en toda Europa; hay que proponer alojamiento a los solicitantes de asilo político, algo que no sucede muy a menudo; y por supuesto, reducir los plazos establecidos para el estudio de los expedientes”, indica Pierre Henry, Director General de France Terre d’Asile.

Este es uno de los objetivos de la nueva Ley sobre asilo político votada a principios de julio en la Asamblea Nacional, de conformidad con las directivas europeas. El objetivo de dicha ley es reducir a nueve meses el plazo máximo de gestión de las solicitudes. “Esta ley es interesante, pero el problema es saber si se pondrá realmente en práctica”, añade Pierre Henry.

Otra posibilidad: renegociar los acuerdos franco-británicos. El Tratado de Le Touquet, firmado en 2003, prevé que sea Francia, y no el Reino Unido, quien garantice el control de los migrantes en la frontera, una situación que empieza a escaparse de las manos.

A principios de julio, la Comisión Nacional Consultiva de los Derechos Humanos (CNCDH) recomendaba denunciar estos acuerdos que han llevado a que “Francia se convierta en el ‘brazo policial’ de la política migratoria británica”.

La CNCDH estima que eso “conlleva en la práctica a prohibir a los migrantes abandonar” Francia. “Hay que llevar al Reino Unido a la mesa de negociaciones”, señala Pierre Henry, que propone igualmente abrir en Calais una “vía de inmigración legal entre ambos países, con una oficina de asilo en común”.

Porque el hecho de que las tensiones se estén multiplicando por toda Europa se debe también a que los Estados miembros todavía no se han adaptado a la nueva situación migratoria.

Según Céline Schmitt, “los países de la Unión Europea tienen en primer lugar que trabajar juntos y ser solidarios a partir del momento en que los migrantes ponen pie en Europa, y no solamente en Calais, que no es más que una faceta de esta crisis europea”.

 

Este artículo ha sido traducido del francés.